Eran los días previos a la Pascua. Desde hacía meses tenía comprado mi billete de avión para celebrarla con mis amigos en Huelva. Estaba de paso por Calais. Me acogían en una casa con varios migrantes. Desconocía que los cristianos de origen etíope tienen por costumbre no darse la mano ni abrazarse durante la Semana Santa. Ningún contacto físico hasta el domingo de Resurrección, algo ligado, según me dijeron, al beso de Judas. ··· Ver noticia ···
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