Mujeres pastoras de 1900 a 1960

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La entrada de la mujer en el ministerio pastoral se inscribe en el movimiento general de emancipación que se inicia en el último cuarto del siglo XIX, con el ingreso de jóvenes en las diversas facultades. Esto se vio facilitado por la necesidad de sustituir a los hombres durante las
dos guerras mundiales.

Escritura, obstáculo y apoyo
En la teología protestante, nada impedía en principio a las mujeres hacerse oír ya que, según la doctrina del sacerdocio universal, «todos somos sacerdotes, tantos cristianos como seamos» (Lutero, 1520).

Ciertamente la afirmación de Lutero hizo perder a los sacerdotes su carácter sagrado, «su sacerdocio no es otra cosa que un ministerio» (en el sentido de servicio), pero la promoción de las mujeres chocaba
con la Escritura, en particular con las Epístolas de Pablo, que las devolvían a su lugar tradicional.

Sin embargo, un elemento del protestantismo fue favorable al desarrollo de la mujer: la capacidad de leer y escribir, y por tanto un nivel de educación que iba de la mano con un espíritu de responsabilidad; Cuando la evolución de la sociedad lo permitió, las mujeres protestantes estuvieron listas para dar el paso. La ley de 1905 les ayudó en esto ya que, a través de la creación de asociaciones religiosas, se convirtieron en electores de su parroquia.

Primero en Alsacia
El 23 de marzo de 1930, una mujer fue consagrada por
primera vez: Berthe Bertsch, en la Iglesia Reformada de
Alsacia y Lorena. Para qué?
Porque la Primera Guerra Mundial puso a las mujeres a
trabajar para reemplazar a los hombres, tanto en las
fábricas como en el correo. Se conocen casos de espo-
sas de pastores movilizados o asesinados que reem-
plazaron a sus maridos continuando su papel habitual
con los niños y los enfermos, incluso predicando y diri-
giendo servicios funerarios y bautismos.

Porque las primeras mujeres estudiantes de teología
entraron en las facultades mucho después de las de-
más disciplinas. La facultad de Estrasburgo contaba
con 4 jóvenes a principios de los años 1920, fue la pri-
mera junto con la de Ginebra, ambas pertenecientes a
Universidades Estatales; Le siguió la Facultad Libre de
París: Marguerite Thourot obtuvo una licenciatura en
teología (equivalente a un máster) en 1933.

Los reemplazos
Se necesitan mujeres para hacer frente a la escasez de
hombres después de la guerra. ?El orden, el decoro y el
honor exigen que las mujeres guarden silencio cuando
los hombres hablan; «Pero cuando ningún hombre ha-
bla, se hace necesario que las mujeres prediquen», es-
cribió Lutero en 1521, y esto define la mentalidad de las
Iglesias hacia las mujeres en la primera mitad del siglo
XX.

Las necesitamos, pero las dejaremos en lo que consi-
deramos su lugar: el de ayudar en la catequesis, en el
diaconado en general y, en caso necesario, en la predi-
cación.

Pero ellas persisten. Están cualificadas, se demuestran
en las parroquias, dondequiera que su Iglesia los envía.
Ellas trabajan.

Dedicada al celibato
¿Cuáles son los argumentos para rechazar a las muje-
res pastoras? No hablan lo suficientemente alto, no tienen suficiente autoridad y no podrán presidir un consejo
presbiteral ni coordinar acciones. No saben guardar un
secreto…

Sobre todo, está el peso de la tradición, con notables
diferencias culturales: las Iglesias luterana y reformada
de Alsacia (ECAAL y ERAL) admitieron a las mujeres
antes que las de Francia, con la excepción de Mont-
béliard, donde Geneviève Jonte fue ordenada en 1937.

Las Iglesias encontrarán una solución para conciliar la
necesidad sin perturbar demasiado la tradición: mujeres
sí, pero solteras o, en caso necesario, viudas, y mante-
nidas siempre en un papel secundario.

