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Acaba de aparecer un libro de los historiadores Ángel Briongos (i) y Antonio Gascón (d) presentaron ayer su libro ? El milagro del cojo de Calanda. La génesis de un mito?? (Editorial Geod). En el, como se sugiere en el subtítulo, se desmitifica uno de lo milagros más famosos atribuidos a la Virgen del Pilar. He aquí la descripción del milagro, hecha en el mismo decreto de su proclamación como tal por el arzobispo de Zaragoza, D. Pedro de Apaolaza Ramírez, el día 27 de Abril de 1641:
?Sucedió el milagro entre las 10 y las 11 de la noche del jueves 29 de marzo de 1640, en la villa aragonesa de Calanda y en la persona del joven Miguel Juan Pellicer, de 23 años. Contaba el joven Miguel Juan Pellicer 19 años cuando, trabajando en Castellón de la Plana, cayó de un carro, cargado de trigo, que conducía, y una rueda le aplastó la pierna derecha. Pasó 5 días en el Hospital de Valencia y pidió ser llevado al Hospital de Nuestra Señora de Gracia en Zaragoza. Debido a este incidente, fue necesario amputarle dicha pierna, dos dedos más abajo de la rodilla, lo que se hizo en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia, en Zaragoza, por el cirujano D. Juan Estanga, siendo enterrada por el practicante Juan Lorenzo García??.
Después de ochocientas páginas, los autores demuestran, como se pueden demostrar estas cosas, no con la seguridad y certeza de una demostración científica, sino con el aporte de nuevos documentos, a su vez proporcionan las versiones de otros testigos, o ponen de manifiesto los errores y lagunas del proceso probatorio del milagro. En concreto, dejan de manifiesto tres cosas que desvirtúan, si no anulan, la fuerza del mismo decreto de aceptación del ?hecho milagroso??. 1ª) Que hubo cruce de intereses, de las autoridades eclesiásticas y civiles. En ese momento venía muy bien a la ciudad de Zaragoza la propaganda positiva que iba a suponer un milagro tan especial. Si todos lo son, éste más: la aparición, (restitución, la denomina el decreto del arzobispo zaragozano, no por medios naturales, sino milagrosos: ? …le ha sido restituida milagrosamente su pierna derecha, que antes le habían cortado, y que tal restitución no ha sido obrada naturalmente, sino prodigiosa y milagrosamente, debiéndose juzgar tener por milagro, por haber concurrido en ella todas las circunstancias que el derecho exige para constituir un verdadero milagro …?? 2ª) Que los dos protagonistas claros son -Miguel Pellicer, el cojo de Calanda, y el vicario de dicho pueblo, Jusepe Herrero, ,que en ese momento estaba siendo investigado por la Inquisición. Además de que hay otro motivo claro, un cruce de intereses, con la lucha del clero como telón de fondo, 3ª) Que si Pellicer se quedó cojo, no es menos verdad, según todos los indicios que la investigación histórica de los dos autores testifica, era, todavía más, pícaro, y como tal se comportó en el proceso.
Todos estos datos nos los ofrece el diario ?Heraldo de Aragón??, con fecha de ayer, y al mismo remito al que quiera saber más del caso. Me he extendido un poco más de lo que suelo en los detalles para centrar bien el caso. Pero, según mi opinión, que he expuesto más de una vez en este blog, no haría falta el acopio de tantos detalles. Yo, simplemente, creo muy poco, por no decir, nada, en los milagros, a no ser en el sentido bíblico, de ?signos de la acción de Dios?? en el Antiguo Testamento, no siempre de estructura empírica, y de la acción del Señor Jesús, en el Nuevo (NT), Y, en ambos casos, narrados con un género literario bíblico, que como he sugerido poco antes, no necesita ser leído en sentido literal para ser entendido. Porque algo huele muy mal cuando convertimos los milagros en espectáculo de feria, en prodigio fantástico y taumatúrgico, o, como se hace en las beatificaciones y canonizaciones ofocoales, para demostrar el beneplácito de Dios con determinado fiel de la Iglesia. Lo que he llamado yo, más de una vez, ?santidad administrativa??.
Compaginar los milagros concretos, los que enfervorizan tanto a la gente, los que se afirman de tantos santos milagreros, y, ¡oh sorpresa!, de tanto fundador de orden o congregación religiosa, por parte de los miembros de las mismas, (aquí una excepción: nuestra Congregación de los Sagrados Corazones no se ha empañado nunca en ese tipo de canonización para nuestro fundador, para el Buen Padre; otra cosa radicalmente distinta es el caso de Damián de Molokai), compaginar, digo, estos milagros con la definición del mismo, como ?una excepción hecha por Dios a las leyes de la naturaleza??, no cuadra. No porque Dios no pueda hacer tal cosa, sino porque lo más probable, lógico y serio. es que no quiera. Porque no fue otra fuerza hostil, según nuestra fe, la que creó la Naturaleza, sino el Amor y la Providencia de Dios, los que la hicieron. Y, si como dice el Génesis, ?vio Dios que todo era bueno, ¿Como va a andar cambiando lo bueno que ?l nos regaló?