Muertos bañados en oro -- Rodolfo Cortés Calderón

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Con este encabezado no pretendemos referirnos a los ya famosos faraones o reyes egipcios Ramsés III, Akenatón o Tutankamón sepultados cubiertos con un inmenso arsenal de oro: ataúdes, pectorales, máscaras, coronas, anillos, todo de oro macizo y gemas preciosas. Tampoco pretendemos mencionar las riquezas acumuladas por las culturas Azteca, Maya o Inca, parte de esta última celosamente guardada en el Museo del Oro de Perú. Mucho menos pretendemos referirnos al Museo de Oro del Vaticano que no dudamos posee riquezas que fueron saqueadas por los invasores conquistadores de estos territorios en los tiempos de la Colonia, siglos XIV, XV, y XVI por el clero, encomenderos y los herederos de la Corona de Isabel La Católica y que deberían ser devueltos a los pueblos americanos.

Según la revista italiana OGGI, en 1952 ESTADOS UNIDOS poseía 20,663 toneladas de oro, ocupando el primer lugar, mientras EL VATICANO ocupaba el segundo lugar con 10,000 toneladas. Bien haría FRANCISCO en iniciar una campaña para devolver estos tesoros a sus verdaderos dueños.
Como recordaremos también, fue el oro lo que más generó la codicia de los aventureros conquistadores europeos, principalmente españoles e ingleses hacia nuestras hermosas y vírgenes tierras de Abya Yala, ahora conocida como América.

Pero la fiebre del oro no ha terminado, contrario a eso se ha acentuado con mayor codicia por Estados Unidos, el Reino Unido –con todos los países satélites de la Commonwealth– Alemania, China y Rusia. Todos están enfermos del síndrome del oro, por eso sus grandes corporaciones financieras y bancarias están invadiendo territorios e instalando empresas extractivas, principalmente mineras y petroleras, por todo el mundo. Son estos países los que enferman, depredan y contaminan la naturaleza y la biodiversidad, principalmente a la raza humana; son los que firmaron el Protocolo de Kioto, pero no cumplen sus leyes y son los principales causantes del cambio climático.
Pero a nivel mundial existen países y gobiernos serviles a estas empresas corporativas mineras, Honduras es uno de estos países con un gobierno que ha puesto las riquezas de su territorio a los pies de estos piratas auríferos, argentíferos y petrolíferos. Una muestra de ello es la realización del II Congreso de Minería realizado en Tegucigalpa a mediados de julio pasado, patrocinado por funcionarios del Estado de Honduras.

Casi no hay un rincón de Honduras que no esté bendecido por la naturaleza con grandes yacimientos de oro, plata, zinc, hierro, plomo y se dice hasta uranio, entre otros, pero para el pueblo que vive las duras consecuencias de estas empresas mineras esto se ve más como una maldición ya que éstas destruyen y contaminan la naturaleza y con ella las aguas, los suelos y el aire; la vida en general. Su producto final es muerte y desolación.
Testigo de esta barbarie minera es el pueblo fantasma de San Juancito cuya mina fue explotada desde 1878 hasta 1954, 75 años, año que fue abandonada dejando contaminados y horadados los suelos hasta las faldas del cerro de El Picacho en Tegucigalpa donde han borrado del mapa producto de hundimientos centenares de casas en los barrios El Edén y El Manchén.

En el Valle de Siria otra empresa minera Entre Mares de Honduras dejó grandes secuelas, principalmente enfermedades y contaminación, pero hay otra concesión a favor de Five Star Mining S.A. de CV. La empresa minera Nyrstar de El Mochito en Las Vegas, Santa Bárbara, es otra enorme fuente de envenenamiento de las aguas subterráneas y del Lago de Yojoa, que muere lentamente.

Pero el daño más patente y el sufrimiento más grande lo vivieron los pobladores y territorios de San Andrés y San Miguel a finales del siglo XX, borrados literalmente del mapa. No obstante, la explotación minera artesanal de San Andrés viene desde la Colonia; la minería corporativa se instaló en ese sector en 1988.
En los primeros años de este siglo la entonces empresa Minerales de Occidente, S.A., MINOSA, pagó y emborrachó a los pobladores de San Miguel para sacar y trasladar los cadáveres de sus familiares?muchos en estado de descomposición–del cementerio de entonces a uno nuevo, para instalar en ese lugar la planta de lavado y purificación del oro (ADR).

Sin embargo, la víctima más grande hoy día en ese sector es la comunidad de AZACUALPA, en el municipio de La Unión, departamento de Copán, HONDURAS, resistiendo los embates de estos inhumanos depredadores transnacionales que atacan a los pobladores en su salud física y emocional las 24 horas del día y los 7 días de la semana produciendo detonaciones de dinamita y movilizando grandes maquinarias destrozando las entrañas de la tierra en su afán enfermizo de extraer oro.

AZACUALPA topográficamente está localizada en la parte más alta del yacimiento aurífero y la minera socava en contorno a este poblado como si de un pastel se tratara. ¡Y sí qué lo es! Pero nuevamente, como en San Miguel, el objetivo principal es el CEMENTERIO donde se aduce que las personas empobrecidas que fueron sepultadas ahí, están sobre la principal veta de oro, que es el objetivo principal de la minera y la manzana de la discordia con la comunidad.

El año 2003 durante 3 meses realizamos in situ una consultoría sobre el conflicto de las partes (Comunidades de San Andrés, Platanares, San Miguel, Azacualpa y municipalidad de Santa Rosa de Copán versus la empresa MINOSA) contratados por el comisionado de derechos humanos, CONADEH, donde pudimos comprobar la irresponsabilidad e intransigencia de MINOSA al no cumplir en su totalidad las Actas firmadas, limitándose sólo a cumplir las de menor exigencia (está en poder del CONADEH el INFORME FINAL Enero-Marzo 2003 (137 páginas) y en él pueden leerse 6 extensas Actas firmadas por representantes de estas comunidades, autoridades de MINOSA y diferentes autoridades locales y del Gobierno Central desde los años 1998 hasta el 2003.

Fue notorio durante este trabajo la complicidad descarada del CONADEH, el alcalde de La Unión, la Gobernadora Departamental de Copán, la Ministra del Ambiente y autoridades de DEFOMIN y DESA porque sabiendo de todos estos desmanes y abusos de MINOSA en contra de los pobladores toleraban y permitían sus arbitrariedades.
La valiente comunidad de AZACUALPA da la lucha. Lo menos que debemos hacer los defensores de los derechos humanos, del ambiente y las organizaciones sociales y populares es no dejarlos solos, porque aunque sus empobrecidos muertos estén bañados en oro, la transnacional minera es la dueña de las enormes ganancias, mientras las comunidades viven en la extrema pobreza y el Gobierno de Juan Orlando Hernández, JOH, recorre el mundo extendiendo la mano como pordiosero de la caridad internacional.

¡Qué ?honra?? para nuestros coterráneos hondureños de San Miguel, San Andrés y Azacualpa que hasta después de muertos los revistieron de oro!
¿Qué tendrá el oro para enloquecer a tanta gente y promover la avaricia? Bien lo dijo el obispo Jerónimo: ?NOSOTROS REALMENTE ARDEMOS DE CODICIA, Y MIENTRAS VOCIFERAMOS CONTRA EL DINERO, LLENAMOS NUESTROS JARRONES CON ORO, Y NADA NOS ES SUFICIENTE??.

01 de agosto 2016.