Lo sagrado jodió definitivamente el proyecto de Jesús -- Manolo González

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Somos Iglesia Andalucía

?Maestro ¿dónde quieres que te preparemos la cena???. Y ?se preparó la cena en una sala amplia??. (Mt. 24.- 8,19)
En aquella primera eucaristía no hubo templo, ni sacerdotes, ni altares, ni ritos mágicos. Tuvo lugar en un comedor, en una comida de Jesús con los suyos. No hubo nada sagrado, todo era laico.
En aquella comida Jesús quiso que se diese por abolida definitivamente la antigua alianza del pueblo judío, con toda la parafernalia que le acompañaba, y que, en su lugar, nos reuniésemos para compartir como hermanos, dentro de una comida, un poco de pan y una copa de vino, que significan su vida y su entrega hasta la muerte en la cruz por ser fiel a lo que había predicado y había vivido.

Aquella noche Jesús sólo pensó que al compartir su pan compartía su forma de vivir. Por eso tomo un trozo de pan, lo partió y dijo: tomad y comed esto es mi cuerpo, (mi persona en su trayectoria histórica) y recordad siempre que comáis este pan, cómo ha sido mi vida y cómo deseo que sea la vuestra.

Por eso quiso que bebieran también del cáliz cuando dijo Tomad y bebed, este vino es mi sangre (mi persona en cuanto se entrega de forma violenta) y, al beberla, recordar que debéis estar dispuestos, si fuera preciso, a dar como yo voy ha hacerlo, vuestra propia sangre en pro, hoy diríamos, de un mundo mejor, de una iglesia mejor.

Trescientos años más tarde se consolidó definitivamente lo sagrado: las basílicas y los templos y los obispos y los sacerdotes y los ritos sagrados y los objetos sagrados y con ello mucho poder y mucho dinero?? y, se volvió al Antiguo Testamento, y aparecieron los dueños y administradores de lo sagrado, los intermediarios entre Dios y los hombres y se jodió el proyecto de Jesús.

Hoy somos muchos los que soñamos con una eucaristía, encuentro de hermanos, que se reúnen para recordar cómo fue Jesús y cómo podemos vivir hoy como el vivió entonces.

Somos conscientes de que en aquella primera eucaristía, Jesús no sabía nada de lo que vendría después. Si lo hubiese sabido, seguro que se habrían quedados todos sin cenar

Por eso en nuestros encuentros no necesitamos, ni queremos, templos, ni sacerdotes que hagan que con ritos sagrados hagan de intermediarios con Dios. Necesitamos sacerdotes cuya misión sea, en un plano de igualdad con los demás, ser creadores y animadores de pequeñas comunidades, que se esfuerzan por ser testigos, cada uno en el ambiente que le ha tocado vivir, de Jesús, el nazareno, el hijo de José y María.