Lotería electoral en Panamá -- Héctor Endara Hill

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Adital

La realidad de la politiquería criolla ha dejado a un lado los sueños y las utopías altruistas que definen la política como la «búsqueda del bien común». Aquí, lo único que se busca -a toda costa- es el poder. Poder como instrumento de dominación, control y acaparamiento.

La puja y repuja entre los diferentes candidatos y partidos políticos se centra en la lucha por la conquista del poder que se obtiene al llegar a ser jefe o mandamás en un cargo público. Lo demás es pura parafernalia.

¿Qué papel juega el electorado en este suntuoso y costoso jueguito? Hay de todo. Los que para obtener o mantener un trabajo público o privado se ponen el disfraz partidario. Estos son los defensores a ultranza que ocupan todos los espacios informativos y de opinión vociferando estupideces o haciendo payasadas en busca de seguidores y votos.

También están los que ven en las campañas electorales y los candidatos una especie de lotería nacional. Entre ellos, agitadores de banderas en los semáforos -gete muy humilde- y los publicistas de caché, aunque ambos cobran antes del sorteo, la paga es muy distinta. No es lo mismo agitar banderas en la calle bajo el sol y la lluvia, arriesgando la vida ante un «diablo rojo» fuera de ruta; que sudar y gastar dedos y neuronas en oficinas refrigeradas usando sofisticados equipos de comunicación?? además, la fabricación de mentiras, imágenes y candidatos se paga y se cobra muy bien, las banderas, cualquier desempleado las puede agitar.

En esta visión de la política como lotería, la mayoría se conforman con las promesas y las muchas mentiras de los candidatos. El día del sorteo acuden a la urna y meten su numerito con la esperanza de sacarse el premio mayor. La esperanza dura menos que la llamarada de capullo. Una vez en el poder, los empoderados van a lo suyo. Si te ví, no me acuerdo?? haga una cita, venga mañana.

Las enormes cuotas de poder de dominación y control que poseen presidente, diputados, alcaldes y representantes de corregimiento funcionan como espacios de poder para el control y la dominación ciudadana. Más allá de la seguridad laborar y la cuota económica -nada despreciable- que otorgan estos cargos públicos, existe toda una telaraña de chanchullos, triquiñuelas y negociados que enriquecen de la noche a la mañana a muchos funcionarios y empobrecen la nación. Los ejemplos de robos y asaltos -que en el lenguaje gubernamental se llaman peculados y defalco- abundan en las distintas administraciones, la duda y la competencia entre las administraciones se centra en quiénes hacen los mayores negociados.

El sistema entero y sus engranajes funcionan con la lógica de un poder para la dominación, el control y la acumulación. La ambición sin límite impulsa a la gran mayoría de los políticos y empresarios a invertir en las campañas políticas como un negocio más. El «FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS» es la lógica y el padre nuestro de estos curas y de esta religión de la politiquería criolla.

Otro poder, otra política, otros candidatos, otro sistema electoral y otro tipo de campaña política, no sólo son posibles, si no que son necesarias y urgentes en nuestro país. El Voto en Blanco es un voto de rechazo al sistema electoral mafioso que rige en Panamá. Es un voto que abre caminos limpiando la maleza y la maleantería que hoy domina la política en Panamá.

* Colectivo Panamá Profundo