Madrid. Curso utopías para tiempos de crisis (2012.2013): La utopía de Jesús de Nazareth -- Juan José Tamayo, teólogo

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CURSO UTOPÍAS PARA TIEMPOS DE CRISIS (2012-2013)
Conferencia LA UTOPÍA DE JES?S DE NAZARET de JUAN JOS? TAMAYO
Día: 3 de junio de 2013
Hora: 20,00
Lugar: Parroquia de San Carlos Borromeo, c/ Peironceli 2 Entrevías. MADRID
Libro-guía: Juan José Tamayo, Invitación a la utopía. Estudio histórico para tiempos de crisis, Trotta, Madrid, 2012

La utopía de Jesús de Nazaret

(síntesis)

En la senda de la religión bíblica de la esperanza hay que situar la utopía de Jesús, que es el reino de Dios, no entendido como trascendencia espacial disociada de la historia humana, sino como unidad de trascendencia divina e historia humana, buena noticia de liberación y sociedad alternativa. El reino de Dios es el ámbito donde convergen el plan salvador de Dios y las esperanzas humanas, y se dan cita lo utópico anidado en lo profundo del corazón humano y las aspiraciones emancipadoras de la humanidad. Es el lugar de encuentro de la liberación de la persona y el cambio de las estructuras injustas.

El reino de Dios no se manifiesta espectacularmente por medio de la violencia o del poder, sino a través del ejemplo de vida y de la palabra persuasiva, de la debilidad y la persecución, de la marginalidad y la pobreza; pero sin caer en la tentación del triunfalismo ni ceder a la prisa de la impaciencia. La esperanza de Jesús en la utopía del reino no fue incauta ni ingenua. ?l era muy consciente de las dificultades que se interponían para hacer realidad el ideal del reino como alternativa de sociedad. El reconocimiento de Jesús como mesías en los evangelios no responde a la imagen preestablecida de mesías. Su estilo de vida constituye todo un mentís a la imagen tradicional que las autoridades y el pueblo tenían de lo que debería ser el mesías. No disfrutó de situación privilegiada alguna. Todo lo contrario. Su mesianidad se caracteriza por la marginalidad, la persecución y el sufrimiento. La esperanza de Jesús cobra fuerza y consistencia en el conflicto y se hace operativa en las prácticas de liberación que realizó.

Ahora bien, la esperanza del Nazareno no fue la de un soñador o de un optimista ingenuo. ?l era consciente de las dificultades que se interponían en el camino hacia la utopía. Vivió la esperanza:

– en el marco de las expectativas mesiánicas de sus correligionarios y de las aspiraciones de liberación de los sectores populares, si bien distanciándose de algunas de las concepciones fuertemente arraigadas en el ambiente, como el etnocentrismo, el triunfalismo político, el legalismo y la apelación a la violencia;

– asumiendo las limitaciones de la naturaleza humana en trances como aquellos por los que pasó Jesús, como la traición, la delación, el abandono y la soledad;

– en la oscuridad y opacidad de la historia, si bien no cede ante la oscuridad, ni se instala en ella, sino que espera las luces del amanecer;

– ante la incomprensión de los suyos, que esperaban un mesías que paseara triunfalmente los trofeos de la victoria logrados sobre los enemigos y no aceptaban que el liberador tuviera que morir como malhechor;

– en medio de la persecución y del ajuste de cuentas de sus correligionarios;

– en lucha contra los poderes establecidos, que de manera arrogante se declaran intérpretes de los preceptos divinos y no soportan que un hombre normal y corriente desafíe a las autoridades políticas y religiosas y pretenda mutar los destinos previamente fijados por ellas;

– en la oscuridad, el silencio y el abandono de Dios, que es la experiencia más dramática de su vida y la prueba más difícil de superar .
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2 Cf. Juan José Tamayo, Dios y Jesús. El horizonte religioso de Jesús de Nazaret, Trotta, Madrid, 2006, 4ª ed., sobre todo el capítulo 2 ?La esperanza de Jesús??.