Jesús desenmascaró el engaño de su tiempo: la falsía religiosa. Esta no soportó su insolencia. Lo mató. ¿Murió?
Se dice que Jesús logró huir al Tíbet, que murió de viejo, que se lo comió el Yeti… ¿Sí? No, ¡leseras!
En el Israel de esa época dos grandes instituciones regían la vida de las personas. La Ley y el Templo. Ambas vías hacían accesible a Dios. Ambas eran exigentes al pedir amor a Dios y al prójimo. Pero el cumplimiento de la Ley demandado por los fariseos se había vuelto agobiante. Nadie habría sido capaz de observar los innumerables preceptos generados por ellos para cumplirla. Cumpliéndola, eso sí, se obtenía ubicación y prestigio social. ··· Ver noticia ···