La Vanguardia.
En los países del Magreb y de Oriente Medio, las revoluciones y protestas pacíficas a favor de la democracia tienen, ciertamente, implicaciones políticas importantes en la región y en los nuevos equilibrios geoestratégi-cos globales. Los medios se han extendido estos días sobre ellos con profusión.
En cambio, se ha escrito menos sobre las consecuencias de dichos procesos en los musulmanes europeos. En mi opinión, la imagen de estos grupos religiosos puede mejorar, y con ello la propia autoestima de estos conciudadanos. Me han contado la vergüenza que debían soportar los españoles que viajaban o emigraban aEuropa bajo el franquismo: cómo eran menospreciados por la falta de democracia en España. Con la democracia, la imagen y la autoestima subieron. Algo similar puede ocurrir ahora con los musulmanes europeos en relación con sus países de origen.
Y se tratará de una buena noticia. Porque la identidad que quedará reforzada no tendrá un cariz fundamentalista: podrán enorgullecerse de haber nacido o de tener familia en un país donde los ciudadanos le han ganado el pulso (o le están tomando el pulso) a una dictadura. Quizás los europeos no musulmanes dejaremos de mirarlos como potenciales fundamentalistas o terroristas. Ojalá unos y otros nos acostumbremos a asociar musulmanes y democracia.
Este cambio de mentalidad no va a suprimir de un plumazo los problemas de mutua acomodación entre islam y espacio público en el seno de nuestras democracias. De hecho, la relación entre cristianismo y espacio público sigue siendo problemática en diversos países europeos. Pero seguro que el progreso de la democracia en países de tradición cultural musulmana reduce la intensidad de los mutuos prejuicios entre musulmanes y no musulmanes en Europa, allanando así el camino de los acuerdos.
En la emotiva e histórica película De dioses y hombres, el prior del monasterio cister-ciense del Atlas (Argelia) escribe una carta poco antes de ser raptado y asesinado, junto con la mayoría de su comunidad, por funda-mentalistas islámicos. El padre Christian afirma que no se debe identificar el islam con la violencia. Y que, si muere, espera poder contemplar a los musulmanes y al islam con los mismos ojos, llenos de aprecio, de Dios Padre. A lo mejor los cambios en curso en los países islámicos nos permiten avanzar en esta mirada más auténtica sobre nuestros conciudadanos europeos.