Enviado a la página web de Redes Cristianas
El derecho de organización:
Hermanos, el derecho de organización es un derecho humano. Nadie lo puede restringir. La Constitución ya pone los principios básicos: con tal que no sean contra la moral y el orden. Pero todo lo que es buscar comida para la familia, terrenos donde se pueda sembrar, abaratar los abonos, los insecticidas, preocuparse por esas cosas vitales de la vida y organizarse para no morirse de hambre, tienen derecho (2, abril, 1978/IV 131)
Una autentica democracia y no parches:
Es necesario que una sana, auténtica democracia abra los canales del diálogo para escuchar qué angustia tiene el pueblo, el campo, y se le den leyes y se le den organizaciones donde de veras se respire un ambiente de justicia y de paz. Mientras no haya eso canales, todo lo demás son parches y muchas veces parches violentos que, como decía Cristo, no hacen más que romper las telas viejas y hacer más trágica la situación de nuestro ambiente (16, abril, 1978/IV 167).
Emigrantes.
Es triste tener que dejar la patria porque en la patria no hay un orden justo donde puedan encontrar trabajo (3, septiembre, 1978/V 170)
La corrupción:
Podemos describir situaciones bien vergonzosas de hombres que debían darnos el ejemplo de honradez en el puesto de su gobierno, en sus negocios, en su dinero. ¿Y para qué aprovechan esos puestos, esas situaciones? Ya no se puede hacer nada por el bien común, se hace por el egoísmo. ¡Ah, si se revisaran muchas contabilidades! ¡Ah, si se pidiera cuenta de muchas obras públicas! No se ha respetado la ley de Dios por aquellos que debían de ser el modelo, los legisladores, los que mandan. Y en el pueblo, naturalmente, al ejemplo de los de arriba cunde la duda, la incertidumbre y el afán también de aprovechar. Entonces, tenemos una nación corrupta de arriba hasta abajo, porque se han olvidado todos de la ley de Dios, nos hemos olvidado de la ley de Dios (18, marzo, 1979/VI 211)
La Biblia:
Que nos digan, pues, que no leemos la Biblia. No sólo la leemos sino que la analizamos, la celebramos, la encarnamos, la queremos hacer nuestra vida (11, noviembre, 1979/VII 421).
La Biblia es el libro modelo para Aprender allí a vivir esa relación maravillosa de la fe y política (24, febrero, 1980/VIII 266)
Pecado. No hay pecado más diabólico que quitarle el pan al que tiene hambre (24, febrero, 1980/VIII 262)
Violencia. Si queremos que cese la violencia y que cese todo ese malestar, hay que ir a la raíz. Y la raíz está aquí: la injusticia social (30, septiembre, 1979/VII 310)
Deber de organizarse. Yo quisiera aquí hacer un llamamiento a los queridos cristianos: no les está prohibido organizarse, es un derecho y en ciertos momentos, como hoy, es también un deber, porque las reivindicaciones sociales, políticas tienen que ser no de hombres aislados, sino la fuerza de un pueblo que clama unido por sus justos derechos (16, septiembre, 1979/VII 261)
La Iglesia No es partidaria. La iglesia –repetimos- no se identifica con ninguna opción concreta política, sino que apoya lo que en ella hay de justo, así como está dispuesta a denunciar siempre lo que tenga de injusto. No dejará de ser voz de los que no tienen voz mientras haya oprimidos, marginados (20, mayo, 1979/VI 357)
No estar al margen de los Acontecimientos políticos. Hago un llamado al sector no organizado, que hasta ahora se ha mantenido al margen de los acontecimientos políticos, pero que está padeciendo sus consecuencias para que, como recomienda Medellín, actúen a favor de la justicia con los medios de que disponen y no sigan pasivos por temor a los sacrificios y a los riesgos personales que implica toda acción audaz y verdaderamente eficaz. De lo contrario, serán también responsables de la injusticia y de sus consecuencias. (20, Enero, 1980/VIII 181-182)
No absolutizar la organización. Lo hemos dicho mil veces, que la iglesia defiende este derecho del pueblo a organizarse, pero que, naciendo con fines tan nobles, se puede prostituir también en una falsa adoración cuando se absolutiza, cuando se considera como valor supremo la organización y ya se subordina a ella todo los otros interese aunque sean del pueblo. Ya no interesa el pueblo sino la organización (4, noviembre, 1979/VII 206)
No ser cerrados. La historia no se enmarca en sistemas rígidos, la historia es vida y quien se mete a manejar esa vida de la historia en política tiene que ser un hombre no cerrado a sus cuadros, sino abierto para comprender en esos cuadros la agilidad de la historia.
Primero el bien de la Patria. No el de la propia organización. Esto hace falta: que estos grupos organizados sean verdaderas diligencias políticas, sean educadoras del pueblo y que sean de verdad fuerzas sociales que sepan presionar y orientar pero sin cerrazones, sino abiertos porque lo que interesa hoy más que nunca es el bien de la patria antes que el bien de la propia organización (4, noviembre, 1979/VII 414).
PLATIQUEMOS:
¿Que es lo que mas me ha llamado la atención de lo que nos dice Mons. Romero en este folleto?
¿Que puedo hacer en mi comunidad para hacer participación ciudadana y no solo mirar la realidad, sino actuar en ella?
Fuente: Red Mundial de Comunidades Eclesiales