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Quito, 13 de noviembre de 2018
Queridos hermanos y hermanas de La Marcha por el agua, la vida y la dignidad de los pueblos:
Una vez más han decidido salir desde el corazón de sus territorios con la voluntad inquebrantable de defender la vida y la dignidad de todxs. Como lo hicieron sus abuelas y abuelos, sus padres y madres y mañana lo harán sus hijos e hijas. No existe poder económico ni político que detenga esta lucha, porque responde a la fuerza de la propia naturaleza en su persistencia late en cada pueblo, en cada comunidad, en cada persona que teje vida presente y futura.
Su lucha, que es también nuestra, viene desde muy atrás, está enraizada en las
culturas ancestrales e históricas que resistieron una y otra vez la depredación
sistemática de la naturaleza y de los territorios, perversión que empezó en la
Conquista y no ha parado hasta el día de hoy. Esta lucha no se destruye porque la
criminalicen, la persigan, la enjuicien o encarcelen. Todo lo contrario, crece y se
fortalece desde el corazón de cada indígena, de cada campesino, de cada mujer y
hombre que ama la naturaleza que lo hospeda. Las semillas de esta resistencia, de
esta digna rabia, se han sembrado en todos los territorios amenazados por el sistema
capitalista y su voracidad destructiva, también en las ciudades donde los recibimos con
los brazos abiertos. Desde allí crecen en el corazón de las niñas y niños que seguirán
caminando y tejiendo comunidades de vida digna para las presentes y futuras
generaciones.
No vamos a permitir que destruyan los territorios, que exterminen a los pueblos libres,
que envenenen el agua, que contaminen la tierra y las semillas, que asesinen a los
animales, que nos enfermen y maten. NO lo vamos a permitir. Hemos decidido
sumarnos a su causa, asumir plenamente nuestra libertad, levantarnos y caminar
juntos demandando justicia. Somos con ustedes parte del estar desde hace más de
500 años tejiéndonos en comunidad, tejiendo resistencias, tejiendo luchas, tejiendo destinos dignos que ningún poder transitorio va a detener.
El único diálogo posible es aquel que busca defender la vida. No puede haber diálogos
para abrir los territorios a la destrucción. El único acuerdo es perseverar en la vida,
profundizar la humanización, en total empatía y respeto con la madre tierra. El diálogo
no puede servir para que los pueblos decidan su propia destrucción, no es humano, no
es ético, y no es digno.
Aquí les esperamos queridos hermanos y hermanas para juntar caminos, encontrarnos
para seguir tejiendo una vida común, y para defender la casa común.
Adhesiones a: fundacionpuebloindiodelecuador@gmail.com
Fundación Pueblo Indio del Ecuador
Acción Ecológica
FIAN Ecuador
Colectivo Caminantes
Carlos Zorrilla, DECOIN
Lina Cahuasqui, activista de derechos humanos
ACAI, Asociación de Campesinos Agroecológicos de Intag
Red Ecuador Decide No al TLC
Instituto de Ecologistas del Tercer Mundo
Aendia de Información Tegantai
Oficina de Derechos de la Naturaleza
Clínica Ambiental
REDLAR Ecuador