Enviado a la página web de Redes Cristianas
Es muy desalentador comprobar el lamentable estado en que quedan determinados espacios públicos después de diferentes “fiestorros” multitudinarios. Poco importa que se trate de la reciente fiesta de la noche de San Juan en playas y ciudades, o de celebraciones, como por ejemplo, la de fin de año en Salamanca por estudiantes universitarios.
Es costumbre, por parte de los medios de comunicación, destacar como noticia las penosas imágenes de la basura acumulada después de cada celebración multitudinaria, así como el detalle de las toneladas de vidrio, papel o plástico recogidas. Sin olvidarse, por supuesto, de resaltar la rapidez y eficacia de los equipos mecánicos y humanos proporcionados por los correspondientes consistorios para la limpieza del campo de batalla.
No observo, sin embargo, el mismo esfuerzo informativo para señalar el incivismo y el desmadre que suelen producirse en estas macrofiestas donde todo vale; donde la educación, la higiene, la sana diversión y el respeto medioambiental no parecen tener cabida. Tampoco observo el suficiente interés, por parte de los responsables municipales, en prever, advertir, educar, cuidar y, si fuera preciso, sancionar para evitar el desenfreno y el incumplimiento de unas mínimas normas cívicas.
/ Antoñán del Valle (León)