Esta tarde quisiera volver a expresar una vez más el agradecimiento de nuestro corazón por la hospitalidad recibida aquí en Zagreb y queremos agradecer particularmente a todas las familias que han abierto sus puertas para alojar. Todos nosotros regresaremos mañana a casa. Quisiéramos recordar que, a todos, se nos ofrece vivir una amistad con Cristo. Por algo nos dice en el Evangelio: “Ya no os llamo siervos, os llamo amigos.”
Cristo no sólo ha venido para enseñarnos, sino para ponernos en comunión con Dios. Dice a cada uno: estás cerca de Dios, y ello por siempre. Incluso si nuestra fe es muy pequeña, incluso si tenemos la impresión de que la duda es fuerte en nosotros, Dios no deja de buscar nuestra amistad.
Existe un icono que expresa eso, el icono de la amistad. Viene de Egipto y es del siglo VI. En él vemos a Cristo que pone su mano sobre el hombre de su amigo para caminar con él, para acompañarlo.
Todos nosotros podemos reconocernos en este amigo de Cristo. Este icono recuerda el corazón del Evangelio: Si Cristo, resucitado, es invisible a nuestros ojos, podemos sin embargo confiarnos a su presencia. Él acompaña cada ser humano. Mirar este icono es ya una oración que nos une a Dios.
Y esta amistad la vivimos entre nosotros también. Cristo nos reúne en una única comunión, la de la Iglesia. Ensanchemos, pues, esta amistad, ¡superemos las separaciones que quedan! ¡Si pudiéramos realizar todo lo posible para evidenciar que la Iglesia es un lugar de amistad para todos!
Cuando tomamos conciencia de la amistad que Dios tiene para cada uno de nosotros, descubrimos un nuevo impulso para crear una amistad con quienes nos son confiados y en particular con las personas más vulnerables. La atención a las personas más abandonadas tiene un inmenso valor en nuestras sociedades donde la necesidad de ser eficaces conduce a veces a un aislamiento.
Hemos preparado varias copias del icono de la amistad, uno para cada país europeo representado aquí. A lo largo del año que viene, este icono os ayudará a realizar pequeñas peregrinaciones de confianza en lugares donde jóvenes se encuentran, de una ciudad a otra, de una parroquia a otra, a un hospital o a una casa de niños abandonados, en otros lugares donde hay personas que sufren. A través de este sencillo medio, podéis transmitir la buena noticia del Evangelio.
Hoy es sobre todo vosotros, los jóvenes, que estáis llamados a transmitir la alegría del Evangelio a otros. Recordad: Cristo busca vuestra amistad, pone el Espíritu Santo en vosotros, os precede y os acompaña a todos los lugares donde vayáis.