¿Por qué los cristianos nos integramos en el proceso de liberación de Nicaragua y luego en las tareas revolucionarias? Por lo general las nuevas generaciones no han experimentado lo ocurrido en los 70s y 80s, y no vinculan el hecho de ser cristiano y ser revolucionario.
Una frase en la revolución era: “entre cristianismo y revolución no hay contradicción”. Esta frase no es un eslogan publicitario o una buena consigna. Es más que eso. Es una vinculación entre lo que creemos y hacemos. Una fe sin obra es una fe muerta, pero, una obra sin fe, es hueca de corazón.
En Nicaragua desde los años 40, la dictadura somocista oprimió al pueblo y lo llevó a un estado de esclavitud y pobreza deplorable. Cuando el pueblo se cansó de esta situación comenzó a levantarse y la dictadura sacó a la guardia a reprimir las luchas sociales de la gente. Ya no sólo era injusta la dinastía porque se enriquecía de manera descomunal y hacia más pobres a los pobres, sino que, se convertía en asesina de un pueblo que se estaba levantando.
Tanto en el campo como en la ciudad, la gente comenzó a alzarse. Se fue creando un frente de lucha y los cristianos no se quedaban atrás. No sólo por ser ciudadanos es que los cristianos se comenzaron a vincular en la lucha, había algo más que les empujaba a eso, su fe en el Dios de los Pobres.
Mary Barreda, que junto a su marido fueron mártires de la fe en estelí, escribía: “Desde que yo di el primer SI al Señor, he creído seguir sus pasos en el evangelio, dar de comer al que tiene hambre, vestir al desnudo, soltar las amarras de opresión, buscar una sociedad más justa… ¿por qué soy revolucionaria? Porque creo que esas metas son las metas que yo he querido siempre, que esa opción preferencial por los pobres se conjuga en el bienestar de las mayorías…creo que esta revolución nuestra de hoy no es el ideal de la sociedad, pero sí un paso. Un peldaño para seguir perfeccionando esta sociedad. Y que si no hago nada dentro de este proceso, ¿en que puedo beneficiar a esos pobres de la opción preferencia por los pobres?…”
Ella, al igual que muchos cristianos, se sintieron llamados a ser sal y luz en esta nuestra Nicaragua, a ser fermentos en un mundo que quería ser distinto. Los cristianos fueron encontrando en el proceso de liberación una oportunidad para aportar a esa construcción de reino de Dios que Jesús predicaba. Ella, al igual que su esposo y mucha gente más, dio su vida por amor a los demás.
Los cristianos comenzaron a experimentar una nueva Pascua. Un paso de la muerte a la vida, un nuevo Kairos. De la opresión en que vivían con Somoza a la liberación que se fue gestando en la lucha del FSLN. Para los cristianos, la historia de salvación se fue fraguando también en Nicaragua, no sólo en la lucha insurreccional de los 70s, sino también en el compromiso de forjarla (ya en el triunfo de la revolución) en el día a día en el corte de café, en la alfabetización, en las brigadas de salud, en la vigilancia revolucionaria, etc.
En este nuevo contexto, y luego de que se han estado restituyendo los derechos sociales tales como la Salud gratuita, la educación gratuita, alfabetización, acceso al crédito justo, mejoras en viviendas, etc. Podemos preguntarnos: ¿Cuál es nuestro papel como cristianos? Porque ya no son los mismos tiempos, pero nuestra mística cristiana no ha cambiado. Creemos que Dios se hace presente en la historia, en nuestra historia y que desde ahí nos pide algo.
No podemos llamarnos cristianos y no acudir al esfuerzo de un pueblo por salir adelante. Tenemos que decir, junto al Padre Gaspar García Laviana: “mi fe y mi pertenencia a la iglesia católica, me obligan a tomar parte activa en el proceso revolucionario con el FSLN, porque la liberación de un pueblo oprimido es parte integrante de la redención total de Cristo”.
Entonces hermanos y hermanas, somos las y los cristianos llamados a ser levadura que haga crecer la esperanza, somos llamados a ser sal que de sabor a la vida, somos llamados a ser luz en medio de tanta oscuridad, somos constructores de un nuevo mundo, de una nueva Nicaragua, donde todos y todas quepamos.
Termino citando parte de una oración solemne en una misa de acción de gracias por la liberación, el 22 de Julio del 79 en Ciudad Sandino: “Te damos gracias, Padre, porque estuviste siempre con nosotros y porque tu impulso y tu ánimo nos levantaban del diario abatimiento, porque nos hiciste creer en la esperanza y en la posibilidad de una patria libre, porque diste a todo el pueblo valor para la lucha, generosidad inclaudicable, amor al futuro mejor y nunca visto. Porque ese fruto es hoy realidad, miles de voces, las de todos los cristianos nicaragüenses, te aclaman y nuestros gritos, unidos a tu nombre, son el canto de la libertad y de la exaltación del pueblo”.
Amén.