Enviado a la página web de Redes Cristianas
Los tenemos bien cerca. De siempre, son los detractores que configuran la sociedad, y son los principales actores de sus cambios, mayoritariamente negativos. Negativos para la gente normal, no para ellos, que por eso los promueven.
Los hay por todas partes, pero hoy quiero hablar de los que tenemos como más vecinos. Los «dirigentes» catalanes. No de todas sus «proezas», tan solo de algunas, las que hoy merecen, yo creo, un mayor desprecio. De una manera más general, ya he hablado de ellos en otros artículos.
Hoy lo haré en dos capítulos. El primero, la sanidad pública.
A raíz de la crisis de 2008-09, el grupo de personas que decidía en los asuntos públicos de Catalunya, ante la realidad de que, resultado de la crisis económica, los ingresos y por tanto la hacienda pública disminuían, en vez de hacer pagar más a quienes más tenían, y que más tenían precisamente porque más se apropiaban, se los ocurrió la idea de acortar los presupuestos, y por tanto los servicios públicos. Les tocó a todos, sin excluir ni siquiera la sanidad. No quiero decir que recortar los otros sectores fuera más disculpable, quiero decir que, en este caso, era más «culpable», afectaba la salud de la población.
Parece que, en cifras muy redondeadas, se recortaron unos 1.000 millones de euros del presupuesto de la sanidad de Catalunya del año 2011, en relación a los del año anterior. Esto significó reducir el número de médicos, enfermeras y otro personal auxiliar. Por lo tanto, reducir la efectividad de nuestra sanidad, que, entonces, se consideraba una de las mejores del mundo.
Además de ser una acción altamente punible, y un perjuicio para la población catalana, lo más grave, todavía, fue que, en los presupuestos del año siguiente, y en los del siguiente, y los sucesivos, no se devolvieron aquellos 1.000 millones de euros escatimados indebidamente. Y cuando en 2016 se cambió el presidente Mas por el nuevo presidente Puigdemont, aquellos 1.000 millones de euros «todavía» no se habían devuelto.
Ni se han devuelto nunca hasta el día de hoy (finales de 2020). De forma que, 1.000 millones del año 2011, sumados a los de los años siguientes, a día de hoy podemos decir que han hecho a la sanidad pública catalana un desfalco de alrededor de unos 10.000 millones de euros. Eso tirando bajo, porque habría sido normal y deseable que, en estos 10 años pasados, el presupuesto hubiera ido mejorando. Y ello sin que nunca hayan dicho, que yo sepa, que los devolverían el año que viene, o en tal fecha. Es como si ya dieran por hecho que esto era lo normal.
Y quiero remarcar que son gente que a menudo se llenan la boca hablando de Catalunya, de sus derechos, de sus reivindicaciones. Pero parece que Catalunya sea, para ellos/as, un nombre, una bandera y unos eslóganes. Y así dejaron, y mantuvieron, a la población catalana ante el riesgo de que, si un día se daba una situación sanitaria anormal no prevista…
En medio de estos años, se produjo una anécdota muy significativa. En un momento en que quienes decidían los asuntos de Catalunya necesitaban absolutamente los votos de la CUP, para una decisión importante, los compañeros de este partido pidieron, como la cosa más natural y más justa del mundo, un aumento de impuestos a los ricos. Los representantes de la coalición que mandaba se negaron en redondo. Se trataba de la gente que, entre otras cosas, había hecho el inconfesable desfalco a la sanidad. Los compañeros de la CUP, creyendo que, si se mantenían intransigentes, se podría producir una fuerte crisis política, que ellos/se consideraron que todavía sería peor, cedieron. O sea: fautores de un gran desfalco, y, encima, negación rotunda a querer colaborar en una situación difícil.
He dicho que hablaría de dos capítulos. El segundo es mucho menos importante en cuanto a cantidad, pero, si es posible, todavía peor en calidad. Se trata de la congelación del IRSC. Mucha gente no debe saber ni qué es eso. Quiere decir Indicador de Rendes de Suficiència de Catalunya. Es un índice que sirve para regular unas pequeñas (muy pequeñas) ayudas oficiales a la gente más pobre del país. Por ejemplo: pequeñas cantidades para comprar alimentos, para ayudar a pagar el alquiler del piso, para tener derecho a asistencia jurídica gratuita… Se tiene que ser muy pobre para que te lo den, y te dan MUY POCO. Pero, a veces, para una familia muy necesitada puede representar más de lo que parecería.
Catalunya tiene un índice propio en atención al hecho de que nuestro coste de la vida suele ser superior al del conjunto del Estado. El índice del Estado es el IPREM (Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples). La expresión «efectos múltiples» quiere decir que sirve para diferentes asuntos, los que ya he dicho. Si una persona ingresa por debajo de la cantidad que fija el índice, se la ayuda con la cantidad que le falta.
Tanto el IPREM cono el IRSC, en condiciones normales, suben cada año lo que sube el IPC (índice de precios al consumo). De forma que, para una familia que ingrese X, si se la ayudaba con 10, por ejemplo, y el IPC ha subido un poco, se la ayuda algo más, lo que le toque. Es decir, para las personas y familias más necesitadas, si los precios han subido un poco, que quiere decir que cuando vayan a comprar les costará algo más, el aumento de la ayuda hará que no salgan perdiendo.
Pues bien, lo más increíble, aquello que casi nadie sabe, porque nunca se habla de ello, es que las camarillas que han gobernado en el Estado y en Catalunya durante estos 10 años congelaron tanto el IPREM como el IRSC en 2010, y los han mantenido congelados todos estos años. ¿Y sabéis por qué??? Para ahorrar dinero de los presupuestos nacionales y catalanes. Y ello significa que, durante estos años malditos, todas las personas y familias más pobres han tenido que comprar el pan o las judías más caros y más caros, con la misma ayuda de antes… y eso era para que los mandatarios de España y de Catalunya ahorraran un poco de la miseria que les daban, y así equilibrar el presupuesto general (!!!).
¿Verdad que esto parece que no pueda ser? Pues os explicaré una todavía más gorda. Ya no es posible, ¿verdad? Pues increíblemente sí que es posible. En el año 2017, el Gobierno español tuvo un toque de misericordia y subió el IPREM un 1 por 100, cuando en los 7 años transcurridos se había desvalorado mucho más. De momento «no se podía hacer más, y más adelante ya se vería». Y se quedó aquí, ya no fue más aumentado, hasta hoy. Pues mirad: las personas que entonces se autodenominaban gobierno de Catalunya, con un corazón de piedra, no fueron capaces de aumentar ni aquel miserable 1 por 100.