Con frecuencia la Iglesia Católica presenta santos a la sociedad universal, no sólo para darles gloria en los altares, sino también para que puedan servirnos de modelo de vida a imitar. Es lo que de nuevo piensa hacer ahora, una vez que concluya el proceso de beatificación del Papa de la sonrisa , que parece ser concluirá de forma satisfactoria en noviembre próximo, probablemente en la festividad de san Martín.
Eso dice el vicepostulador de la causa, monseñor Giorgio Lise , quien así lo ha declarado recientemente en la propia ciudad natal de Juan Pablo I . El anuncio lo ha hecho público con motivo de que hoy, día 26, se conmemora el vigésimo octavo aniversario del ascenso al Pontificado del cardenal Albino Luciani , quien hasta entonces había ejercido como Patriarca de Venecia. La fase diocesana del proceso se iniciaba hace tres años en Belluno, y cuando finalice en el otoño de este presente año habrá de pasar a la Congregación para la Causa de los Santos, donde se determinará definitivamente si sube pronto a los altares o si, por el contrario, su expediente se dejará enfriar durante años.
Todos conocemos que el purpurado Luciani fue un hombre bueno mientras ostentara el capelo cardenalicio, y sobrio a más no poder o muy cercano al mundo de nuestro tiempo en su reinado como Papa , el más breve de la historia después del de León XI , quien en abril de 1605 murió con menos de un mes de Pontificado.
Las propias palabras del, por entonces todavía, cardenal al aceptar la sucesión de Pedro , con el nombre de Juan y de Pablo, serían premonitorias de su pronta partida: «Sea Juan Pablo Primero, ya que el segundo vendrá pronto». Su elección, en la tercera ronda de votaciones, fue toda una sorpresa para el mundo entero, puesto que no había ocupado cargo alguno en el organigrama del Estado Vaticano. Suponía mucho de optimismo para una reforma a fondo de la Iglesia que nunca se materializaría por su repentino fallecimiento de un ataque cardíaco mientras dormía.
Albino Luciani había nacido el 17 de octubre de 1912 en Forno di Canale, población perteneciente a la diócesis de Belluno. Fue el mayor de cuatro hermanos y pronto iniciaría sus estudios eclesiásticos en el Seminario Menor de Feltre. Después los concluiría en el Mayor de su diócesis, ordenándose como presbítero el 7 de julio de 1935. En la Pontificia Universidad Gregoriana obtuvo el doctorado en Teología y, más tarde, ejercería como docente de Religión en el Instituto Técnico Minero y, después, en el Seminario diocesano de Belluno, donde enseñó dogma, moral, derecho y arte sacro.
También ejercería en este obispado como provicario, en una época en la que se le encargó organizar el Congreso Eucarístico. En 1954 fue designado vicario general de la diócesis y en 1958, Juan XXIII lo nombra para que ocupara la sede de Vittorio Veneto, donde partiría para participar en las sesiones del Concilio que convocara el Papa Bueno . En diciembre de 1962, Pablo VI le hace Patriarca de Venecia y once años después toma la birreta como Príncipe de la Iglesia. Entre 1973 y 1976, el purpurado Luciani desarrollaría una intensa actividad en la vicepresidencia de la Conferencia Episcopal de Italia, participando en tres sínodos de obispos.
El 26 de agosto de 1978, en un cónclave de un sólo día, se le vota para ocupar la sede de Pedro, como su 263 sucesor en un Pontificado que habría de dar comienzo efectivo el día tres de septiembre. Probablemente, en el propio conclave sería donde el cardenal Seper le revelara las oscuras tramas existentes en el seno de las finanzas vaticanas y algunas más de las que hicieron posible que Pignedoli fuera apeado de sus aspiraciones hacia el Papado. Pronto se le puso al tanto de cuanto acaecía en el IOR y debió ser el cardenal Benelli quien le contara algunos de los asuntos más escabrosos y que quedaban pendientes de resolver.
Por ello, parece que Juan Pablo I estaba decidido, con la inestimable ayuda de la Santa Alianza, el servicio de espionaje papal, a sacar a flote toda la corrupción existente en la llamada por muchos Banca del Vaticano. Algunos se llevaron a la tumba los secretos inconfesables de dicha institución y, entre ellos, seguro que estaba el propio cardenal Jean Villot . Hay incluso quien afirma que la muerte precoz del Papa fue todo un complot organizado por la Logia P-2 y los círculos financieros que rodeaban al Instituto para las Obras de Religión. Si bien su fallecimiento pudo ser considerado como natural, no se descarta que se «necesitase convenientemente» para continuar con las oscuras tramas y operaciones financieras.
Fuera esto cierto o no, lo que al menos sí parece claro es que su desaparición prematura se considera por todos como uno de los mayores secretos guardados del Estado Vaticano. Son muchas las preguntas que aún quedan sin responder tras el óbito. Y el informe que se mandó realizar a los cardenales Silvio Oddi y Antonio Samore , que concluiría con el ya consabido fallo de «muerte natural por infarto» ha quedado para tiempo, por orden de Karol Wojtyla , a buen recaudo bajo el llamado «Secreto Pontificio».
Hoy toda esa documentación permanece depositada en el Archivo Secreto Vaticano, a la espera de que algún día se pueda dar a conocer la verdad de cuanto le ocurrió al Papa de la sonrisa en aquel trágico 28 de septiembre, cuando tan sólo llevaba 33 días como sucesor en la silla de Pedro.
(Diario de Córdoba)