Musulmanes y democracia -- Josep F. Mària

0
57

Cristianismo y justicia

La Vanguardia.
En los países del Magreb y de Oriente Medio, las revoluciones y protestas pacíficas a favor de la de­mocracia tienen, ciertamente, im­plicaciones políticas importantes en la re­gión y en los nuevos equilibrios geoestratégi-cos globales. Los medios se han extendido estos días sobre ellos con profusión.

En cambio, se ha escrito menos sobre las consecuencias de dichos procesos en los mu­sulmanes europeos. En mi opinión, la ima­gen de estos grupos religiosos puede mejo­rar, y con ello la propia autoestima de estos conciudadanos. Me han contado la vergüen­za que debían soportar los españoles que via­jaban o emigraban aEuropa bajo el franquis­mo: cómo eran menospreciados por la falta de democracia en España. Con la democra­cia, la imagen y la autoestima subieron. Algo similar puede ocurrir ahora con los musul­manes europeos en relación con sus países de origen.

Y se tratará de una buena noticia. Porque la identidad que quedará reforzada no tendrá un cariz fundamentalista: podrán enorgullecerse de haber nacido o de tener familia en un país donde los ciudadanos le han ganado el pulso (o le están tomando el pulso) a una dictadura. Quizás los europeos no musulmanes dejaremos de mirarlos co­mo potenciales fundamentalistas o terroris­tas. Ojalá unos y otros nos acostumbremos a asociar musulmanes y democracia.

Este cambio de mentalidad no va a supri­mir de un plumazo los problemas de mutua acomodación entre islam y espacio público en el seno de nuestras democracias. De he­cho, la relación entre cristianismo y espacio público sigue siendo problemática en diver­sos países europeos. Pero seguro que el pro­greso de la democracia en países de tradi­ción cultural musulmana reduce la intensi­dad de los mutuos prejuicios entre musul­manes y no musulmanes en Europa, allanando así el camino de los acuerdos.

En la emotiva e histórica película De dio­ses y hombres, el prior del monasterio cister-ciense del Atlas (Argelia) escribe una carta poco antes de ser raptado y asesinado, junto con la mayoría de su comunidad, por funda-mentalistas islámicos. El padre Christian afirma que no se debe identificar el islam con la violencia. Y que, si muere, espera po­der contemplar a los musulmanes y al islam con los mismos ojos, llenos de aprecio, de Dios Padre. A lo mejor los cambios en curso en los países islámicos nos permiten avan­zar en esta mirada más auténtica sobre nues­tros conciudadanos europeos.