Enviado a la página web de Redes Cristianas
A pesar de la prohibición del préstamo con interés a los pobres (Lv 25,35-38), existe una esclavitud a causa de la deuda. Es decir personas vendidas temporal o permanentemente como esclavas hasta que paguen la deuda.
No es de extrañar semejante interacción entre la deuda y la esclavitud. En pleno siglo XXI podemos ver que sigue habiendo esclavitud en los países pobres como consecuencia de su deuda externa. Dice John Dominic Crossan: «La esclavitud por causa de la deuda no me sorprende en absoluto, puesto que en nuestro mundo actual, en aquellos lugares donde la ley prohíbe la esclavitud, simplemente se ha reemplazado esta por una deuda desmesurada, como nueva forma de esclavitud. ¿Acaso no es la deuda desmesurada una forma mucho mejor de poseer y controlar a individuos y naciones que las formas antiguas de esclavitud o el colonialismo directo?» Y podría añadirse: ¿no les está ocurriendo lo mismo a algunos países europeos como consecuencia de la presión extrema de sus acreedores? Y muchas familias del Estado Español, ¿no están sufriendo una interacción semejante como consecuencia de las hipotecas y los préstamos bancarios? (cf. ?Un teología arrodillada e indignada?, F.J. Vitoria Cormenzana, Sal Terrae).
Yo no sé qué lectura está haciendo la Iglesia de la crisis, pero pienso que, aparte de todo lo que hace en plan de caridad, debería llamar a la puerta y al corazón de los responsables de este entuerto con mucha más fuerza.
Jesús vive la experiencia de la injusticia y sabe que la abundancia de pocos supone la exclusión y miseria de muchos. Y no duda en calificar de injusta toda riqueza. (Lc 16,9)
No estaría demás insertar aquí unas palabras de Joseph Ratzinger, hombre nada sospecho de pertenecer a ninguna ideología ?peligrosa?? de izquierda: «Ante el abuso del poder económico, de las crueldades del capitalismo que degrada al hombre a la categoría de mercancía, hemos empezado a comprender mejor el peligro que supone la riqueza y entendemos de manera nueva lo que Jesús quería decir al prevenirnos ante ella, ante el dios ?Mammón? que destruye al hombre, estrangulando despiadadamente con sus manos una gran parte del mundo.»