Lo que está en crisis y lo que no está en crisis en la Iglesia Católica de México -- Heriberto Vega Villaseñor

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Adital

Una relectura de Antonio Rosmini (1797-1855) aplicada al caso mexicano
Introducción
Lo más difícil es permanecer en la realidad, ha afirmado de una y otra forma el filósofo español Xavier Zubiri. En sintonía con sus planteamientos, en el siguiente trabajo se procuran presentar algunas de las notas de la realidad de la Iglesia católica de México evocando lo que en el sistema zubiriano constituye el primer momento de la estructura de la inteligencia humana: la aprehensión primordial de la realidad.

Aunque es claro que en la formulación que se presenta están ya elementos del logos y en algunos casos se percibe ya la marcha de la razón (Zubiri: 1981).

En primer lugar se hace una pequeña precisión acerca de dos términos que son clave en este trabajo: crisis e Iglesia católica de México. La palabra crisis está tan de moda y tan en boca de todos que ha abierto un amplio campo de significación que es necesario acotarlo para no caer en confusiones. De otra parte cuando se dice Iglesia católica de México es bueno también considerar la heterogeneidad de expresiones y formas de los que se compone y, sobre todo, el hecho de que son personas específicas quienes le dan su fisonomía propia y concretizan sus acciones.

Para la presentación de lo que está en crisis se hace referencia a un hombre que en algún momento de la historia sus textos fueron considerados nocivos y fueron prohibidos por el Santo Oficio, especialmente un libro titulado: Las cinco llagas de la Iglesia católica (Rosmini: 1846).

A la postre la vida y obra de Rosmini fueron reivindicados al grado que en el año 2007 fue beatificado en Roma.

Acerca de lo que no está en crisis se hace un análisis reflexivo que trata de presentar esas notas que más allá de los tiempos, personas y lugares, se mantienen vigentes y dinamizan la vida de la Iglesia. Finalmente se presentan algunas conclusiones más bien con el deseo de dejar abierta la posibilidad de seguir profundizando en el tema que aquí se aborda.

Lo que significa crisis e Iglesia católica de México

Si se va a comentar sobre lo que está en crisis y lo que no está en crisis respecto de la Iglesia católica en México, conviene hacer unas precisiones sobre los conceptos que están en juego en ese enunciado.

En primer lugar la palabra crisis. El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua) ofrece siete acepciones:

1. f. Cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente.
2. f. Mutación importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya históricos o espirituales.
3. f. Situación de un asunto o proceso cuando está en duda la continuación, modificación o cese.
4. f. Momento decisivo de un negocio grave y de consecuencias importantes.

5. f. Juicio que se hace de algo después de haberlo examinado cuidadosamente.
6. f. Escasez, carestía.
7. f. Situación dificultosa o complicada.

Se resalta pues que crisis tiene que ver con un momento decisivo en donde una situación cambia o debe cambiar con cierta radicalidad, por lo tanto se presenta como difícil o complicado.

?ste es el sentido que se le dará en este texto.

Y respecto de la Iglesia católica mexicana, conviene señalar que bajo ese título se agrupan una serie de prácticas litúrgicas, comunitarias, organizativas, pastorales, educativas que tienen en común la inspiración en los principios cristianos, que atienden las orientaciones vaticanas, pero que no necesariamente forman un bloque homogéneo.

Por encima de las formas está el hecho de que son personas quienes realizan esas tareas, de ahí que la Iglesia sea más bien una comunidad de personas que siguen y construyen formas organizativas y simbólicas que les dan una identidad general así como identidades específicas.

Se puede decir, entonces, que hay una suficiente diversidad de formas de ser católico en México: conviven las posturas más conservadoras con las más liberacionistas, las vivencias de fe más intelectualizadas (teólogos profesionales) con las más emotivas (prácticas carismáticas, religiosidad popular), y como factor común, un ambiente en donde la mayoría se declara católico en contraste con un país sumido en la violencia, la impunidad, la corrupción y la falta de transparencia, es decir, elementos muy contrarios a la propuesta cristiana.

En conclusión, hay diversas formas de expresión de la Iglesia católica mexicana en coincidencia con el mosaico cultural y poblacional propio del país, así como una contradicción de fondo entre la vivencia de la fe cristiana y el comportamiento real en la sociedad.

Una mirada desde un autor prohibido

El 18 de noviembre de 2007 fue beatificado en San Pedro de Roma Antonio Rosmini, personaje que en el siglo XIX (agosto de 1849) fue colocado por sus escritos en el Índice de libros prohibidos por el Santo Oficio.

