A echar leña al fuego de la polémica del escándalo sexual del clero italiano se sumó la entrevista a Messori, posiblemente el más famoso escritor católico italiano. Messori, escuchado «frecuentador de los sacros palacios» del Vaticano, como lo define el diario La Stampa, es coautor de Entrevista sobre la fe con el entonces cardenal Joseph Ratzinger, hoy Papa Benedicto XVI, y de Cruzando el umbral de la esperanza, con Juan Pablo II.
En la entrevista sus palabras golpean como piedras. Messori afirma que «es indudable que en la historia de la Iglesia una sexualidad desordenada ha podido convivir con la santidad». Critica el ambiente de «prohibido prohibir» en las sociedades contemporáneas, que impide a la Iglesia exigir disciplina interna.
«La Iglesia ha siempre sabido que seminarios y monasterios atraen a homosexuales. Antes estaba muy atenta para poner barreras al ingreso y vigilar la formación. Después, con el no a la discriminación, ha permitido el ingreso in forza de los homosexuales, y ahora la Iglesia paga esa imprudencia». Agrega que el problema no se resuelve con la abolición del celibato «porque el 80% de los casos son de gays».
«La caída de la fe y la revolución sexual agravan el problema. -dijo- Quién es causa de su mal llore a sí mismo: fueron eliminados los controles para admitir en el seminario también a los afeminados, cuyo sueño era estar en medio de los hombres.»
Messori hasta defiende a los curas que ceden al sexo non sancto. «Un hombre de la Iglesia hace el bien y a veces cae en las tentaciones? ¿Y entonces si fuera el caso de don Gelmini y de vez en cuando manoseara a un ragazzo habiendo salvado a otros miles? ¿Qué? La Iglesia beatificó a un cura denunciado muchas veces porque en los jardines públicos se mostraba desnudo a las madres.».
Estos argumentos controvertidos desataron ayer polémicas, destinadas a crecer. «Cristo no vino por los sanos sino por los pecadores», justifica Messori y remarca sin mayores cuidados: «¿Sobre qué bases la justicia humana santifica la homosexualidad y demoniza la pedofilia?».
Vittorio Messori concluye que la Iglesia es «realista». «Están los que no se detienen ante un plato de espaguetis a la matricina, quién no sabe eximirse de ser un putañero y quien, sin haberlo buscado, tiene pulsiones homosexuales». Lamenta que en la Iglesia «nadie osa más comandar, se pretende de la Iglesia el diálogo en lugar de la disciplina».