Durante una escala prolongada en el aeropuerto de Bruselas, entré en la capilla y en un anaquel de revistas encontré un pequeño folleto en francés que aún conservo: «Decir adiós. Vivir en la fragilidad». Son unas breves páginas acompañadas de algunas ilustraciones de un pintor ruso contemporáneo y dice cosas como ésta: «En cada momento de nuestra existencia decimos «adiós» a alguna persona o a alguna cosa. De mil maneras que lo son también de sufrimiento. Y sin embargo no nos gusta sufrir y huimos del dolor. Y hacemos bien porque estamos hechos para la alegría y para la dicha.
¿Qué podemos hacer para encajar los sufrimientos que nos causa decir adiós? Sufrimos al envejecer, al ver apagarse nuestra energía; sufrimos al perder un ser querido: un hijo, el compañero o compañera de nuestra vida, un hermano o una hermana, un amigo, una buena vecina; sufrimos por un trabajo perdido o al que nos vemos obligados a renunciar; sufrimos por tantas heridas y tensiones, por el deterioro de nuestra imagen, por tantas oportunidades fallidas, por la perspectiva de nuestra propia muerte que se acerca inexorablemente…»
En las páginas siguientes aparecen estos epígrafes: «¿Dónde encontrar ayuda?», «¿Qué hacer?» y una serie de indicaciones: «Escuchar», «comprender», «curar…» Va describiendo distintas situaciones dolorosas de la vida: un hijo que muere, un accidente de circulación, los padres o el cónyuge perdidos, un suicidio, una depresión, el paro…Y diez «reglas de oro» para soportarlo o ayudar a vivirlo a otros: «Romper el silencio; dejar que se expresen los sentimientos de culpabilidad…; no precipitarse a responder a los porqués; acercarse a la gente que está pasando por esas situaciones sin preguntarse: ¿qué puedo decirles?, porque no hay nada que decir, sino solamente escuchar; no entrar en consideraciones religiosas si no se suelen hacer habitualmente o si sólo se está convencido a medias; pero, si se cree verdaderamente, no dudar en expresar abiertamente dónde va uno mismo a buscar fuerza y consuelo…»
¿Reflexiones de un psicólogo o de un terapeuta experimentado? No. Era una carta pastoral para el tiempo de Pascua de Mons. Godofried Danneels, Cardenal Arzobispo de Malinas-Bruselas, y terminaba así: «Hermanas y hermanos: estamos otra vez en los días que preceden a la Pascua. Dirigid vuestra mirada a Jesús: él nos ha precedido en todo esto. Su vida ha sido renuncia y su renuncia, vida. Esto es la Pascua. Y es esta Pascua la que os deseo a todos».
La llamada a mirar hacia Jesús, «hacia arriba», después de todo el recorrido anterior por los «lugares de abajo», me ha recordado las costumbres del Dios que habló con Moisés en la zarza ardiente: «He oído el clamor de mi pueblo…, he visto su aflicción…y he bajado…para hacerle subir a una tierra que mana leche y miel» (Ex 3,7-8). El movimiento es de abajo arriba: oír, mirar, conocer, «bajar», para «hacer subir».
A la espera de recibir alguna carta episcopal que me hable desde abajo, desde las cosas que me pasan y no de las que deberían pasarme y me las diga de una manera sencilla, breve, tocando mis experiencias vitales para conectarlas con el Evangelio, voy a volver a leerme en esta cuaresma el folleto francés.
Muchas gracias, Monseñor Danneels.