El texto en cuestión se tituló: Las cinco llagas de la Iglesia católica y fue publicado en 1846. A la postre el libro y el teólogo fueron reivindicados al grado de ser considerado hoy en día un modelo de virtudes cristianas y sus escritos como concordes con las enseñanzas de la Iglesia.

A partir de las llagas que señala Rosmini se presentarán elementos que forman parte de la realidad mexicana y pueden ser considerados como los rasgos propios de los elementos en crisis de la Iglesia católica en México.

Para Rosmini las cinco llagas de la Iglesia católica eran:

1. La separación entre el pueblo cristiano y el clero, especialmente en lo que se refiere a la liturgia.
2. La insuficiente formación cultural y espiritual del clero, sobre todo en el sentido de ser incapaz de dialogar con la nueva cultura.

3. La desunión de los obispos entre sí y de los obispos con el clero y con el Papa.
4. La injerencia política en el nombramiento de los obispos.
5. La riqueza de la Iglesia, esto es, los bienes temporales que esclavizan a los eclesiásticos y la falta de transparencia en su administración.

Si bien Rosmini escribe teniendo frente a sí el contexto europeo y sin el afán de caer en un anacronismo barato, creo que lo señalado por este beato aplica muy bien para la Iglesia católica mexicana, con algunos añadidos que iré exponiendo a continuación.

Primera llaga

La separación entre el pueblo cristiano y el clero

En esta llaga Rosmini ponía el acento en que la separación estaba dada sobre todo en la liturgia. El contexto de la época es contundente: la celebración eucarística se decía en latín, de tal forma que para la mayoría de las personas se trataba de un lenguaje ajeno al propio, de ahí que se apelara a que la liturgia se realizara en las lenguas propias de cada pueblo. A la postre, con la apertura del Vaticano II eso sucedió. Sin embargo, la separación se mantiene, ¿cuál es la razón?

En el caso mexicano considero que esta llaga tiene otros elementos de crisis:

a) La sacralización del sacerdocio y de la vida religiosa casi de forma infantil. Ser sacerdote o pertenecer a la vida religiosa es ser colocado casi en automático en un pedestal que tiene el defecto de construir diferencias entre uno y otro estamento. Se conforma un grupo profesional, hiperespecializado de la religión que queda separado del resto, son los que están «cerca de Dios?? y en consecuencia, «lejos del pueblo??. Pero también ese grupo es formado en la conciencia de ser sólo ellos quienes asumen con radicalidad el seguimiento de Cristo, mientras los demás lo siguen si acaso a medias.

b) El clericalismo en su versión de poder por parte de los sacerdotes por encima del resto del pueblo cristiano, incluso de los religiosos no clérigos y sobre todo de las religiosas. En el mismo grupo especializado hay diferencias y en ella los sacerdotes ocupan el nivel más alto de la escala.

c) Los abusos sexuales por parte de sacerdotes, que se han presentado en los casos de pederastia y también en acosos homosexuales o a las mujeres colaboradoras que, en algunos casos, se constituyen en parejas sexuales de algunos sacerdotes. De otra parte podría señalarse, sobre todo en algunas regiones, que la castidad se vuelve un verdadero problema cultural pues 1 Para la descripción de la crisis o no en la Iglesia católica de México tomo como referencia principal mi propia experiencia como creyente, por mi formación y pertenencia a la vida religiosa y por mi colaboración como agente en actividades de pastoral universitaria por más de 11 años. Recojo mis propias reflexiones, observaciones así como aportes de otros compañeros en este camino. para algunos grupos humanos sobre todo indígenas, se concibe que un hombre completo y pleno es aquel que forma familia con esposa e hijos.

d) El laicado mexicano en general falto de atención más cercana y de una formación religiosa más profunda. Se es cristiano por tradición y parece que esta forma se vuelve conveniente para la jerarquía. La formación de laicos diocesana apunta más a la apologética que a la criticidad. El laicado más querido es aquel que es servil a las autoridades, los críticos son marginados o bien descalificados. En muchos casos la colaboración con los laicos es sólo posible por la falta de sacerdotes o personal de la vida religiosa, pero no una opción querida y valorada como llamado de Dios.

e) La participación de las mujeres, que está presente en toda la estructura, queda restringida muchas veces a la mera operación, y queda excluida en la toma de decisiones. Los espacios de formación más crítica y decisiva están prácticamente cerrados, no hay una comprensión verdadera y profunda de su situación. Hacen falta teólogas laicas críticas en el contexto mexicano.

