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Estimados Sacerdotes casados y familia
Feliz Pascua de Resurrección y nuestra SOLIDARIDAD en el “dolor” causado por la cuarentena del COVID19.
Bíblicamente la “cuarentena” es un tiempo de cambios profundos e irreversibles (Moisés, 40 años en el desierto, Elías pasó 40 días en ayunas en el desierto, Jonás anunció que Nínive sería destruida a los 40 días, Cuarenta días pasó Jesús en el desierto ( Mt 4,2), se apareció a sus discípulos fue precisamente de 40 días ( Hch 1,3) etc). Nosotros estamos viviendo esa espiritualidad de cambio generalizado a nivel mundial. La cuarentena vivida en familias (pequeñas comunidades de los primeros cristianos), nos está llevando a una profunda reflexión, tanto a creyentes como a no creyentes.
En lo que respecta a nosotros y nuestra propuesta de una IGLESIA RENOVADA, la cuarentena, nos está interpelando a liderar el CAMBIO: “Somos Iglesia, de otra Iglesia, de la misma Iglesia”, como decía el gran Angelelli: “ Con un oído en el pueblo y el otro en el Evangelio”.
El Sínodo de la Amazonia, que fue una esperanza, terminó siendo una desilusión para muchos. Porque los sectores “señoriales” (conservadores, liderados por Sarah y otros) manejaron la redacción del documento final, poniendo en “jaque” al Papa Francisco.
En tal sentido, como movimiento de sacerdotes casados y sus familias, no podemos quedarnos con los brazos cruzados esperando la “buena voluntad” o mezquinando un “espacio” en la estructura “señorial”. Mons. Jerónimo, nos inyecto un espíritu de cambio y “terquedad histórica”. Llevamos casi más de 30 años en este camino: “Caminante no hay camino, camino se hace al andar”. Desde la fundación de nuestra Federación Latinoamericana (Lima-Perú- 1995), hemos avanzado poco (en ciertos aspectos), tal vez confiados en las palabras de algunos obispos: “Con calma”, “tengan paciencia”. Jesús, no espero con calma ni paciencia, se entregó a la cruz, porque sabía que es un paso necesario a la RESURRECCION.
Tenemos que asumir esta responsabilidad histórica encomendada por Jesús: “ Yo les envió . . . “, Pablo: “Ay de mí, si no anuncio el Evangelio” y de Mons. Jerónimo: “ . . . . “ (un encargo especial, a cada uno de nosotros).
Entendamos, el sacerdocio y episcopado casado (varones y mujeres) en la Iglesia ( Tit. 1,5ss “Por esta causa te dejé en Creta, para que pusieras en orden lo que queda, y designaras Presbíteros en cada ciudad ..” y II Tim. 3,2ss “Un obispo debe ser, pues, irreprochable, marido de una sola mujer . . .), como transversal a las denominaciones (católica romanas, ortodoxas, orientales, anglicanas, cristianas católicas, etc) y debemos impulsar su institucionalización con mas empeño. La gente (nuestro pueblo) en Latinoamérica ya nos reconoce como tales ( a diferencia de hace 20 años atrás) y con madurez sabe distinguir, unos de otros. Algunos, nos han acusado de desprestigiar la institución del celibato ( que para nosotros, debe ser opcional), pero ésta se debió a algunos “célibes” pederastas u obispos encubridores ( “Secreto Pontificio”, derogado por Francisco), difundido por los medios de comunicación.
Nuestro RETO, después de la cuarentena, debe ser el Espíritu de Pentecostés (Hech.2,1-41 “ . . Haré prodigios arriba en el cielo y señales milagrosas abajo en la tierra. .» SALIR de nuestros miedos y temores. “Dar la cara” y ejercer públicamente nuestro Ministerio ( si es que realmente tenemos vocación), como SACERDOTES. La gente nos quiere como sacerdotes, no como promotores sociales, psicólogos, sociólogos, maestros, periodistas, etc. Quieren VER en nosotros a hombres y mujeres que hablen de Dios y vivan la espiritualidad, en un mundo cada vez más lejos de Dios. Hoy, más que nunca, nuestra gente nos quiere a su lado con una palabra de aliento y ESPERANZA , compartiendo desde nuestras pobrezas.
Veo con esperanza, el trabajo de las mujeres que impulsan la Ordenación de las mujeres (Diaconas, Presbíteros, Epìscopas) unas veces pacientes y en momentos vehementes. Los sacerdotes casados debemos liderar esas iniciativas, en cada país y región.
Perú, 16 de abril 2020
En el Señor de la VIDA
Sus servidores
Yanet y Erman