“Quieren dar la sensación de que se ha acabado, pero es falso”, afirma Marisela Ortiz. El pasado febrero desaparecieron tres mujeres en Ciudad Juárez, y en marzo se han perpetrado cuatro nuevos asesinatos.La Secretaría de Desarrollo Social mexicana informó de que en el país se registran al año 5.200 muertes de mujeres de entre 15 y 49 años por causas violentas. En Ciudad Juárez, la edad de las víctimas de desapariciones, violaciones y asesinatos ha llegado a los seis años. El feminicidio que ha hecho famosa a la ciudad no es quizás el más cuantioso del país, pero sí presenta un claro patrón sistemático y de continuidad desde 1993.
Feminicidio consiste en el asesinato de una mujer genérica, de un tipo de mujer, sólo por serlo y por pertenecer a ese tipo. Es un crimen dirigido a una categoría, no a un sujeto específico, por lo que la víctima queda despersonalizada. Feminicidio en Ciudad Juárez significa homicidio de mujeres jóvenes y pobres, con un físico definido, en su mayoría trabajadoras o estudiantes, secuestradas del espacio público durante días, torturadas con violaciones tumultuarias y muchas veces con mutilaciones, y asesinadas. Sus cuerpos son abandonados en descampados o en campos de ranchos de narcotraficantes. Otro de los patrones es el contexto de impunidad, por negligencia y complicidad por parte del Estado.
“Son nuestras hijas, son nuestras familias, y tenemos que poner por encima la verdad”. Así sintetiza la idea fundacional de la asociación Nuestras Hijas de Regreso a Casa su presidenta Marisela Ortiz. Compuesta en 2001 por familiares de las más de 460 mujeres asesinadas y cerca de 600 desaparecidas, trabajan para exigir justicia e incidir en la prevención, interviniendo directamente en el entorno. Ortiz considera “innegable que esos crímenes son ejercicios de poder, de dominación. La mujer en México todavía no es valorada como persona. El simple hecho de ser mujer habla de vulnerabilidad. Eres una mujer y corres el riesgo de ser asesinada. Y lo que es peor, corres el riesgo de que se niegue tu asesinato, y con ello tu propia existencia”. En el feminicidio confluye un patrón de cultura misógina, patriarcal y autoritaria, que se rebela contra nuevos modos de inserción de las mujeres en sus relaciones de pareja, y en su vida social y laboral: “Un 62% de los nacimientos en Juárez son de madres solteras. La mujer se va empoderando y quiere recuperar espacios. Se empieza a responsabilizar de su vida, de su cuerpo, de su diversión, y decide tener familia fuera del matrimonio. Es un proceso que se va dando sobre todo en el norte de la república, también por esos espacios que ha generado la industria maquiladora que les ha dado esa oportunidad, que será mala, pero sí, de empoderarse económicamente”, apunta Marisela Ortiz. Nuestras Hijas de Regreso a Casa tiene un equipo de radio que emite por internet, mientras luchan por conseguir un permiso para emitir por ondas en la ciudad, ya que su “objetivo mayor en la cuestión de prevención es dentro del entorno. Se trata de ir poco a poco despertando una nueva mentalidad donde Ciudad Juárez se convierta en un espacio habitable para las mujeres, en donde la convivencia entre hombres y mujeres no sea de esta naturaleza tan violenta. Para ello estamos impulsando un cambio cultural, y eso solamente se puede lograr si la radio es escuchada por juarenses, por mujeres en riesgo, por los hombres que son tan machistas”.