f) La pastoral promovida desde la mayoría de las diócesis, aunque tiene matices, en lo general se puede valorar como desencarnada, espiritualista, moralizante y muy centrada en lo sacrificial ritual; se favorece el sacramentalismo. De ahí que cale poco en la vida cotidiana de las personas la dimensión social del evangelio que parece borrada de todas las predicaciones y prácticas. Hace falta una nueva concepción del ser y quehacer de la Iglesia en la sociedad, dejar de tener miedo a prácticas inspiradas en la teología de la liberación en su versión más actual y renovada.

g) Se nota una disociación real entre muchas de las directrices vaticanas y las prácticas reales de los católicos, como es el caso del uso de los anticonceptivos y otras prácticas de la moral sexual a las que tanta atención presta la Iglesia católica.

Segunda llaga

Insuficiente formación cultural y espiritual del clero

Para Rosmini esta deficiencia hacía incapaces a los clérigos para el diálogo con la nueva cultura, es decir con la modernidad. Es sabido que la Iglesia ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo en su lucha contra las ideas surgidas de la modernidad. Esa situación está presente también en México en sus formas peculiares.

a) La formación en los seminarios responde a modelos conciliares que no necesariamente ayudan para la inserción en la cultura y en el pueblo mexicano. Las experiencias de formación más abiertas, con prácticas pastorales, con inserción en zonas populares, procurando vivir de la misma forma que el resto del pueblo, han ido perdiendo vigencia frente al modelo de aislamiento y de espacio de vida «fuera de la realidad?? como acaban siendo los seminarios o casas de formación.

Pareciera que para formar parte del cuerpo especializado de la Iglesia se debe renunciar a vivir y pensar como el resto del mundo, lo cual está en la base de la incomprensión y desconfianza que el clero y religiosos anidan respecto de los laicos.
b) Se puede señalar un miedo a veces irracional a lo que se denomina como «relativismo??, a la posmodernidad, a las nuevas formas de religiosidad, a la misma religiosidad popular, a las formas marginales o alternas de acceso al misterio. El miedo de los clérigos y religiosos se vuelve también un obstáculo para el diálogo con el mundo de hoy y para poder aportar una palabra que sea comprensible para todos.

c) Se acusa una formación en muchos casos deficiente respecto de los nuevos aportes teológicos. Los seminarios se vuelven lugares de censura, de adiestramiento, de ideologización en el sentido más puro de la palabra. Los procesos educativos son tradicionalistas, bancarios, poco participativos. Por ello los resultados dan personas poco dialogantes, que creen saberlo todo y que consideran que pueden opinar sobre todos los temas, a veces incapaces de reconocer la propia ignorancia para aprender de otros. Un buen número de sacerdotes se quedan con la formación del seminario y no tienen procesos de formación permanente y menos de actualización.
d) Frente a las nuevas realidades los discursos en muchos casos, a priori son de corte apologético o condenatorio. Hace falta una mirada más comprensiva y tolerante con el mundo, con las sensibilidades civiles y laicas más auténticas.

e) Muchos sacerdotes o religiosos se mueven entre dos aguas, por un lado se «mundanizan?? y se quieren mostrar muy abiertos y por otra parte acaban apelando a la investidura cuando se les cuestiona o recriminan conductas que acaban siendo contrarias al evangelio o al sentido común.

f) En muchas congregaciones religiosas se promueven procesos de formación para que los laicos sean inducidos al estilo o al carisma propio, sin embargo no hay un proceso semejante para que los miembros de esas mismas congregaciones sean inducidos a la comprensión y aprecio por el mundo laico, para establecer un diálogo auténtico con las realidades cotidianas de la vida normal y quizá generar mejores condiciones laborales en sus instituciones.

g) Está en crisis el modelo inclusivista frente al llamado del diálogo en la lógica de un pluralismo religioso. Ya los jóvenes lo están comenzando a vivir, no les resulta tan creíble que una sola religión agote la diversidad y grandeza de Dios y se pueda erigir como la poseedora de una única verdad. Dios se hace presente de muchas formas y eso se percibe en este mundo globalizado donde es posible tener contacto con las muchas formas de acercamiento al misterio de Dios, como bien muestra, por ejemplo la producción cinematográfica Baraka (Fricke: 1992).

