Los que seguimos ATRIO hemos estimado desde hace tiempo las excelentes aportaciones de Rodrigo Olvera en los debates. Hoy nos enteramos que es mexicano, de 33 años; defensor de derechos humanos, económicos, sociales y culturales. Últimamente está especialmente comprometido con la causa de Pasta de Conchos y en este escrito nos habla cómo vive esa situación a la luz de la Pasión de Cristo. El testimonio es escalofriante. ¿Qué pasión es más realista, ésta o la de Mel Gibson?
Sábado 23 de febrero de 2008.
Dos años y cuatro días de la explosión en la mina de carbón conocida como Pasta de Conchos, que provocó la muerte de 65 trabajadores mineros, de los cuales 63 siguen sepultados a pesar de que técnicamente es posible realizar el rescate de sus restos.
Dos años y cuatro días de injusticia y mentiras por parte del Grupo Industrial Minera México y de silencio criminal de la empresa subcontratista General de Hulla; que han impedido la continuación del rescate de los restos, para evitar que se llegue a la evidencia de su responsabilidad en este homicidio industrial.
Dos años y cuatro días de impunidad y negligencia por parte de las autoridades laborales mexicanas, con tal de proteger a Germán Larrea y sus intereses económicos y políticos con el “gobierno de empresarios para empresarios”.
Dos años y cuatro días en que el Obispo de los trabajadores fallecidos y sus familias no ha podido llegar a la conclusión de si existe o no responsabilidad por parte de la empresa, que por cierto le ha donado dinero y terrenos para obras diocesanas. (Para conocer los detalles de los hechos, responsabilidades y encubrimientos ocurridos en este caso, se puede ver la página web: http://www.pastadeconchos.net/ y si no se abre, esta información de Wikipedia).
Sábado 23 de febrero de 2008
Dos años y cuatro días de vivir sin el esposo, el hijo, el padre. Sin poder terminar de elaborar el duelo necesario, porque sigue abierta la herida de la injusticia, el desprecio, y la burla de empresa y gobierno. Pero sobre todo, porque “ellos” siguen atrapados dentro de la mina.
Dos años y cuatro días de vencer la vergüenza de organizarse, y reclamar justicia para sus familiares fallecidos y para las familias mineras de la zona. De ser señaladas y señalados como revoltosos, o ingenuos, por exigir justicia y castigo a los responsables.
Pero sobre todo, dos años y cuatro días con una exigencia primera e innegociable: rescaten a nuestros familiares, que se ha convertido a partir de que se declaró la imposibilidad de encontrarlos con vida en rescate de sus restos para poder darles cristiana sepultura.
Dos años y cuatro días de cercanía solidaria del obispo Raúl Vera, del Equipo Nacional de Pastoral Laboral, de miembros de Comunidades Eclesiales de Base.
Sábado 23 de febrero de 2008
Diez días de que algunas de las familias viven en la calle, a las afueras de las oficinas corporativas de Grupo México en la Ciudad de México, esperando respuesta a su solicitud de ser recibidas por el Presidente de la República, para demostrarle con peritajes hechos por expertos en minas de carbón, que el rescate de los restos de sus familiares es posible.
Diez días en que las familias han sido amparadas por unas tiendas de campaña, un par de mesas, varias mantas. Y mucha Dignidad. (Toda solidaridad es bienvenida para agrandar la tienda y el corazón).
Sábado 23 de febrero de 2008.
Habíamos puesto esta fecha para nuestra reunión de La Diáspora; y por iniciativa de Elvia, decidimos acudir a visitar a La Familia de Pasta de Conchos al plantón. Acudimos Vania (que es primera vez que acude a una de nuestras reuniones), Elvia, Roberto y yo.
Durante cuatro horas compartimos la palabra, las preguntas, incluso las risas con ese humor tan particular que te da llevar dos años y cuatro días con la misma lucha; las familias nos compartieron también información y comida.
Caigo ahora en la cuenta que hace dos años y un día que conozco a Elvira, una de las viudas en plantón, y sigue teniendo lecciones que enseñarme: Lo que me mantiene es el amor a mi esposo.
Sale en medio de la plática el tema de la fe, y el tema de la resurrección. Elvira dice que no puede comparar lo que ha tenido que vivir en la lucha por el rescate de los 63 trabajadores con lo que debió sufrir Jesús en la pasión; y espera que haya resurrección para todos los mineros de la zona, que mejoren las condiciones de vida, que haya justicia. Yo guardo estas palabras, que se me mantienen dando vueltas en el corazón hasta este momento.
Pienso en Jesús y su pasión.
Pienso en que él también, como los 63 compañeros atrapados en la mina, fue asesinado y puesto bajo tierra sin recibir la debida sepultura y honras fúnebres.
Pienso que María, su madre, debió tener sentimientos muy semejantes a los que tiene hoy Doña Trini por no poder llevar a su hijo a una tumba donde honrarle.
Pienso que las mujeres que quisieron ir a buscar el cuerpo de Jesús para cumplir los ritos funerarios por el amor que le tenían, podrían entender perfectamente que hoy una mujer mantenga una lucha de dos años y cuatro días por amor a su esposo.
Y no puedo evitar pensar que las autoridades de entonces también quisieron dificultarles el camino a quienes amaban a Jesús; así como hoy el Secretario del Trabajo está ordenando que nadie entre a la mina a concluir el rescate, e interpone recursos judiciales para que se declare que las familias no tienen “interés jurídico” para demostrar que el rescate es técnicamente posible y moralmente necesario.
Pienso que de todo el grupo que seguía a Jesús, muchos se escondieron y se quedaron como paralizados; pero un grupito pequeño de mujeres se atrevieron a romper las reglas religiosas, los convencionalismos sociales y a desafiar a la propia autoridad llevadas por su amor… y así se convirtieron en las primeras en experimentar la resurrección de Jesús y en ser sus enviadas para dar Buenas Noticias a todos los demás. Así como la Familia de Pasta de Conchos nos está anunciando el Evangelio a toda la sociedad mexicana con su lucha hasta el día de hoy.
Quizá muchos no estén dispuestos a creerles a las familiares de los mineros que el rescate es posible y necesario, ni creerles que el castigo de los responsables es posible y necesario; hasta en ésto se me asemejan a las mujeres que acompañaban a Jesús, pues los mismos apóstoles no creían en el testimonio de la resurrección que les llevaba María Magdalena.
Yo por mi parte, me dejo evangelizar por el nuevo de grupo de mujeres (y algunos hombres) que siguen a Jesús en sus circunstancias actuales: el plantón de La Familia de Pasta de Conchos, y me uno a su coro. A UNA SOLA VOZ: RESCATE YA. Se lo exijo a las empresas, se lo exijo al Presidente de la República y al Secretario del Trabajo. Pero también lo pongo delante de ese Dios en quien (a pesar de todo) aún tengo fe:
Dios y Padre nuestro.
Tú que experimentaste el dolor de ver el cuerpo de tu Hijo reposar bajo la tierra sin la debida sepultura, y con brazo poderoso lo rescataste para mostrar tu Misericordia y tu Justicia; concédenos a nosotros obtener el rescate de nuestros hermanos sepultados en la Mina Pasta de Conchos. Te lo pedimos confiadamente en el Nombre de Jesucristo, nuestro Señor. Amén.