Para afirmarse, las pioneras adoptan una apariencia
decidida y masculina. Se les describe como pobremen-
te vestidas, con colores oscuros y teniendo que armar-
se de valor para soportar los reflejos: uno puede imagi-
narse cómo fue cuando la urbana Elisabeth Schmidt,
que entonces tenía 27 años, llegó a un valle de las Ce-
venas en 1935.

Pioneras:
– Elisabeth Schmidt (1908-1986) encarna la lucha por
el ministerio pastoral en la Iglesia Reformada de Fran-
cia (ERF). Hija de un diputado, estudió filosofía en la
Sorbona y luego teología en Ginebra. Asistente parro-
quial de 1935 a 1941 en Ste-Croix-Vallée française y
luego en Sète hasta 1958. Fue su parroquia la que soli-
citó su consagración.

– Geneviève Jonte (1906-1983), hija y nieta de un pas-
tor del País de Montbéliard. Estudios de teología en Pa-
rís. Asistente en 1934 en la parroquia de Montbéliard,
ordenada el 5 de septiembre de 1937, fue la primera
párroca del pequeño templo Saint-Jean que la familia
Peugeot había construido con sus propios recursos en
un nuevo barrio obrero (más tarde demolido cuando la
empresa Peugeot necesitó el terreno).

– Marieleine Hoffet (1905-1996), hija de un pastor, es-
tudió teología en Estrasburgo, Ginebra y Edimburgo.
Vicaria de la Iglesia Reformada de Alsacia-Lorena, se
casó en 1931. Participó en la Resistencia y en 1945
aceptó un puesto que nadie quería: la capellanía en los
campos de internamiento de colaboradores.

Luego pasó a la formación bíblica de la mujer. Lucha
por la eliminación de la prohibición impuesta a las muje-
res casadas el ministerio pastoral, obtenida en 1968.

– Jeanne Zurcher (nacida en 1917), padre de origen
suizo y madre estadounidense. Su vocación temprana
encontró oposición por parte de su familia. Estudios
teológicos en Ginebra, completados en París.
Asistenta parroquial en la Iglesia Reformada (París-
Étoile), en la Misión Popular de los
suburbios, luego en la Iglesia Evangélica
Luterana. Ordenado a la edad de 58
años en la parroquia de Suresnes.

Estas pioneras provenían de entornos sociales ricos o
de entornos pastorales. No fueron llevadas a cabo por
los movimientos de emancipación de las mujeres. No
fueron apoyadas tampoco por sus iglesias –donde sus
compañeros pastores a veces votaron en contra de
ellas–, sino por sus parroquias, que elogiaron sus habi-
lidades y su capacidad de escucha, y sobre todo por
una vocación inquebrantable.

Asistentes o Asistentas Pastorales
Señoras, vicaría parroquial en las Iglesias de Alsacia-
Lorena, asistentas parroquiales en las Iglesias de Fran-
cia, su estatuto es más bien vago, salvo en lo que res-
pecta al celibato.

Sus funciones docentes y diaconales llevaron a que se
les pidiera seguir cursos de trabajo social o de trabajo
familiar, al mismo tiempo que teología (una «escuela de
ministerios femeninos» con 3 años de enseñanza social
funcionó entre las diaconisas de Reuilly, en París, entre
1946 y 1950).

En los años 1920 y 1930 sólo se les permitía predicar
en circunstancias excepcionales, pero poco a poco sus
cualidades como predicadoras fueron reconocidas.
Cuando es posible, se les envía a las parroquias en va-
rios puestos, además de un párroco; designadas a un
puesto independiente, a una capellanía, realizan el tra-
bajo de un pastor, recibiendo el 70% del salario (ERF) o
el 50% (EELF) con, en principio, alojamiento. Se en-
tiende que sus funciones cesan si se casan, ¡pero una
mujer divorciada podría ser admitida!

(museeprotestant.org) 22/03/2025