Enviado a la página web de Redes Cristianas
“Acoger y abrazar a Jesús
en los pequeños de hoy,
amarlo en los últimos,
servirlo en los pobres”.
(Francisco)
«UN FUTURO DE ESPERANZA,
UN PRESENTE DE ENTREGA»
Quizá este sea el mensaje de este Adviento-Navidad que necesitamos que resuene, como lo hace en la palabra del profeta Isaías: Dios camina con nosotros, y abre para nosotros un futuro de esperanza.
Somos invitados a caminar en la luz del Señor hacia ese ‘monte de la casa del Señor’ hacia el que confluirán todas las naciones forjando arados de las espadas y podaderas de las lanzas. Somos invitados a caminar juntos y construir un futuro en el que nadie causará daño ni estrago porque estará llena la tierra del conocimiento del Señor.
Somos invitados al regocijo, a la fiesta y al júbilo, a fortalecer las manos débiles y las rodillas vacilantes porque aquí está nuestro Dios que viene en persona, que deja atrás la pena y la aflicción. Somos invitados al gozo de la esperanza cumplida, porque Dios está con nosotros, nacido de María, a las afueras, hecho un niño pequeño necesitado de la ternura que nos trae. Somos invitados a la alegría.
La alegría cristiana está unida a una experiencia de paz que permanece en el corazón incluso cuando estamos rodeados de pruebas y aflicciones, porque sabemos que no estamos solos, sino acompañados de un Dios que no es indiferente a nuestra suerte. Así como cuando el mar está agitado, que en la superficie aparece turbulento y en la profundidad permanece sereno y tranquilo. Esta es la alegría cristiana: un don gratuito, la certeza de sabernos amados, sostenidos, abrazados por Cristo en cada situación de la vida.
Dios quiere venir en las pequeñas cosas de nuestra vida. Se hace pequeño por mí. Para ser mi Dios se convierte en mi hermano. Y me pide acoger y abrazar a Jesús en los pequeños de hoy; amarlo en los últimos, servirlo en los pobres. Todo se recompone cuando en el centro está Jesús; Él, el Viviente. Volvamos a Belén. Que Dios nos conceda ser una Iglesia adoradora, pobre y fraterna. Esto es lo esencial. Volvamos a Belén.
Alegrémonos juntos, porque nadie podrá apagar nunca esta luz, la luz de Jesús, que resplandece en el mundo. Contemplemos al Niño. En su pequeñez es Dios. Reconozcámoslo. Aquel que abraza al universo necesita que lo sostengan en brazos. Él, que ha hecho el sol, necesita ser arropado. La ternura en persona necesita ser mimada.
Dejémonos atravesar por este asombro escandaloso. Volvamos a Belén, volvamos a los orígenes: a lo esencial de la fe, al primer amor. Dios viene a ennoblecer a los excluidos y se revela a gente pobre que trabajaba. Esta Navidad, Dios viene a colmar de dignidad la dureza del trabajo.
Adviento es el tiempo de afinar nuestros sentidos, nuestra mirada, nuestro oído, nuestra capacidad de ternura, para percibir esos signos de esperanza que nos invitan a la conversión, que nos ponen a la escucha y en la sintonía De Dios, y de los hermanos. Navidad es la meta humana de nuestra existencia: la de la encarnación y la misericordia entrañable, la de acoger la presencia De Dios en nuestra vida. Caminamos a la vida.
COMISIÓN PERMANENTE DE LA HOAC