De paseo por los campos del Bajo Piura, al norte del Perú, Paco, compañero jesuita que lleva media vida aquí, se siente en casa. “Comadre”, grita desde la puerta y dentro una voz hospitalaria nos invita a entrar. Fuera hace un sol brillante que, a la tarde, me pasará factura con algunos síntomas de insolación. No en vano esta tierra soporta uno de los índices UV más altos y poderosos de la superficie terrestre. Niñas y niños juguetean dando patadas a una pelota en la pista de tierra que lleva a sus casas. ··· Ver noticia ···