LOS TEOLOGOS CRITICOS AFIRMAN QUE LOS OBISPOS HAN ROTO PUENTES CON ESTE DOCUMENTO

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El Correo. Isabel Ibáñez.
Los teólogos consultados por este periódico no habían visto aún el documento hecho público ayer por la Conferencia Episcopal; por eso fue necesario comentarles su contenido antes de que tuvieran acceso a un texto que tachan de «muy agresivo, con un tono airado caracterizado por la desmesura y contrario a la corrección fraterna que manda el Evangelio». Así habla Juan José Tamayo, uno de los teólogos que los obispos han puesto en la diana de sus iras y cuya incredulidad iba en aumento conforme iba conociendo algunas de las frases de la ?Instrucción pastoral?.


«Se vuelve a condenar a los teólogos condenados», añade. Le sorprende no encontrar «ni una aportación positiva, cuando algunos han hecho un esfuerzo de reflexión crítica y creativa para responder a los grandes desafíos de nuestro tiempo». Incide en el lenguaje «antiguo, poco abierto, muy lejos del espíritu dialogante del Concilio Vaticano II y más cerca de las condenas del ?Syllabus? de Pío IX y del ?Lamentabili? de Pío X».
Tamayo -citado en la nota 90 del documento- considera, en referencia a una de las acusaciones, que «más causantes de la pérdida de la fe son prácticas de la Iglesia contrarias a los derechos humanos y formulaciones doctrinales que reducen el cristianismo a ortodoxia y descuidan su dimensión liberadora». El teólogo no olvida agradecer a los medios de comunicación «que respeten a la libertad de expresión de los teólogos a los que se les niega dentro de la Iglesia».
Tamayo, director del ?Nuevo Diccionario de Teología? publicado recientemente que algunos consideran el desencadenante del documento de los obispos, mostró su desagrado ante frases como la que les acusa de ser «sombras que oscurecen la verdad sobre Jesucristo»: «Es una descalificación tan gruesa como infundada, no se cita ni un texto que lo justifique. Los teólogos criticados tienden puentes entre el cristianismo y el mundo de la increencia, lo que no consiguen estos mensajes. Los puentes serán difíciles de reconstruir», dice, y se acuerda de Unamuno para hacer suya una frase: «Hacer teología en España es llorar».
«Somos falibles»
Otro teólogo, Enrique Miret Magdalena, afirma que «todos, y los obispos también, somos falibles y podemos equivocarnos». Se acuerda de Benedicto XV y de Pío XII, «que señalaron que debe haber una opinión pública dentro de la Iglesia», opinión «refrendada después por Juan Pablo II, porque hay muchos errores en la Iglesia en su parte humana». Se refiere a la frase de Wojtyla que reconocía «formas de antitestimonio y escándalo». «Por eso tenemos que aceptar los católicos que se hagan críticas para limpiar la Iglesia de sus manchas y no creer que debemos ser ovejas mudas».
Xabier Pikaza no siente «rabia ni rechazo, sino sólo tristeza» por un documento «bien hecho, con un orden impecable», pero «inútil y falso», ya que, a su juicio, la secularización española de la que habla «no proviene de la doctrina de algunos teólogos arriesgados y peligrosos, sino del cambio social y cultural, y de la vida (o falta de vida) del conjunto de la Iglesia». Afirma que convertir a unos «teólogos deficientes y sombríos en chivos expiatorios del posible fracaso de la Iglesia es falso y ridículo». Resalta que en el texto no se citen nombres, «sólo algunos, y de una manera deshonrada». «Las acusaciones sin nombre no son válidas, y menos dentro de la Iglesia. Por eso diría yo a los lectores que, por amor al Evangelio, no hagan caso de estas acusaciones, que no se molesten en leerlas. Yo lo hago por oficio y con disgusto, con vergüenza ajena», reconoce el teólogo.