Munilla, prelado sin alma, obispo de bronce -- Enric Sopena

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El Plural

Es un ?prelado sin alma??, ha dicho Elena Valenciano, secretaria de Política Internacional del PSOE, aludiendo a José Ignacio Munilla, recién nombrado obispo de San Sebastián. Creíamos que Munilla era, desde luego, un ardoroso clérigo, opuesto no ya al nacionalismo vasco, sino incluso al vasquismo.

Pensábamos que su conducta anterior, en la diócesis de Palencia, se habría desarrollado en clave conservadora, que es una de las características históricas de la Iglesia católica institucional. Nos sorprendió el boicot mayoritario al nuevo obispo por parte de curas guipuzcoanos. Nos pareció muy bien que el católico José Bono ?tras la campaña eclesiástica emprendida contra él por haber votado ?sí?? al aborto- declarara que a Munilla no se le conoce ninguna, ni una sola, veleidad progresista.

Pero lo que ha manifestado el tal Munilla, a raíz del estremecedor drama que azota una vez más a un país misérrimo como es, lamentablemente, Haití, desborda todos los límites. Cuando el cardenal Antonio Cañizares sostuvo hace unos meses que la pederastia ?tan frecuentada por sacerdotes católicos en todo el mundo- era menos grave que un aborto, millones de ciudadanos mostramos entonces nuestra legítima discrepancia y nuestra indignación. No podíamos suponer, sin embargo, que Munilla, obispo de San Sebastián, llegara a decir lo que dijo hace dos días en el programa de Gemma Nierga, en la SER.

Duvalier y sus temibles tontons
¿Pero cómo se atreve a proclamar un relevante dirigente del catolicismo que peor que en Haití -en la Haití martirizada durante los larguísimos años terribles de los Duvalier y sus temibles tontons- estamos nosotros en España desde el punto de vista espiritual o moral? ¡Qué infinita capacidad la de Munilla para distanciarse impertérrito de las monstruosas desgracias que castigan a los haitianos y, en cambio, amonestarnos de nuevo a los que vivimos en España! Lo hacen cada día muchos capellanes y no pocos obispos y cardenales. Su actuación favorita, la de los denominados ?pastores??, es la de regañar a los españolitos y españolitas, introduciéndose, sin permiso alguno, en nuestras conciencias.

Sin condiciones adecuadas
Munilla ha demostrado muy pronto que, en efecto, y como argumentan sus numerosos críticos guipuzcoanos, carece de las condiciones personales adecuadas para ser obispo. No tiene alma, ciertamente. Le sobra la razón a Elena Valenciano, aunque su observación fuera muy breve. Munilla es un ?prelado sin alma??.

?Entre platillos que aturden??
Lea este monseñor ?que debería de inmediato pedir su renuncia y salir a toda velocidad de Guipúzcoa- la primera carta del apóstol San Pablo a los corintios: ?Aunque hablara la lengua de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, no soy más que bronce que resuena o platillos que aturden (??) Si no tengo amor, nada soy (??) El amor no se alegra con la injusticia, sino que goza con la verdad (??) El amor disculpa sin límites??. Es exactamente lo que usted no hace, monseñor. Ni usted ni muchos de sus colegas con vocación de inquisidores. Obispo sin alma; obispo de bronce, entre platillos que aturden.

Enric Sopena es director de El Plural