Desde Bukavu, en la República Democrática del Congo, el obispo François-Xavier Maroy Rusengo, se dirige a todos los cristianos de su diócesis en este crítico momento en que se preparan las elecciones después de tantos años de dictadura, guerras, invasiones, expoliación de sus riquezas y, sobre todo, la consecuencia que todo esto ha generado: cerca de 4 millones de muertos, en su mayoría población civil. Es un testimonio de pastor que sabe acompañar, vive el dolor de su pueblo y al mismo tiempo anima y sostiene para vivir los valores que humanizan en medio de tanta violencia.
Salvadas todas las distancias, en nuestra sociedad también estamos en un proceso de paz y normalización política. Tanto aquí como allí, la sociedad civil, las iglesias y fuerzas vivas, estamos llamadas a apoyar con determinación la no violencia, el diálogo y la negociación. En el norte y en el sur la resolución de los conflictos nos plantea la reconciliación, esa experiencia donde emerge lo mejor del ser humano, saber colocar en su lugar, tanto la justicia como el perdón.
Desde la verdad de los hechos, desde el amor, podemos curar las heridas y vivir en paz.
“Queridos hermanos y hermanas:
Los tristes acontecimientos que vivimos desde hace algún tiempo en la Provincia del Kivu Sur en general y en la Archidiócesis de Bukavu en particular nos impulsan, en primer lugar, a dirigir nuestro pésame a las familias de las víctimas de Muhungu, Cimpunda, Ciriri y otras aldeas y en segundo lugar, a interpelar a nuestras autoridades político-militares que tienen el mandato de proteger bienes y personas.
Nos choca constatar que hombres uniformados matan cotidianamente a nuestros compatriotas sin que se produzca un esfuerzo significativo para identificar a los criminales y sin que comparezcan ante la justicia.
¿Es un plan para intimidar e inestabilizar con fines políticos inconfesables? En 10 días se han producido 7 asesinatos y no se ha identificado a ninguno de los criminales.
¿Es una fatalidad tener que vivir así o se puede vivir de otra manera? Son los responsables [del orden] quienes tienen que darnos una respuesta.
Queremos ir a las elecciones. Las hemos esperado desde hace tanto tiempo; nadie tiene que hacerlas fracasar cuando sólo faltan dos meses. Es urgente confiar la gestión de nuestro país a las personas que hayamos escogido. Invitamos a las autoridades político-militares locales, nacionales e internacionales que saquen consecuencias de estos actos infames sufridos por el pueblo y rogamos, queridos hermanos y hermanas, que seáis prudentes, solidarios y que mantengáis como regla de oro, un sentido profundo del respeto a la dignidad humana. Estemos pues, vigilantes, ya que el enemigo de la paz y la democracia que está buscando filtrarse, no duerme ni reposa.
Se acercan las fiestas pascuales; con Cristo, Príncipe de la Paz, tenemos que resucitar para construir nuestro país en la justicia, la paz y el trabajo.
De nuevo, mi pésame a las familias que sufren.
A todos y cada uno, os deseo buenas y santas fiestas pascuales. Gracias.