Tercera llaga

Desunión de los obispos entre sí y de los obispos con el clero y con el Papa

A simple vista la Iglesia mexicana, sobre todo la Conferencia del Episcopado Mexicano, parece un bloque donde se toman acuerdos fácilmente y se cuenta con un consenso pleno en todas las decisiones que se asumen. Y si bien se ha afirmado ya que la mayoría de los obispos actuales guardan un perfil conservador, intencionado por el anterior Papa, sí hay algunos obispos que tienen posturas disidentes y hacen ver las diferencias en el conjunto.

a) Aparece más bien un reagrupamiento de una jerarquía conservadora, donde los nuncios han hecho una labor política de asociación con los gobiernos en turno y con los grandes empresarios para acallar las voces críticas entre los obispos.

b) Se detectan grupos en el episcopado que están interesados en tener poder de decisión en el pleno. Está el llamado «Grupo de Roma?? formado por el cardenal primado de México y algunos otros que han sido compañeros de estudios en la «ciudad eterna??. Son obispos con un perfil parecido: les gusta mantener relaciones con personas adineradas o ligadas al poder político, que hacen grandes gastos, que viven en la riqueza y gustan de las apariciones en los medios.

c) En la realidad cada obispo hace de su diócesis un pequeño reino. Aunque existen orientaciones pastorales generales e incluso se tenga una organización por comisiones episcopales y dimensiones de la pastoral, en la práctica cada diócesis determina con mucha autonomía sus líneas de acción y más aún, cada parroquia es también un espacio donde se define con mucha libertad los objetivos y metodología para el trabajo pastoral. Esto dificulta una pastoral orgánica así como la permanencia y continuidad de los diferentes proyectos.

d) Se puede detectar una cierta división entre algunos obispos y su clero local. Hay diócesis donde sistemáticamente los sacerdotes críticos son desterrados a lugares lejanos o de poca relevancia, las pastorales más sociales son cuestionadas y desmanteladas o bien las propuestas de mayor participación laical son vistas con recelo. Entre los sacerdotes diocesanos se pueden escuchar lamentos contra prácticas autoritarias, poco comprometidas o bien poco amables por parte de los «señores?? obispos.

e) Quizá otro elemento en crisis sea algo que antes no era tan conocido y parecía incluso casi imposible de realizar: la nulidad matrimonial, que en el caso mexicano alcanzó renombre con la llamada «pareja presidencial?? del sexenio 2000 a 2006. El mensaje pudo ser leído como que los ricos y poderosos sí pueden alcanzarla y con cierta celeridad, mientras los demás tienen que esperar los ritmos y tiempos de la «santa madre Iglesia??. Lo cual demostró una división entre los obispos.

Cuarta llaga

La injerencia política en el nombramiento de los obispos

Rosmini apelaba a la práctica común de los primeros siglos en donde era el pueblo de Dios quien elegía a sus propios obispos en función de las cualidades de servicio y animación a la comunidad. Si bien respetaba la autoridad de Roma, le parecía que volver a esta modalidad haría mucho más fecunda la función de cada pastor en su diócesis.

a) En el caso mexicano es clara una injerencia no sólo en el nombramiento de los obispos, que claramente responde poco a las cualidades de servicio y animación de la comunidad, sino en la línea de pensamiento y de pastoral de quienes han sido designados en los últimos años: por lo general conservadores, con poca experiencia pastoral (muchos salidos de los rectorados en los seminarios), en cierta forma sumisos a Roma y muchos de ellos, incluso con períodos de formación en Roma, lo que se denomina «romanizados??.

b) La posibilidad de que el pueblo, de una diócesis eligiera a su obispo incluso aparece fuera del horizonte de comprensión. Está tan arraigada la práctica de los nombramientos y tan legitimada, que ni siquiera se piensa que se pueda cuestionar o que podría ser de otra forma. ?ste sí que es un elemento de crisis, pues eso significa que la jerarquía está asumida como algo irremediable, incluso como si fuera algo intrínseco, constitutivo al ser de la Iglesia católica, cuando ha sido sólo un evento histórico el que ha conformado la situación actual.

c) En lo general los nuncios en México operan de forma muy semejante a los embajadores de los Estados Unidos, según revelaciones de WikiLeaks, informan descalificando y desde su muy particular punto de vista.

d) Se supone también injerencias gubernamentales en la remoción o nombramientos de obispos, así como respecto de su actuación. Los nuncios son a veces emisarios no sólo del Papa, sino de los grandes políticos o empresarios.

e) Esta forma de actuar autoritaria y sin ningún asomo de democracia en el horizonte, hace que se genere una crisis de institucionalidad entre el laicado más progresista que encuentra una gran contradicción entre las aspiraciones más legítimas del mundo moderno y posmoderno y las prácticas de cristiandad autoritaria y medieval en muchos dirigentes clérigos.

