Enviado a la página web de Redes Cristianas
La Iglesia católica estaba mucho más cómoda con la dictadura bajo palio que ahora con la democracia bajo las urnas. Por eso ahora no solo no pone objeciones a que se entierre al genocida en uno de sus sagrados templos, sino que, en el aniversario de su muerte, en una decena de templos se celebrarán misas por el alma del finado.
Y digo yo, si tantas misas le dedican al dictador, a lo mejor es que no están muy seguros de que su alma negra haya entrado en el reino de los cielos. Aunque, vete a saber, con la bendición de muchos curas, prelados e incluso la recomendación de Pío XII, que Dios lo tenga en su gloria, a lo mejor está gozando de una de esas parcelitas en el más allá que tan hábilmente la Iglesia católica ha sabido vender, no solo a pobres inocentes, sino al mismísimo generalísimo.