Era un acto litúrgico pero se convirtió en toda una reivindicación de la familia tradicional cristiana, en una cerrada defensa del matrimonio exclusivamente entre hombre y mujer y, sobre todo, en una fuerte censura del aborto y del divorcio express.
El encuentro, organizado por el Arzobispado de Madrid, se desarrolló ante un multitudinario auditorio en la Plaza de Colón (Madrid). Hubo oraciones, una procesión de la Virgen de la Almudena y hasta conexión con el Vaticano para escuchar al Papa Benedicto XVI.
Pero la cita sirvió fundamentalmente para registrar duras críticas hacia Zapatero. Las mayores fueron las del arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, quien alertó sobre los ataques que sufre la familia porque «por ese camino no se respeta la Constitución de 1978 y eso conduce a la disolución de la democracia».
Los organizadores de la concentración habían pedido que no se llevaran banderas pero al igual que las de España se unieron a los crucifijos, al final tampoco se pudo evitar que la religión terminara fundiéndose con la política. Así las palabras de García- Gasco no tuvieron desperdicio.
«Por ese camino no se respeta la Constitución de 1978 y eso conduce a la disolución de la democracia»
Empezó diciendo que él no iba a ser quien mezclara «lo que pertenece a Dios y lo que pertenece al César» pero hizo todo lo contrario.
«Sólo lleva a la desesperación por el camino del aborto, del divorcio express y de las ideologías que pretenden manipular la educación de los jóvenes», dijo arremetiendo de este modo contra la asignatura de educación para la ciudadanía.
Los demás monseñores tampoco dejaron de dar puntada sin hilo. El arzobispo de Barcelona, aunque ausente por una gripe, se hizo presente al apuntar hacia las clínicas abortivas. El obispo de Bilbao y presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, recordó que la Iglesia no contempla ninguna que no esté fundada «sobre el matrimonio de hombre y mujer».
En contra de las leyes vigentes
El arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, se encargó de recalcar que son tiempos «no fáciles para la familia» porque «está siendo sacudida en sus cimientos con legislaciones inicuas e injustas».
En esta línea, el remate corrió a cargo de la homilía de Antonio María Rouco Varela. El arzobispo de Madrid señaló: «Nos entristece constatar que nuestro ordenamiento jurídico ha dado marcha atrás respecto a lo que la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas reconocía y establecía hace ya casi 70 años. A saber: que la familia es el núcleo natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a ser protegida por la sociedad y el Estado».
Su intervención terminó con la petición de una «nueva civilización jurídica» que sirva, además, para luchar contra el terrorismo y los conflictos internacionales. Precisamente en la plegaria final hubo un recordatorio para Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio, los dos ecuatorianos que perdieron la vida justo hace un año en la T-4.