Quinta llaga

La riqueza de la Iglesia

A Rosmini le preocupaba especialmente que los bienes temporales en posesión de la Iglesia acababan esclavizando a los eclesiásticos. Y hoy aplica de forma clara su preocupación.

a) Se puede afirmar en el caso mexicano que tenemos una Iglesia rica (léase eclesiásticos y vida religiosa en general) en contraste con un pueblo pobre. Como se ha dicho, a veces con sorna, «unos hacen los votos y otros son quienes los viven??. Entrar a la vida religiosa o sacerdotal es asegurar el futuro y casi de entrada, salvo algunas excepciones, mejorar el nivel de vida que se podría tener en familia: mejores estudios, viajes, comida, alimentos, salud, respaldo institucional. Esto genera desclasamiento y falta de tacto con la gente.

b) Aunque existen parroquias o comunidades religiosas que viven en austeridad y a veces con limitaciones, la generalidad no es así y se puede percibir que en muchos casos hay un uso discrecional de los recursos, lo cual da como resultado una falta de transparencia que genera suspicacias e incluso sospechas válidas.

c) Para los jóvenes resulta muy poco creíble el mensaje de opción por los pobres al constatar los bienes eclesiásticos y los lujos y privilegios que muchos se procuran y exigen: ropas finas, carros lujosos, viviendas ostentosas, que se les convierten, efectivamente, en verdaderas fuentes de esclavitud.

d) La «pastoral de la piedra?? parece un mal endémico en la vida religiosa mexicana: cada superior o párroco que llega considera que debe hacer una construcción que mejorará las instalaciones en donde se vive?? lo interesante es que el que viene después considera lo mismo y construye destruyendo lo que el anterior ha hecho. Lo interesante es que estos cambios se pueden hacer porque se tienen los recursos, de otra forma sería imposible. Así podemos ver, en algunos casos, construcciones religiosas que son una verdadera suma de «parches?? de uno y otro superior, con el consiguiente despilfarro que ello significa.

e) Cuando las instituciones religiosas operan como patrones, aparece con frecuencia una contradicción entre sus discursos de comunidad y solidaridad frente a salarios y condiciones laborales poco favorables para los laicos colaboradores: se les exige mucho y se les paga poco, mientras que a los miembros de la institución, que a veces laboralmente dejan mucho a deber, se les tienen todas las prerrogativas que a su vez niegan a los demás.

Desde las cinco llagas propuestas por Rosmini en el siglo XIX se han presentado de forma sucinta, aspectos que podrían considerarse en crisis en la Iglesia católica actual. Pero quizá lo más lamentable no es que esos elementos aparezcan en crisis, sino que su conjunto parece exacerbar una crisis más bien general: una crisis estructural institucional que es palpable en el discurso y en la actuación de muchos jóvenes dispuestos a asumir muchas de las misiones o causas que ha abrazado la Iglesia, sobre todo en el campo social, pero se sienten cada vez menos invitados a asumir su pertenencia institucional.

No parece que sus incongruencias sean la única ocasión de que porcentualmente, de acuerdo al censo 2010 del INEGI, sean menos los que se declaran católicos, aunque en volumen sean más que hace diez años. También es el ambiente general de búsqueda, de diversidad, de apertura que hace que las personas tomen otras opciones religiosas o no religiosas que dan sentido a su vida. Sin embargo sí parece previsible, que se hará necesaria un reconfiguración plena del ser y quehacer la Iglesia católica mexicana, ya los jóvenes y algunos adultos se muestran extrañados frente a una institución que parece sorda a los nuevos signos de los tiempos y que parece querer aferrarse con mayor facilidad a las seguridades del pasado que poco o nada responde a las preguntas de hoy.

Lo que no está en crisis

Con lo expuesto anteriormente parecería que hay poco espacio para la esperanza, sin embargo parece que eso es precisamente algo que se mantiene en pie. En términos de las llamadas virtudes teologales, es posible que la caridad haya perdido su ardor y que la fe se haya vuelto un tanto oscura, sin embargo parece que si algo ha mantenido a la Iglesia es el sentido de futuro, especialmente, el pensar que el futuro puede ser mejor. Así que en este tiempo, calificado por algunos como de «invierno eclesial?? parece también aflorar la esperanza de que pronto llegará una estación mejor. La esperanza sería un primer elemento que se fortalece con la crisis estructural.

