Navidad bajo sospecha -- José María Castillo, teólogo

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En las creencias populares, que tiene la gente sobre la Navidad, hay una serie de cosas que no cuadran. Es importante aclarar estas cosas. Porque sólo así podremos entender el verdadero significado del nacimiento de Jesús y lo que este acontecimiento representa para la humanidad. Es necesario tener una idea clara sobre los siguientes hechos: 1) Lo más seguro es que Jesús no nació en Belén.

Este es un asunto importante sobre el que cada día hay un consenso más unánime entre los especialistas que han estudiado los evangelios de la infancia de Jesús (R. E. Brown, R. Schnakenburg, J. P. Meier…). Sólo en Mt 2 y Lc 2 (indirectamente en Jn 7, 42) se dice que Jesús nació en Belén. Fuera de estos textos, lo mismo en los evangelios que en el libro de los Hechos, siempre se dice que Jesús era de Nazaret.

Lo de Belén se explica porque expresa la iedea teológica de que Jesús provenía de la familia del rey David, cuya ciudad era Belén. 2) Los parientes, incluso los más cercanos, de Jesús pensaban de él que estaba loco, hasta el punto de que fueron a buscarlo porque decían que se le había ido la cabeza (Mc 3, 21). 3) Los mismos parientes, cuando Jesús volvió por primera vez a su pueblo, se quedaron asombraros de que hablara bien, de que dijera cosas que llamaban la atención y de que hiciera prodigios con los enfermos. Y conste que esto fue tan chocante, que el propio Jesús se sintió despreciado y todo el pueblo se escandalizó de lo que decía y hacía (Mc 6, 1-6). 4)

En otra ocasión, Jesús se puso a predicar en la sinagoga de Nazaret y dijo tales cosas que la gente no entendía que «el hijo de José» dijera hablara de aquella forma y hasta quisieron matarlo tirándolo por un tajo (Lc 4, 22-30). 5) También el IV evangelio afirma que la familia de Jesús no creía en él (Jn 7, 5).

Estos hechos dan que pensar. Porque ¿cómo se explica que la familia de Jesús, y los vecinos de una pequeña aldea de Galilea, pensaran así de un paisano del pueblo del que todos tenían que saber que, cuando nació, hasta los ángeles se aparecieron en el cielo, cantaron anuncios de paz, aseguraron que aquel vecino del pueblo era el Mesías, el Salvador el mundo, y al que acudió tanta gente a adorarlo? Más aún, ¿es imaginable que a la aldea vinieran hasta unos Magos famosos de Oriente, con regalos espléndidos, con comitivas regias, y que todo aquello ocurrió de forma que hasta el rey Herodes se asustó, los sumos sacerdotes del templo y toda la capital se alborotó, y las cosas llegaron al extremo de que el tirano mató a todos los niños de la región, de forma que los padres de Jesús tuvieron que salir huyendo al extranjero y vivieron en Egipto no se sabe cuánto tiempo? Cabe en cabeza humana que todo esto ocurriera así y, a los pocos años, todo el pueblo dijera que el «el Mesías y Salvador del mundo» esta loco de remato y que era motivo de escándalo e incluso que había que matarlo?

Todo esto no cuadra. El valor histórico está de parte de los relatos de los evangelios de la vida pública de Jesús. Entonces, ¿qué significado tienen las cosas que se nos cuentan en los llamados «Evangelios de la Infancia» (Mt 1-2; Lc 1-2)? Es muy dudoso el valor histórico de esos Evangelios, que fueron una añadidura posterior a los relatos originales. Lo que queda en pie y merece crédito es el mensaje religioso de los evangelios que recordamos en Navidad. Y ¿en qué consiste ese «mensaje religioso».

Consiste en que nos viene a decir que el Salvador y la salvación, es decir, la solución para este mundo viene por los caminos extraños y entrañables que nos trazan los evangelios de estos días: los caminos de la bondad y la sencillez, los caminos de la preferencia por lo débil y lo humilde, los caminos que prefieren la identificación con los pobres y excluidos, los caminos de la alegría y el gozo de los últimos, una alegría y un gozo que pone nerviosos a los hombres importantes de la política (Herodes) y de la religión (Sumos Sacerdotes). Son los caminos del respeto a todos, la tolerancia con todos, la estima hacia todos. Porque sólo así es posible que todos vivamos en armonía, en paz y con esperanza

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Nota Importante: si uno compara todo esto con lo que vivimos en este momento, cuando nos vemos diididos por la Religión y enfrentados por la Política, uno no tiene más remedio que decir: ¡Dios mío! ¿vamos a tapar tanta contradicción con la «huida hacia delante», que representan muchos festejos, regalos y comilonas de estos días, cuando sabemos que lo que «vivimos» tiene tan poco que ver con lo que «decimos» que «creemos»? Es molesto terminar así. Pero así estamos