Lo que debemos a los africanos/as -- Antoni Ferret

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Muy a menudo, cuando vemos a una persona que se ve muy claro que es africana, muchas personas piensan que… sí, ya sabemos que tienen mucha necesidad y que tienen que venir, pero es que son tantos… (esto en el mejor de los casos, olvidemos lo que piensan en el peor). Pero unos y otros suelen ver el fenómeno como unas personas a quienes hacemos un favor (y grande).
¡Pues no, compañeros/as!!: Son unas personas a quienes debemos una deuda tan grande… que no la podremos llegar a pagar jamás, por más que acojamos. Os lo explico:

Como ya podéis todos entender, no es una deuda actual, sino una deuda de nuestros antepasados hacia sus antepasados. Y tampoco es una deuda de nuestros antepasados españoles, sino que fue cosa de europeos en general, y sobre todo de ingleses y franceses, pero españoles y catalanes también.
Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, se calcula que pudieron llegar a un millón los africanos y africanas que fueron «cazados», a menudo de una manera sorpresiva (sin ni poderse despedir de nadie), y fueron metidos en barcos, en unas condiciones que muchos morían durante el trayecto, y llevados en América, a trabajar en plantaciones o minas.

Los dos principales destinos eran las colonias británicas (actualmente EEUU) y las colonias españolas (Sudamérica). O sea: España no fue de los países más traficantes, pero sí de los principales destinatarios. Y decimos un millón de los transportados «legalmente», pero en el siglo XIX, ya abolida la esclavitud, todavía se transportaron durante muchos años, como «ilegales», no se sabe cuántos porque no constan en ninguna parte.

Acabada la esclavitud, no los dejamos (no los dejaron) tranquilos. Entonces los sometieron al colonialismo, de finales del siglo XIX a mitad del siglo XX. También fueron sobre todo franceses e ingleses, pero España también tuvo su parte (Marruecos). El colonialismo era simplemente robarles lo que tuvieran de bueno (un poco compensado por el hecho de hacerles algunas obras públicas).

Apenas se sacaron de encima el colonialismo (alrededor de 1960), que parecía una gran victoria africana, pues no: entonces los siguieron explotando con el neocolonialismo, que no es una palabra técnica, sino que quería decir:
El intercambio desigual. Eran independientes, podían hacer lo que quisieran. Pero tenían que comerciar: había cosas que les faltaban. Y resulta que fue muy frecuente el hecho de que los productos que ellos nos enviaban bajaran a menudo de precio (el mercado internacional decidía), y en cambio los productos que les enviábamos cada vez eran más caros. Para comprar un tractor, cada vez tenían que vender más sacos de cacao, de trigo, de frutas, o metales. (Entonces… cada vez eran más pobres.)

La deuda externa. Los bancos europeos, ricos y con ganas de serlo cada vez más, les ofrecían créditos. Y los presidentes africanos, muy a menudo sinvergüenzas y ladrones, los aceptaban contentos y, a menudo, les servían para enriquecerse personalmente o para levantar obras monumentales. Ah, pero…, fijaos: a la hora de devolverlos, y con intereses, que eran los beneficios bancarios, entonces SÍ que debían colaborar TODOS, a costa de arrastrar la miseria.

Aunque parezca mentida, con el neocolonialismo, los europeos (quiero decir los dirigentes y los capitalistas) no quedaron satisfechos con todo lo que les habían robado. Siempre quieren robar más.

La última etapa, por ahora, a partir de alrededor de 1980, fueron los llamados «programas de reforma estructural». ¿Qué quiere decir, esto? Digamos que, como las cosas se van modernizando, ahora ya no son los bancos, ahora son el Fondo Monetario Internacional (FMI), la entidad más ladrona del mundo, y su lugarteniente, el Banco Mundial. Hay que decir que, esta vez, no se trata solo de los países africanos, sino de todos los que se puedan extorsionar, de otros continentes. Como podemos imaginar, con todas las «operaciones» anteriores, llega un momento en que ya nadie puede devolver los créditos, ni siquiera exprimiendo al pueblo. Fue lo que se denominó «la crisis de la deuda». No hay problema.

Todo se puede arreglar. Les ofrecen nuevos créditos, ahora ya para que puedan subsistir como país, pero con la condición (si no, no se los dejan) de aplicar los «programas» que hemos mencionado, y que consisten en: rebajar el gasto social, congelar los salarios, privatizar los servicios públicos, y cosas por el estilo, y… sobre todo, sobre todo, abrir las fronteras sin condiciones. De este modo devolverán los créditos y, además, los capitalistas occidentales harán su agosto. Los pueblos… resistir resisten, pero… de qué manera.

Todo esto es… no diré lo que les hemos hecho, pero sí lo que les han hecho, y en teoría en nuestro nombre, o en el de nuestros padres…
Ahora, por favor, cada vez que veáis una persona africana, recordad todo este drama. Y miradlos con otros ojos.
Antoni Ferret