Como en San Carlos Borromeo, la jerarquía eclesiástica no perdona
Los vecinos del pueblo granadino de Albuñol llevan un mes protestando por el traslado injustificado y forzoso del párroco Gabriel Castillo, un joven de 27 años que ha conseguido la movilización masiva de esta localidad costera. Según los vecinos, la heterodoxia de los métodos de Castillo -excesivamente implicado, para algunos, en la ayuda a la comunidad- habrían provocado su traslado. Pero los vecinos están dispuestos a llegar hasta la huelga de hambre (medida que ya han tomado) con tal de reestablecer la normalidad. El fantasma de San Carlos Borromeo ?o la Iglesia roja- vuelve a ponerse de manifiesto: a la jerarquía eclesiástica parece inquietarle que la doctrina se cumpla, a veces, demasiado al pie de la letra.
Después de un mes de manifestaciones, cartas de protesta y encierros en la Iglesia, los vecinos de Albuñol siguen sin tener noticias del Arzobispado de Granada, al que llevan un tiempo exigiendo una explicación desde que conocieran la noticia del forzado traslado del sacerdote Gabriel Castillo al también pueblo granadino de Cenes de la Vega.
¿Por qué se llevan al cura?
A pesar de no conocer con certeza los motivos para el traslado de Gabriel, los vecinos de Albuñol tienen sus sospechas. Una de las vecinas afirmó que están seguros de que ?unas monjas del pueblo han presionado para que trasladen al párroco??, y es que ?a la madre superiora no parecían gustarle los métodos del joven sacerdote??.
Con los marginados
Omar, un senegalés que vive en Albuñol, explicó que antes de que llegara Gabriel ?vivían en tiendas de campaña en el campo de fútbol y Gabriel les dio una casa??. De hecho, veintidós senegaleses y un rumano viven en la casa del sacerdote, que, según la gente del pueblo, ?ha sabido comprender los problemas de todos los vecinos y ayudarlos, especialmente a los colectivos más marginados??.
El arzobispo, firme
Más de 300 vecinos se congregaron hace unas semanas ante la sede del Arzobispado de Granada para reclamar que no se llevaran a su párroco. Los vecinos llevaban pancartas en las que se podían leer frases como: ?Albuñol quiere a Gabriel?? o ?Pedimos que dejen terminar la buena labor social del párroco Gabriel??. A pesar de la importante movilización, no se consiguió ninguna respuesta por parte de Francisco Javier Martínez, arzobispo de Granada, que, de momento, sigue guardando silencio.
Encierro
El pasado fin de semana, unos 300 vecinos se encerraron en la Iglesia del pueblo como señal de protesta y tienen la intención de seguir encerrándose allí todos los fines de semana hasta que Gabriel regrese.
Huelga de hambre
Nueve de los vecinos del pueblo permanecen en huelga de hambre desde el pasado domingo. Un ayuno voluntario al que se han apuntado incluso menores y que ha hecho caso omiso de los ruegos del propio sacerdote Gabriel Castillo, que pidió que esta medida no llegara a tomarse.
Prefieren ser ateos
Pero las medidas no acaban aquí. Desde que conocieron la noticia del traslado de Gabriel, los habitantes de Albuñol anunciaron que no asistirían a los actos religiosos hasta que volviera su cura, exceptuando los funerales: ?Si se llevan al cura, no pisamos más la iglesia y nos hacemos ateos??.
?De un plumazo??
Y es que tal y como explicaron en una carta de protesta que una representación de vecinos le entregó al vicario: ?El cariño que habíamos empezado a sentir por la Iglesia como institución, ustedes se lo han cargado de un plumazo??
A Sevilla o a Roma
Pedro Moreles, uno de los protestatarios, lo tiene muy claro en este sentido: ?Si hace falta, iremos a Sevilla a hablar con Monseñor Amigo o hasta Roma. No vamos a parar??.
La Iglesia ?roja?? de Madrid
El caso del cura de Albuñol recuerda bastante a lo que ocurrió hace cuatro meses en Vallecas, cuando el arzobispado de Madrid ordenó el cierre de la Iglesia San Carlos Borromeo, más conocida como la iglesia ?roja??, ya que, según Rouco Varela, los párrocos que dirigían esta parroquia no se ajustaban a la doctrina oficial sobre la liturgia. Todo parece indicar que las desviaciones respecto a la férrea línea doctrinaria se acaban pagando muy caras.