Leonardo Boff nació en Concordia (Brasil) hace 68 años. Se considera “católico, apostólico y franciscano”. Entre otros títulos académicos tiene los de Doctor en Filosofía y Teología por la Universidad de Munich. Figura señera de la Teología de la Liberación es un asesor comprometido en movimientos sociales de cuño popular liberador como el Movimiento de los Sin Tierra y las Comunidades Cristianas Eclesiales de Base. En 1985, fue sancionado por la Jerarquía de la Iglesia Católica en relación con ciertas tesis ligadas a la Teología de la Liberación.
Ante nuevas presiones del Vaticano, en 1992 abandonó el ejercicio del sacerdocio para continuar en la Iglesia como laico. Autor de 74 libros y Coautor de la Carta de la Tierra es un ardiente defensor de la causa de los Derechos Humanos, contribuyendo a la reformulación de la Declaración Universal desde los derechos de la Tierra. Se autoproclama hermano universal entre todos los seres de la Tierra.
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Pregunta. ¿Qué añadiría hoy a la Declaración Universal de los Derechos Humanos?
Respuesta. La Declaración Universal consagra los derechos de la persona y hace referencia a los derechos sociales, pero hay derechos íntimamente ligados a la persona que no están contemplados, como son, los derechos de la naturaleza, los derechos de la vida, los derechos de la Tierra. Es más, sin el respeto a los derechos de la casa común que es la Tierra, son inviables los derechos humanos. Todos los derechos son derechos humanos y es necesario reformularlos partiendo de la centralidad de la Tierra. Ya que la Carta de la Tierra está aprobada por la UNESCO, sería conveniente que la ONU la incluyera en su agenda de estudio y procediera a una reformulación de la Declaración Universal teniendo en cuenta el contenido de dicha Carta.
P. ¿Qué novedades se han producido para que hoy tengamos que replantearnos la Declaración Universal de los Derechos Humanos?
R. Nos encontramos en un proceso de visión más amplio. Estamos pasando de lo local a lo universal, de las sociedades nacionales a la sociedad mundial, de los ecosistemas regionales al planeta Tierra, del planeta Tierra al Universo y del Universo al Misterio. Necesitamos un nuevo paradigma que contemple toda la comunidad de vida. Hay que redefinir conceptos y actitudes ante un planeta pequeño, viejo, herido y limitado en recursos. Tenemos que cuidarlo para que quepamos todos, no sólo las personas sino toda la vida. De no ser así vamos al encuentro de lo peor, a la destrucción de la tierra y de la humanidad.
No quiero decir que estemos ante un futuro con final fatal sino en una crisis y ante un reto. El ser humano es sapiente y demente. El ser humano con capacidad de violencia y destrucción, que tiene puesta en marcha una maquinaria de muerte, tiene también capacidad de poner en práctica sus cualidades de sabiduría y cordialidad. El ser humano es capaz y debe crear otra civilización en la que se sienta hijo de la Tierra y en la que se asuma como función el cuidar la vida, toda vida. De lo contrario tendremos el final de los dinosaurios.
P. ¿Cuándo se invoca el desarrollo sostenible se está en el buen camino?
R. La palabra sostenibilidad puede ser confusa pero la palabra desarrollo es engañosa. La salvación de la Tierra está en dos palabras: sostenibilidad entendida como posibilidad, para las distintas formas de vida, de mantenerse y reproducirse mirando a las futuras generaciones y, reconociendo la fragilidad de la Tierra, cuidado de las heridas actuales y previsión de las futuras. Sin cuidado no se afirma la sostenibilidad. Esta doble exigencia conlleva el cambio a una nueva mentalidad, a una nueva civilización. El sistema productivo está asentado de tal forma que no está por frenarse y nos lleva plantearnos el futuro con una gran interrogación. La sustentabilidad del planeta, tejida por millones de años de trabajo cósmico, puede ser desbaratada. San Agustín dice que todo gran cambio se produce con un gran dolor o con un gran amor. Sería de desear que el gran cambio necesario fuera con un gran gesto de solidaridad.
P. Reconocido que la agresión a la Tierra traerá consecuencias fatales para toda la familia humana ¿qué hacer ante el sistema económico imperante?
R. La Tierra clama bajo la máquina depredadora de nuestro modelo de sociedad y desarrollo. El sistema industrialista mundial, desde el siglo XVIII está llevando a cabo una sistemática explotación de todos los recursos de la Tierra como si fueran inagotables y las posibilidades de desarrollo ilimitadas. Destruye, contamina e inyecta a la atmósfera gases de efecto invernadero. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (2500 científicos de 130 países) ha reconocido la realidad del cambio climático y que éste es andrópico, debido en un 90% al ser humano. Ahora bien, la imputación de responsabilidades no es igual a todos los seres humanos. Un cambio de este proceso es insoslayable y urgente, de lo contrario, los peores augurios se harán realidad a corto plazo. Hay que buscar ya otra forma de producir, de consumir, de relacionarse y de distribuir justamente los recursos. Si no hay cambio no tendremos futuro dentro de este siglo.