Quizá otro elemento que no está en crisis es necesariamente el Evangelio, aunque sí muchas de las interpretaciones anteriores. Los nuevos métodos exegéticos y hermenéuticos han contribuido a recuperar mucha de la frescura que significaron estos textos en los orígenes. Lo cierto es que el dinamismo crítico de los Evangelios sigue cuestionando a todos los sistemas que oprimen, excluyen y discriminan y por ello es el mismo Evangelio la base sobre la cual cuestionar algunas de las prácticas eclesiales que se alejan de esos principios.

No está en crisis el deseo del encuentro con Dios, a veces como búsqueda desesperada, otras veces como plenitud de vida, otras como compañía en el camino, en la iluminación o en la oscuridad. Es fácil encontrar entre muchos cristianos el gozo de haberse encontrado o de haber experimentado el encuentro con Dios, el cual les permite andar por la vida con alegría y por ello pueden incluso tolerar maltratos con la esperanza de que hay alguien mayor y de que hay un sentido más profundo en la vida que permite sortear las dificultades y sinsabores.

La alegría y la humanización que conlleva el servicio al pobre, al necesitado, al marginado, de asumir la causa de la justicia y de los pueblos pobres siguen vigentes. De ahí que propuestas teológicas que reflexionan situadamente desde estos enfoques y las acciones que se derivan siguen siendo orientadoras y dadoras de sentido para un buen número de católicos. Incluso se abren nuevos cauces de compromiso con la vida indefensa del planeta todo y en primer lugar la de los seres humanos.

El deseo de ser comunidad parece tener una mayor relevancia en los tiempos en que se vive «conectado?? a todo y con todos. Esa propuesta humilde de juntarse y compartir la vida se vuelve hoy oasis para quienes viven en medio de miles de personas y al mismo tiempo experimentan una profunda soledad.

Conclusiones

La Iglesia católica de México atraviesa por un momento que podría considerarse decisivo. Los elementos a revisión no pueden ser considerados de forma aislada pues en su conjunto acusan más bien a una crisis de tipo estructural o institucional: se requieren tomar decisiones que toquen los fundamentos para poder ser creíble y vigente para las personas de este siglo, para este cambio de época como muchos lo consideran.

Ya Antonio Rosmini, de quien nos hemos valido para hacer la primera parte de este análisis, a mediados del siglo XIX señalaba cinco aspectos que eran verdaderas llagas para la Iglesia católica, especialmente desde la experiencia europea. Su voz fue callada por el Santo Oficio y, al paso del tiempo, fue reivindicada al grado que su persona y obra son considerados oficialmente como modelo de vida cristiana en santidad.

Es probable que las voces que hoy cuestionan el modelo actual de ser Iglesia entre católicos y que son fiscalizados y acusados por el nuevo «santo oficio??, sean después reconocidas como válidas y al fin legitimadas. Pero quizá no están las condiciones como para esperar un siglo y medio para esa reivindicación pues los cambios que vemos son vertiginosos y todo indica que se requieren respuestas de cierta urgencia.

Y si bien se han señalado los puntos de crisis, también es justo reconocer que hay dinamismos que no se desdibujan por la crisis, sino que, al contrario, son la fuente sobre la que habrá de sortearse el nuevo camino de ser Iglesia, probablemente una forma distinta de vivir y organizarse en torno al mensaje del Evangelio: está pues la esperanza, el Evangelio mismo releído desde los análisis exegético-hermenéutico actuales, el necesario y vitalizador compromiso con los pobres y sus causas de vida, el deseo de tener un encuentro con Dios y la alegría de vivir en comunidad en sociedades que poco facilitan las relaciones interpersonales fuera de los cauces electrónicos.

Probablemente sea esta época tan desafiante como fue el tiempo de Jesús de Nazaret donde verdaderamente sean necesarios odres nuevos para el vino nuevo. Resulta del todo significativo que en su momento los cristianos fueran tachados de ateos porque no encajaban en los moldes que legitimaban la experiencia religiosa, ¿no será hoy un tiempo donde quizá se deba apurar la crisis para quitar todo aquello que a lo largo de los siglos se ha adherido y ya no responde al principio original, no será ésta la gran oportunidad de liberación para quienes nos consideramos católicos?

Bibliografía

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Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Universidad Jesuita de Guadalajara