La masiva entrada de inmigrantes en Europa ?proviene de unas legislaciones insuficientes para afrontar un fenómeno que hunde sus raíces en los desequilibrios internacionales, que hacen sufrir a muchas personas y que, a menudo, son aprovechados por los traficantes de seres humanos??. La Comisión Permanente del Episcopado, reunida esta semana en Madrid, afrontó de forma decidida los desafíos de la inmigración, así como la misión de la Iglesia en este campo.
En este sentido, los obispos manifestaron su ?interés por seguir impulsando, desde los ámbitos de su competencia, las condiciones adecuadas para una integración armónica capaz de construir un futuro común en una sociedad más justa y solidaria??, y agradecieron el trabajo de las delegaciones diocesanas de Migraciones, de Cáritas Española y de las numerosas instituciones eclesiales que a diario se ocupan de la acogida e integración de los inmigrantes, especialmente en las diócesis más afectadas.
El ?derecho a no emigrar??
Pese a las injustas críticas recibidas en algunos ámbitos, que acusan a la Iglesia de ocuparse más de cuestiones políticas que de problemas sociales, lo cierto es que la Iglesia participa de forma decisiva en todos los procesos de la inmigración. Misioneros trabajan en los países de origen, tratando de ofrecer un futuro para aquéllos que deben tener ?el derecho a no emigrar??; asociaciones eclesiales están en primera línea de costa para ofrecer los primeros auxilios a los inmigrantes que, en patera o cayuco, llegan a nuestras fronteras, y colaboran con las distintas administraciones para paliar, en lo posible, el impacto de la inmigración.
En un amplio informe que publica este mes la revista ?21RS??, se ofrecen multitud de ejemplos de esta labor, como el de James, un joven camerunés que saltó la valla de Ceuta y llegó hasta Madrid, o Asamoah, de Ghana, que entró hace dos años en nuestro país y continúa sin papeles. Organizaciones como Mensajeros de la Paz, Cáritas, Manos Unidas e instituciones de las diócesis de Cádiz y Ceuta, Málaga o Canarias tratan de que el impacto con la realidad, una vez cruzado el estrecho o el Atlántico, sea algo menos duro.
La ?otra cara?? la ofrece Olivier Etiel, camerunés de 38 años, quien tuvo que emigrar ?de polizón?? en un carguero y que, tras un año y medio sin papeles, pudo regularizar su situación. Hoy es director de Cáritas diocesana de Sigüenza-Guadalajara. ?Yo tuve suerte. Una ONG cambió mi vida. Ahora intento echar una mano a los que se encuentran en la situación por la que yo pasé??.
El responsable episcopal de Migraciones, José Sánchez, indica en una entrevista a dicha revista que ?no se pueden poner barreras al hambre??, por lo que reivindica el papel de la Iglesia, que califica de ?ejemplar con la inmigración??. En su diócesis (Sigüenza), tuvo lugar, la pasada semana, el encuentro anual de Directores nacionales de la Pastoral de Migraciones de Europa, que concluyó con el ?compromiso de asumir la tarea de una mayor preocupación por los jóvenes inmigrantes??.
El simposio constató las ?serias deficiencias?? que el proceso de acogida e integración de los inmigrantes ha tenido en algunos países europeos. Sobre la misión de la Iglesia, los expertos consideraron fundamental ?crear desde las parroquias los servicios adecuados en el campo de la formación y del asociacionismo para facilitarles la fraterna acogida, el papel que les corresponde, la participación en el debate político y la integración armónica que posibiliten un futuro común en una Europa justa y solidaria??.