LOS J?VENES Y LA IGLESIA. Juan de Dios Regordán Domínguez

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En la medida en que se avanza en edad parece que va costando más trabajo sintonizar con los jóvenes. Nos vienen a la memoria escenas que vivimos en el pasado y que valoramos muy positivamente. Cada vez que participo en una Eucaristía en la que hay pocos jóvenes, viene a mi mente aquel coro, ?Hermanos de Nuestra Tierra?? y otros posteriores que, alrededor de los años setenta, hacían vibrar con sus voces, sus guitarras y ?sus mensajes de denuncia protesta?? a toda la comunidad parroquial, ofreciendo vitalidad, frescura juvenil y compromiso cristiano.

Pero, tengo que reconocer que ahora no soy capaz de juzgar como negativo el comportamiento de los jóvenes actuales.

Son otros tiempos y circunstancias distintas. Según estadísticas, alrededor de un 35 por ciento de los jóvenes españoles se declaraban católicos, pero sólo un 12 por ciento acudía a misa y muchos menos son los que afirmaban participar. Ahora, los que manifiestan inquietud religiosa prefieren una iglesia-comunidad a iglesia-institución, pero dicen no encontrarla. Salvo excepciones, en las asambleas dominicales los jóvenes brillan por su ausencia. No sienten atractivo por acudir a donde no se sienten a gusto ni encuentran poder participar. También muchos adultos están distanciándose de la Iglesia institución o tal vez sea ella la que se distancia del mundo moderno y del hombre actual.

La mayoría de los jóvenes vive cómodamente como si para ellos no existiese Dios. Las causas de este fenómeno no admiten un análisis simplista. No se trata de un hedonismo ambiental y de los desvaríos modernos de la juventud. Su éxodo silencioso es masivo y no sólo de grupos sociológicos afectados por determinados problemas. Los jóvenes se aburren en las liturgias cristianas; también muchos adultos. Y la liturgia no sólo no es adecuada, sino que el mismo lenguaje religioso, el estilo totalitario de la organización de la Iglesia y una moral sexual trasnochada están llegando a ser totalmente indiferente para la mayoría de los jóvenes. Se les denomina ?desertores??, pero ¿de qué y de dónde? Si no somos ciegos ante los signos de los tiempos, todo ello indica algo serio.