P. ¿Qué perspectivas vislumbra tras esta globalización que actualmente domina la vida del planeta Tierra?
R. Positivas a pesar de las contradicciones de la expresión neoliberal. Hay otras formas de globalización, distintas de la globalización económica. Yo entiendo la globalización en sentido filosófico, como una etapa nueva de la humanidad. Estamos en la Edad de Hierro de la globalización. Thaillard de Chardin, en el año 1933, ya vislumbraba la necesidad y la posibilidad de un mundo nuevo, globalizado, con una mente y un corazón nuevos. Relaciones económicas, comerciales, culturales y espirituales, pueden crear una nueva mente y un nuevo corazón. La globalización es una etapa nueva de la civilización. Es la etapa de la noosfera, en la que mentes y corazones del planeta Tierra, de la humanidad, estén sincronizados.
P. Migraciones han existido siempre, pero tal como se presenta hoy el fenómeno migratorio, ¿no habrá que tomarlo como un grito de alerta ante un pretendido orden mundial radicalmente inhumano?
R.- El emigrante bíblico Abraham hoy está multiplicado en 300 millones de personas. La Tierra es única, la Tierra es de todos, de la humanidad. Todos tenemos el derecho y el deber de la hospitalidad. Por ser hijos de la Tierra, existe un derecho común a disfrutar de sus bienes y una obligación común de acogida.
Los emigrantes económicos son expresión de la Tierra misma. Hay que repensar la Tierra como totalidad, como casa común. Los estados deberían releer sus legislaciones. Hay que superar los estados nación y considerar la Tierra como totalidad, planetariamente. Tenemos que encontrar formas de convivencia en la casa común, con una economía de lo suficiente y con una convivencia entre personas diferentes. Somos una familia humana con derecho a comer, respirar, vivir… Hay que ahondar en el sentido profundo de la comensalidad: los seres humanos pueden comer juntos y disfrutar juntos.
Los límites actuales de los estados nación no funcionan. De establecer límites políticos, que se adopten los límites naturales de los ecosistemas. La necesidad de redistribución de agua y alimentos, acentuada por las consecuencias del cambio climático, exige la existencia de organismos que repiensen todo tomando a la Tierra como totalidad. No hay organismos que se dediquen con poder y eficacia a la Tierra. Está la ONU pero ha asumido tan sólo las funciones de evitar guerras y mantener la hegemonía de los países fuertes. Estamos defraudados y desposeídos de instrumentos que controlen y dirijan la situación mundial.
P. Con insistencia menciona que nos encontramos en una profunda crisis y que además de ser motivo de zozobra es motivo de optimismo. Necesitamos su aportación optimista.
R. Crisis viene de crisol. Acrisolar es purificar, cambiar. Ciertamente estamos en situación de crisis, de travesía, de cambio. Estamos en situación de cambio necesario. Cambiamos o no hay futuro. El ser humano tiene su origen en las estrellas rojas. De ellas viene la vida y todos los sistemas que constituyen el universo. Nacimos de las estrellas para brillar. El ser humano va a superar esta crisis. En su historia ya ha superado otras grandes crisis. Puede que tenga que pagar un gran precio, pero dará lugar a una humanidad más cordial, humana, solidaria, amiga de la naturaleza, con grandes ideas y grandes sueños.
Europa no es una realidad decadente, crepuscular. Participa de la crisis mundial. En Europa despertaron los valores más humanistas. De aquí nació un sistema de valores. Tiene un papel importante en la configuración de la nueva humanidad en la que el ser humano sea fin y no medio.
En todo el mundo está avanzando la conciencia de ciudadanía planetaria. Ahí están los foros sociales mundiales. Son medio de intercambio de ideas y experiencias pero sobre todo son importantes por el intercambio de experiencias. Son convivencia, comunicación, cambio de valores y signo de que puede emerger una nueva humanidad. Son aún semilla pero son realidad.
También el cambio climático está creando una conciencia colectiva de la humanidad. A partir de la ecología se está elaborando e imponiendo un nuevo estado de conciencia en la humanidad que se caracteriza por más benevolencia, más compasión, más sensibilidad, más enternecimiento, más solidaridad, más cooperación, más responsabilidad entre los seres humanos hacia la Tierra y hacia la necesidad de su preservación. Se están dando reuniones y creando instituciones y hasta ministerios para estudiar y tomar medidas. Son signos de que la humanidad no está parada o inerte. Sin embargo no son signos que permitan el relajamiento. La gravedad es enorme y exige soluciones urgentes para no llegar tarde.
P. A quienes estamos interesados en la defensa de los Derechos Humanos ¿qué nos recomienda?
R. Considerar la dignidad humana como el valor más importante de toda persona por más pobre, humilde y enferma que sea. El ser humano no es medio, es fin en sí mismo.
Alargar los Derechos Humanos en una perspectiva más ecológica. El ser humano es un eslabón de la comunidad de vida. En la naturaleza todos somos interdependientes. Defender al ser humano es defender su entorno. Los derechos de la naturaleza los tiene el aire, el agua, la montaña…La Tierra también tiene dignidad como lo que es: Gaia, Pacha Mama, Gran Madre.
Alargar los Derechos Humanos a todo lo que permita al ser humano vivir. Defender al ser humano es defender el aire, el agua… y todas las condiciones fisio-químicas que permiten la vida.
Alargar el proceso de dignificación a todo lo que existe.
Como final, también recomiendo y dedico a la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía la Carta de la Tierra.
(Entrevista concedida a la APDHA)
Sevilla, 21 de Mayo de 2007.