No todos, pues hay muchos que se dedican a otros temas, pero los miembros de la CTI (Comisión Teológica Internacional), encargada de asesoras al Vaticano en cuestiones doctrinales, “están» en el limbo. No es que se hayan ido a dar una vuelta, ni que vivan habitualmente en aquel barrio, sino que se han reunido en Roma, por encargo superior, para tratar del “limbo teológico”, relacionado con los niños, dementes y locos (muertos sin bautizar). Bien mirado, éste es un tema de importancia excepcional, pues hay millones de niños que no van ya al limbo de los inocentes (donde decían que Dios les mandaba), sino que sufren y mueren en un infierno horrible, creado por muchos hombres que se llaman “racionales” y que en el fondo se ríen (¿nos reímos?) de la suerte de los pobres.
Agencia Zenit. El comunicado
La Agencia Zenit (http://www.zenit.org/spanish/), vinculada al Vaticano, ha dado esta noticia (2.10. 2006:
«La Comisión Teológica Internacional comenzó este lunes su sesión plenaria en el Vaticano en la que, entre otras cosas, está analizando el borrador de un documento sobre los niños fallecidos sin el bautismo… En diciembre del año 2005, al hablar de este documento en redacción, el secretario general de la Comisión Teológica Internacional, el padre Luis Ladaria, S.I., explicó a los micrófonos «Radio Vaticano» que sobre el «limbo» «no hay una definición dogmática, no hay una doctrina católica que sea vinculante»: «Sabemos que durante muchos siglos se pensaba que estos niños iban al Limbo, donde gozaban de una felicidad natural, pero no tenían la visión de Dios. A causa de los recientes desarrollos no sólo teológicos, sino también del Magisterio, esta creencia hoy está en crisis», aclaró.
Para entender la cuestión el padre Ladaria aclaró: «Tenemos que comenzar por el hecho de que Dios quiere la salvación de todos y que no quiere excluir a nadie; tenemos que fundamentarnos en el hecho de que Cristo ha muerto por todo los hombres y de que la Iglesia es un sacramento universal de salvación, como enseña el Concilio Vaticano II». «Por tanto, si partimos de estos presupuestos, el problema de la necesidad del Bautismo se enmarca en un contexto más amplio», indicó…Al final de la sesión plenaria está prevista una concelebración eucarística presidida por Benedicto XVI en la capilla «Redemptoris Mater» del Vaticano. El cardenal Joseph Ratzinger fue durante sus años de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe presidente de esta Comisión.
El tema hizo sufrir a mi madre
Era una cristiana instruida. Había estudiado magisterio en la Normal de Bilbao, dirigida por la Institución Teresiana (del P. Poveda). He visto los libros de religión que tenían y eran muy serios: allí se ofrecía la mejor enseñanza católica, antes de la Guerra del 1936-1939. Pues bien, esa enseñanza les hizo sufrir mucho (a ella y a otros), como indican algunas anécdotas.
1. Soy el segundo de una familia grande y cuando nació el siguiente hermano (en el gran caserío del abuelo) me lo trajo de mañana una tía sonriente, que no había estudiado en las teresianas, y me dijo “bésale, es tu hermano”; pero yo no quise, simplemente por envidia (el tema es de libro: ¡yo era un príncipe destronado!).
2. Cuando nació el siguiente hermano, en el mismo caserío, la misma tía buena, de mañana, me tomó de la mano y me llevó a la habitación donde estaba mi madre con el nuevo hermano. Yo había superado ya aquel tipo de envidia y fui a darle un beso y, ella, sonriente y triste, me dijo: «Todavía no, pues no está en gracia, no ha sido bautizado y, si se muere, se va al limbo. Ya le besarás mañana, después del bautismo”. No respondí nada, pero me quedó dentro un dolor muy grande por el limbo, que no me dejaba besar al hermano, hasta el día de hoy.
3. Iba a nacer otro hermano y yo, que sabía mas cosas, estaba muy contento…
Pero, de pronto, el caserío centenario se llenó de tristeza. ¡No había hermano! No se habló de aborto: ¡la madre había perdido al niño! Con ella lo perdimos todos. La más triste era mi madre, porque había muerto en su vientre, antes de ser bautizado, de manera que estaba había ido al limbo y ella no podría verle, si Dios la llevaba al cielo, como esperaba. Auqnue no lo decía, parecía enfadaa con Dios… Unos días más tarde, mi hermano mayor, que iba ya a la catequesis y llevaba aquel día en la cara la misma tristeza de la madre, habló con el cura (creo que era D. Juan, un gran párroco, discípulo de los SJ de Comillas). Lleno de bondad, el cura le explicó a mi hermano que todos los niños son de Dios, aunque mueran sin nacer, o sin bautizarse. “Dile a tu madre que tiene un ángel en el cielo y que allí le verá, que no hay limbo. Ya iré yo a decírselo. Y que os cuide a vosotros, que es lo que importa, que del otro ya se cuida Dios en el cielo, aunque a mí me hubiera gustado verle aquí”.
El tema es crucial: la suerte de los niños
Los teólogos de la CTI van a resolver, pues, un tema que D. Juan ya había resuelto bien en torno al año 1950: de los niños muertos en el vientre de la madre y de los que mueren sin bautizar se cuida Dios, que es la Vida, lo mismo que cuida de todos los «inocentes» (dementes, locos, pores-pobres). Nosotros, aquí, tenemos que cuidar de los padres, y especialmente de las madres (y ellos, los padres, tienen que cuidarse), para engendrar y gestar en felicidad a los niños y quererlos, antes de que hayan nacido. Tenemos que cuidar a los padres y madres, para que eduquen en amor, con buena leche (y todo alimento) y buen cariño, con limpieza y ternura, con alegría y abundancia a todos los niños ya nacidos, de manera que ninguno muera de hambre o abandono (¿cuántos fallecen así cada día?).
Al mismo tiempo, para que todos los niños puedan abrir los ojos a la vida en amor y esperanza de futuro, tenemos que cambiar casi todas las estructuras políticas y económicas del mundo. ¿Para qué sirve la ONU sin los niños mueren de hambre en el Sahel? ¿Cómo construir una bomba atómica, en Irán o Corea, en Israel o en USA, si con lo que ella cuesta se pueden alimentar millones de niños hambrientos?
Ciertamente, el tema de la superación del “limbo teológico” puede ser importante, para dar paz a mujeres como mi madre, si es que existen todavía y sufren por el riesgo de que sus hijos sin bautizar no vayan al cielo. Pero el tema real es el “infierno personal y social” de millones de niños en el mundo, un infierno causado no sólo por las faltas y deficiencias de sus padres, sino también por la forma de vida y la injusticia de grandes y ricos individuos y empresas (países) del mundo. Y en el fondo sigue estando el inmenso misterio de Dios: ¿Cómo permite que muera un niño esperado antes de nacer? ¿Cómo permite que siga existiendo este mundo donde millones de niños viven el infierno del abandono y del hambre, de la soledad e incluso de la tortura? De eso están trtando los grandes teólogos de la CTI internacional.