En la crisis de Honduras, la Iglesia no está con ninguna parte
Explica el cardenal Óscar A. Rodríguez Maradiaga
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 15 de julio de 2009 (ZENIT.org).- En medio de la crisis institucional que vive Honduras, la Iglesia no está con ninguna parte, asegura el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga.
El presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Tegucigalpa ha agradecido el llamamiento que hizo este domingo Benedicto XVI al diálogo y la reconciliación, como medio para superar el conflicto, que llevó a la expulsión del país del presidente Manuel Zelaya.
«Hemos sentido una gran alegría: el Santo Padre nos ha dado tanta fuerza con esas palabras tan llenas de sabiduría. Lógicamente la comunidad católica le da las gracias y está muy contenta», ha afirmado el purpurado a los micrófonos de «Radio Vaticano».
«Entre los seguidores del régimen precedente –aclara– hay también muchos católicos que actúan en buena conciencia, pues no tienen toda la información. La Iglesia no puede estar de parte de nadie. La Iglesia busca la reconciliación, la paz y busca sobre todo el entendimiento a través del diálogo».
El cardenal invita a seguir el Evangelio, «que dice claramente que quien ejerce la violencia perecerá a causa de la violencia, y que un reino dividido no puede continuar. Tenemos que buscar la unidad en lo que es esencial».
«Los partidos políticos pueden ser legítimos, pueden tener modos distintos de pensar, pero esto no justifica de ninguna de las maneras la violación de la ley», aclaró.
Sin embargo, «si volvemos atrás, descubrimos que no ha sido respetada ninguna ley porque el primero que la ha violado es la máxima autoridad», lamentó.
«Creo que es muy importante regresar a Dios -propone el cardenal–, que se examine nuestro corazón, para vaciarlo del odio y de la violencia y que, como hermanos hondureños, busquemos los mejores caminos para el futuro de este país».
El cardenal aprovecha para pedir «las oraciones de todos los amigos de los hondureños, pues en el momento en el que las cosas parecen imposibles, Dios las hace posibles».
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MI VIVENCIA DE IGLESIA Y EL CARDENAL RODRIGUEZ MADARIAGA…Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente (Cfr. Ap. 3,15-16)
La Iglesia Latinoamericana y especialmente la Iglesia Uruguaya, siempre ha defendido el funcionamiento democrático de la convivencia social, como el único modelo posible en la consecución de la pública Felicidad, así el insigne jefe libertario de la Patria Don José G. Artigas, contó con la cercana presencia de los Franciscanos, así en los años duros, muchos miembros de la Iglesia, por su compromiso de fe, se entregaron a la lucha contra la dictadura y el golpe de Estado que asoló nuestro país, yo aprendí mi catequesis, conociendo a una Iglesia profundamente comprometida con los sufrimientos de los más desposeídos y esto no sólo me fue trasmitido como una enseñanza intelectual, a mi alrededor una nube de testigos, incluso mártires, que dieron su vida, por los ideales de Fe, de Amor por el pueblo y defensa de la democracia… Como no recordar, los queridos hermanos presbíteros, religiosas y religiosos y un legión de laicos, que en su lucha contra la dictadura sufrieron la cárcel, la tortura y alguno de ellos como el entrañable padre Guarino, entregaron su vida, incluso tuvimos nuestro Obispo exilado Mons. Mendiarath… de la diócesis de Salto. En esa Iglesia aprendí a vivir la fe…
Nosotros oímos las voces que nos dicen que el servicio de la política, es para el logro del superior objetivo de la justicia, de la democracia y de la verdad… Pero me pregunto como un pastor que ve que unos violentos que traicionando su juramente de fidelidad al pueblo, toman sus armas y sin ningún proceso previo, ejercen violencia contra las instituciones democráticas y vulneran la voluntad del pueblo, como puede justificar esa conducta…
Como un pastor al ver que el pueblo reclama y pide la restitución de la democracia, es reprimido, golpeado, se le quitan sus garantías y peor aún se les asesina, como un pastor, no siente en su corazón la incontratable necesidad de estar con su pueblo, con los pobres, con los heridos, con los perseguidos, con los asesinados y sus familias…(Lc. 6,20)…
Como puede comparar una actividad del presidente legitimo… que ningún tribunal juzgó (porque no hay cosa juzgada), por lo que no esta establecido si violo o no la Ley, con una sarta de gorilas que a tiros atentan contra la democracia y se impone, asesinando al pueblo…
Seria bueno no olvidar la carga de verdad en nuestra afirmaciones, porque usted señor cardenal no debe olvidar que cuando se trato de la reelección del Presidente Suazo, este Señor Micheletti, proponía la creación de una constituyente y ahora se atreve a dar un golpe de estado…con esa excusa…de que bien intencionados me habla en este gobierno golpista Sr. Cardenal…
Y porque es bueno que quien pretende ser el servidor de todos, como lo debe ser Usted Señor Cardenal, no olvide que su pueblo, los pobres, que son la mayoría de los Hondureños, ha sido largamente expoliado por la oligarquía que hoy se encarama al poder, condenándolo a la pobreza y a la pauperización – seria bueno que volviera a leer las palabras que dice…”El aumento sistémico de las desigualdades entre grupos sociales dentro de un mismo país y entre las poblaciones de los diferentes países, es decir, el aumento masivo de la pobreza relativa, no sólo tiende a erosionar la cohesión social y, de este modo, poner en peligro la democracia sino que tiene también un impacto negativo en el plano económico por el progresivo desgaste del «capital social», es decir, del conjunto de relaciones de confianza, fiabilidad y respeto de las normas, que son indispensables en toda convivencia civil.”
No logro entender que clase de malévola complicidad ha acallado en usted el Espíritu Profético… Es que la justicia de la que se habla en la última encíclica papal, no se aplica a estos asesinos que gobierna su país(recordando perfectamente que la justicia es la mínima medida de la caridad y que sin ella no existe la caridad)… Toda la Fe, que me fue entregada, no comprende y rechaza su postura Señor Cardenal, a tal punto que profundamente consternado y escandalizado y me pregunto si yo y usted creemos en el mismo Dios
(Información recibida de la Red MUndial de Comunidades Eclesiales de Base)