Liturgia: sin espíritu comunitario no hay Eucaristía -- Gabriel Mª Otalora

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En vísperas del Concilio Vaticano II, el marco litúrgico requería una
urgente reforma que venían solicitando varios episcopados para
favorecer y suscitar una participación más activa de los fieles en las
Eucaristías. De ahí el uso de las lenguas vernáculas y la adaptación de
los ritos en las diversas culturas. En ese marco, se constató la necesidad
de estudiar más profundamente el fundamento teológico de la liturgia,
para no caer en el ritualismo o favorecer el protagonismo del celebrante.

Juan XXIII, creó el Instituto litúrgico pontificio para acoger y responder a
estas necesidades, algunas de las cuales calaron en el Concilio.
La Constitución Apostólica Sacrosanctum Concilium marca las normas
fundamentales sobre la liturgia. En ella se afirma que ?La Santa Madre
Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles a aquella
participación plena, consciente y activa de las celebraciones litúrgicas.

Al reformar y fomentar la Sagrada Liturgia se ha de tener muy en cuenta
esta plena y activa participación de todo el pueblo??. La liturgia, por tanto,
es en forma y esencia un proceso comunitario en el cual la actitud interior
de cada persona es esencial, ya que lo verdadero acontece en lo
profundo.

Esto significa que la participación activa debe estar inmersa también en
una actitud individual nada superficial. Ahora Francisco ha remarcado la
importancia de no caminar hacia atrás poniendo coto a la Misa
Tradicional o preconciliar. Pero aún falta que se potencie el espíritu
comunitario, que languidece en medio de un ritual que necesita un
espíritu más participativo en línea con el objetivo de fondo que buscó
Juan XXIII.

La misa no se escucha, se participa, recuerda Francisco. Y se participa
comunitariamente en el misterio de la presencia del Señor entre
nosotros. Es algo distinto de las otras formas de nuestra devoción, aclara
el Papa, como el belén o el viacrucis, que son representaciones. Somos
una comunidad que proclama ?celebrar?? juntos la Eucaristía. Es algo que
no puede darse si cada cual se desentiende de los que están al lado,
convirtiéndose en un conjunto de individualismos, ajeno al espíritu
comunitario y evangelizador que tuvo la última Cena, presidida por
Jesús. ¿Qué espíritu celebrativo tienen muchas Eucaristías?,

¿Dónde está la actitud celebrativa del encuentro personal en comunidad con
Jesús? El formato en latín con el cura de espaldas a la comunidad,
Francisco lo ha frenado en seco; que para rezar individualmente, ya
tenemos muchos momentos a lo largo del día, igual que hacía Jesús.

Como afirma Martín Gelabert, doctor en Teología, todo en la Eucaristía
está ordenado a la comunión, y todo en la eucaristía tiene sentido en
relación con la comunidad. Hay quien habla de ?Misas privadas??, pero la
Misa no es un acto solitario; no es una acción individual, porque es un
acto comunitario.

Quién celebra la eucaristía es la comunidad que expresa eso, que la
Iglesia es una comunidad de hermanos. Sin comunidad no hay
eucaristía. No se trata de un rito que pudiera realizarse por creyentes
solitarios. Se trata de un acto y una celebración eclesial. Por eso, la
liturgia eucarística "habla" siempre en plural y el diálogo litúrgico es siempre comunitario. Y si en la eucaristía nos unimos profundamente a Cristo, esto se verifica en la fraternidad. Cuanto más se une uno a Cristo, tanto más solidario es. No hay unión con Cristo sin unión con los hermanos.

El Papa ha cerrado el paso a las veleidades tridentinas que permitió
Benedicto XVI. Pero necesitamos que el siguiente paso litúrgico reviva el
espíritu participativo que modifique la actitud hasta hacer de la
celebración eucarística un lugar de encuentro y dicha y no un rito
marcado por el cumplimiento, triste, individualista, ramplón, que cada vez
dice menos a un mayor número de fieles.

Como escribe la teóloga Paula Depalma, celebración y creatividad son
dos palabras que van unidas. No hay celebración sin novedad y sin la
alegría que surge del encuentro. Sin embargo, cuando nos referimos a
las celebraciones religiosas no siempre las asociamos con la creatividad
y la alegría radical que implican.  Aún estamos a medio camino, con
Francisco más atareado en evitar que algunos nos devuelvan al pasado.