La asamblea de San Carlos Borromeo anunció ayer su decisión de «mantener la comunidad parroquial», puesto que «los excluidos tienen derecho a tener su parroquia», desobedeciendo públicamente la orden del Arzobispado de Madrid, que el pasado mes de abril decretó la desaparición de este centro, situado en el barrio de Vallecas, y su conversión en unas instalaciones gestionadas por Cáritas Madrid.
Con esta decisión, que se envió el pasado lunes al obispo auxiliar de Madrid, Fidel Herráez, los tres sacerdotes se colocan «en situación automática de suspensión «a divinis»», según apuntaron a ABC fuentes de la diócesis madrileña, que prefirieron mantener el anonimato.
En una extensa carta, la autodenominada «comunidad parroquial de San Carlos Borromeo» denuncia la «situación de desconcierto creada en estos meses», al tiempo que apuntan que «seguimos sin entender la necesidad de cerrar nuestra parroquia». Por ello, anunciaron que el futuro de la iglesia pasa «necesariamente por respetar la esencia de esta comunidad parroquial».
«Somos parroquia»
Así, los curas sostienen que «somos parroquia que vive y celebra la fe» con «aquellos que viven en la pobreza: toxicómanos, inmigrantes, presos, enfermos de sida, prostitutas, familias sin recursos, mujeres maltratadas, homosexuales, menores, familias separadas». Esta es la razón de las misas que tanto revuelo han causado, en las que se comulgaba de mano en mano, y con pan de horno, lo que en palabras del comunicado supone «celebrar la fe desde expresiones inteligibles y significantes». Y también de haber compartido el rezo del Corán con inmigrantes musulmanes en el local.
Finalmente, los curas asumen que «es necesario no sustraer al mundo de los pobres una parroquia que, ya de hecho, viven como referente y casa donde morar. Los excluidos tienen derecho a tener su parroquia. Mantener la comunidad parroquial, que es referente imprescindible para muchos de sus miembros en la vida diaria y de fe, no puede en modo alguno ser sustituida».
San Carlos Borromeo surgió a principios de los años 80, dedicándose fundamentalmente al mundo de la marginación.