Enviado a la página web de Redes Cristianas
La Biblia reconoce unos 15 profetas, que clasifica de este modo:
3 profetas mayores: Isaías, Jeremías y Ezequiel. Los que tienen los textos más largos.
12 profetas menores: Amós, Oseas, Miqueas, Nahum, Joel, Abdías, Jonás, Habacuc, Ageo, Sofonías, Zacarías y Malaquías.
Al denominar la Biblia, tenemos que recordar (o saber) que es un conjunto de textos muy diversos, que existían desde varias épocas e independientes, y que en un momento dado fueron agrupados. Pero alerta: esto es una manera teórica de decirlo. De hecho, esta agrupación, en cuanto al Antiguo Testamento, fue decidida por las autoridades judías en el siglo II aC, pero dentro de la Iglesia fue muy discutida, y duró siglos antes que fuera acordada en firme (siglo XV). La mayor discusión fue entre el criterio de aceptar pocos textos y buenos, o aceptar todos aquellos que se pretendía que estuvieran, que es lo que prevaleció (en mi opinión, erróneamente).
Un servidor, considerando el objetivo primero que debería tener la Biblia, esto es: el predominio del Derecho y la Justicia, a beneficio de la felicidad de todo el mundo, objetivo que sí lo tiene, pero tan solo en una parte de la mencionada Biblia, aquella que yo denomino «la Biblia cristiana», creo que esta clasificación de los profetas está totalmente fuera de lugar, y no la acepto.
1)No me parece bien que el criterio para designar a los más importantes y a los que no lo son tanto sea la longitud de sus textos. Afirmo que, tratándose de defender el Derecho y la Justicia, hay profetas considerados menores que aportan tanto mérito en su texto más corto como el que tienen algunos de los considerados mayores. Ejemplos: Amós y Miqueas en relación a Isaías y Jeremías. En cuanto al «profeta» Ezequiel, considero su texto lleno de grandezas, maravillas y cosas raras, totalmente inútiles, y rechazo su posición entre los tres mejores.
2)No sabría ver por qué han sido, y son, considerados profetas la mayoría de los llamados menores (no por la poca longitud del texto, sino por sus pocos valores).
3)Yo diría que los profetas de verdad, los más identificados con los deseos y la pasión de Yahvé (quiero decir: aquella que yo le «adivino»), serían, por orden cronológico de fechas:
Amós, Isaías, Miqueas, Jeremías, Segundo Isaías y Tercer Isaías (cubren los siglos VIII-VI aC). Seamos claros: estos son «mis» profetas.
4)Tres aclaraciones importantísimas: El Segundo Isaías y el Tercer Isaías son dos seguidores del profeta, que continuaron, anónimamente, su texto mucho después de su muerte. No se los acostumbra a denominar profetas, y esto, a veces, puede ser una trampa a favor de Isaías, que figura que tiene un texto mucho más largo que el que realmente tiene (que ya lo es).
La Biblia también reconoce dos «profetas» más, que no habrían escrito nada: Elías y Eliseo, en el siglo IX aC. Hablan de ellos los dos libros Reyes 1 y Reyes 2, libros que, según la crítica, no son de fiar, que manipulan en la narración de los hechos, a favor del reino de Judá y en contra del reino de Israel. Yo tengo la total seguridad de que no existieron nunca, ni ellos ni sus extravagancias.
Y por si alguien todavía no lo tuviera claro, debemos recordar que profeta es la persona que, en nombre de Yahvé, denuncia y condena las injusticias, no la persona que anuncia cosas del futuro. Esta tarea, que también la suelen hacer, es del todo secundaria, y casi nunca lo aciertan, porque son buenos deseos, pero muy difíciles.
Antoni Ferret