Cientos de personas depositaron sus huellas públicamente en una plaza de Roma para protestar contra el fichaje dispuesto por el gobierno del conservador Silvio Berlusconi de los menores gitanos a través de la toma de las huellas dactilares, constató este lunes AFP.
La manifestación, organizada bajo el lema ‘Los niños gitanos no se tocan’ fue organizada por la asociación cultural de izquierda ARCI, que invitó a los ciudadanos italianos a dejar sus huellas digitales para protestar contra la medida.
Jóvenes militantes de la organización tomaron unas mil huellas durante las dos horas que permanecieron en la céntrica plaza del Esquilino.
El ministro del Interior, Roberto Maroni, anunció a finales de junio la realización de un censo de los gitanos que residen en los campamentos, tanto de los menores como adultos, lo que generó una fuerte polémica.
La medida del gobierno fue criticada por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), ya que tiene como objetivo identificar a los niños gitanos.
El gobierno conservador nombró un responsable para ocuparse de los gitanos en Roma, Milán y otras grandes ciudades con el objetivo de acabar con sus campamentos irregulares, acusados de fomentar la inseguridad.
Varias organizaciones de asistencia a los inmigrantes han denunciado el clima de odio contra los gitanos y los rumanos en toda Italia, donde el nuevo gobierno de derecha de Berlusconi decidió endurecer las leyes contra la inmigración clandestina.
«Tomar las huellas digitales en general es discriminatorio. No se trata de un censo porque la medida afecta sólo a una parte de esa comunidad, la que reside en campamentos», subrayó la organización católica San Egidio.
Unos 150.000 gitanos residen en Italia, muchos de origen rumano o de la ex Yugoslavia, aunque en su mayoría son italianos.
Además de la influyente revista católica italiana Famiglia Cristiana, que calificó de «indecente» y «racista» la decisión de tomar las huellas digitales a los niños gitanos, numerosos políticos de izquierda, intelectuales y personalidades, han manifestado su rechazo, entre ellos el escritor Andrea Camilleri.
La semana pasada, el Parlamento europeo consideró «inconcebible» que un Estado de la Unión Europea (UE) tome una medida precisa contra un grupo social específico.