Tras las elecciones celebradas en México el pasado mes de julio, el país puso de manifiesto que no se ve en la misma ?ola? de izquierda que se dibuja en la región latinoamericana. La permanencia de la derecha, a través del Partido Acción Nacional (PAN) en el gobierno mexicano para los próximos seis años, llega gracias a la suma de una serie de circunstancias sociales, estructurales e históricas que marcan la diferencia con respecto a ascenso que los gobiernos progresistas están experimentando en otros países del continente.
La conformación de la izquierda política en México atravesó, en el siglo pasado, por numerosos intentos de consolidación que fueron abortados por el entonces régimen del Partido Revolucionario Institucional (PRI). En algunos de esos casos se produjo con la complicidad de fuerzas internas de las formaciones socialistas que se dibujaban en el limitado sistema de partidos en el país.
Mientras, eran muchos y variados los esfuerzos de crear una oposición de izquierda al PRI. En la derecha se abría cada vez más fuerza el Partido Acción Nacional (PAN), fundado en 1939 cuando la formación gobernante se llamaba Partido Nacional Revolucionario (PNR), que años más tarde cambio a PRI.
Sin duda, uno de los principales ejes para lograr el acceso al gobierno de México, es el trabajo con los valores y principios de una sociedad conservadora como la mexicana, en la que en torno al 90 por ciento de sus habitantes es de religión católica. Se preserva el valor de la familia como el más importante y, en términos políticos, tiene antecedentes de ser formada de cara a un ejercicio vertical del poder.
Desde los años treinta hasta el final de los gobiernos del PRI, imperó en los partidos políticos el discurso a favor de la justicia social, como principal objetivo para la sociedad. El electorado a su vez se acostumbró a ello hasta la conformación en 1987 del Frente Democrático Nacional, que no varió el discurso pero se estableció como opción política y que en 1988 casi arrebata la Presidencia de la República al PRI. Tras ese proceso se constituyó en lo que hoy se conoce como Partido de la Revolución Democrática (PRD). Sin embargo, sólo esa vez ha podido superar en elecciones presidenciales al PAN, que basó su trabajo en los distintos estados que conforman el país: ganar primero alcaldías y el gobierno de Estados, para después enfocarse en un proyecto nacional de mayor calado.
Apertura a la globalización
Los últimos gobiernos del PRI abrieron el camino de México hacia la globalización. Firmaron los acuerdos de renegociación de deuda con organismos internacionales, incorporaron al país al GATT, hoy OMC, así como a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), se conformó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Estados Unidos y Canadá, los acuerdos con varios países de Centro y Sudamérica, la Unión Europea (UE) y se proyectó al país como un mercado emergente, como socio estratégico y objetivo de las inversiones extranjeras de las principales potencias del mundo.
Desde la década de los noventa, la economía mexicana es objeto de la atención de las principales compañías estadounidenses y europeas, las consultoras, los centros de estudio y su futuro es constantemente revisado por las ?think thanks? de Estados Unidos y Europa.
Con todo ello, la sociedad mexicana se preparó para la transición política que fue lograda en el año 2000. Precisamente en ese momento apareció en escena en México una organización secreta basada en las ideas de José Antonio Primo de Rivera, fundada en 1962, con el apoyo de varios grupos de la extrema derecha que habían comenzado a introducirse en el PAN desde la década de los setenta. La Organización Nacional del Yunke logró su acceso al poder público en el reciente gobierno de Vicente Fox (2000-2006), con algunos de sus principales integrantes en las estructuras del gobierno, en puestos claves como ?el coordinador de Innovación Gubernamental de la Presidencia de México en es gobierno, Ramón Muñoz Gutiérrez, el secretario particular de Fox, Emilio Goicoechea, y pasaron por puestos claves de la Secretaría de Gobernación otros miembros del Yunke, como Humberto Aguilar Coronado, Juan Carlos Espina, y Enrique Aranda Pedrosa??. Estos datos los reveló el respetado periodista mexicano Álvaro Delgado en su obra ?El Ejército de Dios. Nuevas revelaciones sobre la extrema derecha en México? (Ed. Plaza y Janés, 2004).
¿Qué pasó con la izquierda?
La permanencia de la derecha a través del PAN en el gobierno de México para los próximos seis años no necesariamente está en la llegada a las estructuras del poder del Yunke, sino que tiene como causa la suma de todos los campos analizados anteriormente, y que, a su vez, marcan la diferencia del por qué México no se ve en la misma ?ola? de izquierda que se dibuja en la región latinoamericana.
En primer lugar, la izquierda mexicana que surgió en 1987 aún no logra ser un partido de gran fuerza interna y estructura de cara a la sociedad. Aún cuando en las elecciones de julio de 2006 su candidato Andrés Manuel López Obrador casi consigue ganar ?y ello gracias a su figura como opositor y no tanto a las preferencias electorales que despierta el PRD entre el electorado?. A este hecho se suma la desconfianza que la sociedad mexicana tiene ante los partidos políticos, después del ?desencanto?? vivido en el sexenio de Fox en que se sintió el cansancio al discurso político.
La condición de sociedad conservadora, que se mantiene a pesar de las graves crisis económicas sufridas, el desgaste político y los problemas sociales que aquejan a los ciudadanos serían algunas de las condiciones de peso por las cuáles no se cuestiona la permanencia de la derecha en el poder. Además, con los 71 años de gobiernos del PRI quedó probada la actitud de muchos mexicanos de no optar por el cambio y privilegiar la frase de ?más vale bueno por conocido que bueno por conocer??.
La atención a los compromisos con organismos internacionales, el peso de Estados Unidos en el comercio y la actividad económica de México son la tercera respuesta, y con ella una de las que más debate genera al argumentarse que un gobierno de izquierda afectaría esos compromisos y por tanto la marcha de la economía mexicana. A esto hay que sumarle el hecho de que difícilmente Washington permitiría tener como socio en el sur a un gobierno que limitara la relación económica los intereses de sus principales grupos de poder.
De esta manera, con un discurso político cada vez más alejado del sueño de justicia social ?y a la vez una mayor desigualdad entre sus clases sociales? los compromisos económicos internacionales, el descontento hacia los partidos políticos y el conservadurismo de su sociedad, los mexicanos tendrán en los próximos años oportunidades para definir su futuro. Pero mientras, se mantendrá sin ser el país desarrollado que anhela, pero tampoco tomará el mismo camino que muchos de sus socios de Latinoamérica.