Informes de organizaciones como la Comisión Interamericana de DD HH, la ONU, o Amnistía Internacional documentan la ineficacia, indiferencia, insensibilidad y negligencia de la policía en las investigaciones, denunciando a las autoridades del Estado por actitudes como recurrir a las confesiones bajo tortura para presentar chivos expiatorios, u ordenar quemar un conjunto de prendas de las víctimas por ‘cuestiones de higiene’. Las autoridades llegan incluso a negar que haya mujeres desaparecidas, y para cerrar esos expedientes han intentado engañar a las madres. Manuelita, una abuela de Juárez que tuvo que volver a trabajar para mantener a sus dos nietas pequeñas cuando su hija desapareció hace diez años, lo manifiesta así: “En mi caso hasta fabricaron un cuento. Fueron y me dijeron: ya encontramos a su hija; está en esa casa y en ese pueblo. Con una foto que yo les había dado, la retocaron con photoshop. Era la fiscal nacional. Yo no los creí. Yo quiero saber, aunque esté viva o muerta, pero saber la verdad. Quiero la justicia. Que no me estén fabricando algo que no es. Yo dudo del Gobierno. Trabajan para hacerle a uno una película. Yo quiero la verdad. Yo quiero pruebas”. Sin embargo, Ortiz no cree que vayan a permitir que se realice una investigación, después de 14 años impidiéndola: “Las personas que están designando como posibles responsables de estos crímenes son gente muy poderosa, son empresarios y políticos importantes”. Para cubrir apariencias en la actualidad, las autoridades vienen implementando una “política de simulación”, surgida por la presión política generada a través de las visitas a otros países, y de las redes y los grupos de mujeres, de feministas y de DD HH que les han apoyado alrededor del mundo. Fruto de estas visitas, tienen lazos con organizaciones de trabajadoras de la maquila en Guatemala cuyos propietarios en muchos casos son los mismos que en Juárez. Denuncian que estos empresarios están implicados en los crímenes sexuales tanto de Guatemala como de Ciudad Juárez.
El apoyo local se hace más difícil. “Vas teniendo miedo porque sabes que estás en un riesgo enorme. La gente sí se indigna, pero no van a hacer nada. Pero vamos a seguirle”.
Ciudad fronteriza
Con 1,5 millones de habitantes y 17 parques industriales, concentra el 57% del empleo de todo el Estado de Chihuahua. La posibilidad de encontrar trabajo es razón para que 300 personas lleguen a diario a Juárez. Narcotráfico, prostíbulos, trata de blancas, migración ilegal, contrabando y delincuencia organizada son algunos de los destinos laborales. Entre el empleo ‘legalizado’ sobresalen las maquilas, o plantas de ensamblaje, en las que se fabrica un televisor cada tres segundos, y una computadora cada siete. Las multinacionales que las regentan son muy conocidas: Ford, Chrysler, Johnson & Johnson, RCA Thompson, Philips, Siemens. El despegue de la ciudad empieza en los ‘60, ante la necesidad de dar empleo a un flujo muy grande de migrantes que llega a la ciudad antes o después de intentar cruzar a los EE UU. Con el Programa Maquiladora en 1960, y el Programa Industrial Fronterizo, se fomenta el desarrollo de la industria de ensamblaje, y Juárez se consolida como centro industrial. La maquila introduce cambios sociales y culturales acentuados de forma muy acelerada, que acarrea graves consecuencias para la ciudad. El ser humano se convierte en producto desechable: se despide a trabajadoras por llegar dos minutos tarde. Juárez aumenta su población flotante y disminuye su calidad de vida. Hay mucha riqueza, pero ésta no llega a sus habitantes. No hay infraestructuras urbanas de salud, educación, seguridad o transporte. El 40% de la población vive en la extrema pobreza. La brecha entre pobre y rico se profundiza y genera violencia.
Impunidad y corrupción
Según la ONU, cerca del 98% de los delitos que se cometen en México no reciben castigo, y entre el 50% y el 60% de los jueces mexicanos están corrompidos por el narcotráfico, negocio que mueve al año de forma ilegal unos 24.000 millones de dólares. En 1990 Amago Carrillo Fuentes, fundador del cártel de Juárez, consolida en la ciudad su principal base de operaciones. Desde ahí se relacionará con el Partido de Acción Nacional de Chihuahua (el PAN gobierna México desde 2001). La corrupción se extiende como muestra el hallazgo, en enero de 2004, de una fosa con 12 cadáveres con tiros de gracia y signos de tortura, que culminó con órdenes de aprehensión contra varios agentes de la policía judicial del Estado, incluido el comandante Loya, uno de los oficiales de mayor responsabilidad en Ciudad Juárez, y que hoy continúa fugado. Para Marisela Ortiz: “La corrupción policíaca, que inicia desde el más bajo nivel hasta el más elevado, y el narcotráfico, nos guste o no, es quien domina la situación, es el poder más grande que existe, incluso más todavía que el poder político”.
(*) Marisela Ortiz es presidenta de la Asociación Nuestras Hijas de Regreso a Casa