LAS MAFIAS EN ?LA ALDEA GLOBAL??. V. Martín (OSSR)

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Alandar

Los procesos de globalización, con frecuencia, funcionan para beneficio de la creciente industria del tráfico de seres humanos. Al contemplar con sentido crítico el panorama mundial, donde demasiadas mujeres asumen y cargan con todos los compromisos para una supervivencia personal familiar y social, caemos en la cuenta de la desigualdad y la vulnerabilidad que produce la «sociedad del bienestar», en una parte de la humanidad con rostro de mujer.

Por eso en este pequeño artículo quisiera reflejar el drama de tantas mujeres, jóvenes en su mayoría, traficadas y explotadas sexualmente, mediante el engaño y la necesidad de una vida mejor.

Este problema lo viven muchas mujeres inmigrantes en la comunidad almeriense (que llegaron deslumbradas por nuestro gran desarrollo económico, mediante los invernaderos) pero, o bien tendemos a ignorarlo o lo sofisticamos de tal manera que hacemos que no sea fácil percibir hasta que punto son esclavas quienes vemos en nuestras «carreteras o club de alterne», ni cuanto sufren los efectos de las mafias y redes que operan en nuestro entorno.

Recordemos lo que Europa Press recogió en 2004: «Agentes de la Unidad Contra las Redes de Inmigración y Falsedades Documentales (UCRIF) de la Policía desarticuló este lunes en Almería, España, a un grupo organizado dedicado al tráfico ilegal de mujeres procedentes de Bulgaria y Rumania, según informó el Ministerio del Interior en un comunicado. En total, han sido detenidas 24 personas y se han efectuado tres registros.

Esta operación policial es la culminación de las investigaciones que se han desarrollado desde hace meses para desarticular un grupo organizado integrado por ciudadanos españoles, búlgaros y rumanos, dedicada al tráfico ilegal de mujeres y a su ulterior explotación sexual en la provincia de Almería.

La investigación se inició como consecuencia de las denuncias de dos mujeres víctimas del grupo delictivo. Las mujeres dijeron haber sido captadas en su país por un ciudadano búlgaro, líder de la estructura delictiva formada por nacionales búlgaros. Luego, en España, eran explotadas por los traficantes búlgaros mediante el ejercicio de la prostitución en un club de alterne de la localidad de Huércal Overa, en connivencia con los administradores y empleados de dicho establecimiento, españoles y de otras nacionalidades.

Las mujeres fueron sometidas a coacciones, amenazas y agresiones físicas. Las amenazas tenían lugar sobre las mujeres y sobre sus familias en su país de origen. Los traficantes se quedaban con la totalidad del dinero obtenido por las mujeres. En algunos casos, las mujeres eran engañadas sobre el tipo de trabajo que realizarían en España. Se les prometía un trabajo en la hotelería, en tareas agrícolas, entre otros, siendo obligadas posteriormente a ejercer la prostitución».

Sin final feliz

Esta triste historia se repite a diario, sobre todo con mujeres inmigrantes que llegan por incontables rutas, de toda clase color, edad y etnia, pues los países «subdesarrollados» sufren la bien conocida política del ajuste estructural impuesto por el Fondo Monetario Internacional.

Son íconos visibles e impactantes, incluso en nuestro entorno, los que confirman la feminización de la pobreza, de las migraciones y el aumento del número de mujeres y niñas excluidas preferentemente por el fenómeno de la prostitución.

A nivel mundial, cada año, son traficadas cuatro millones de mujeres y niñas para la explotación sexual. Los últimos datos disponibles, dicen que unas 500.000 mujeres ingresan en Europa para el ejercicio de la prostitución (hay que señalar que no todas son traficadas).

Según un informe de Naciones Unidas este ejercicio constituye la tercera actividad ilegal más lucrativa del mundo, generando unos 12 mil millones de dólares al año. El mercado del sexo conlleva una demanda que no podemos silenciar. Hernández Velasco en 1996 escribía un artículo para El Mundo que titulaba: «Un millón de hombres al día van de prostitutas», hablaba sólo de España.

Sabemos que toda opción es marcada por cuestiones de clase, género, etnia, nivel económico y las condiciones sociales del momento, pero encontramos inadmisible forzar a un ser humano a ejercer la prostitución aprovechándose de su precaria situación personal familiar o social. Sea hombre o mujer, la mayoría de la oferta sigue siendo femenina pero cada vez hay más hombres, transgéneros, niños y niñas.

El tráfico de seres humanos es una forma de esclavitud que golpea principalmente a grupos humanos en condiciones de extrema pobreza y necesidad. La persona traficada sufre constantes atropellos en sus derechos humanos y carece de la posibilidad de pedir ayuda si lo desean.

Ante un problema tan complejo y universal no sólo hemos de solicitar más leyes sino respuestas concretas a problemas estructurales que permitan el desarrollo de los estándares mínimos de vida, la superación de las condiciones de miseria y de cualquier otro tipo de obstáculo que dificulte el pleno desarrollo individual y social del ser humano.

La educación es un factor determinante a la hora de inculcar los derechos y deberes básicos; sirve para mostrar este grave problema existente en el mundo, sus posibles consecuencias y soluciones.

En carne propia

Brindamos la historia de dos jóvenes hermanas de Rumania que compartieron nuestro hogar en Almería durante unos días.

Contaba la hermana mayor: «Tuve un sueño y quise realizarlo sin saber donde me llevaría. Lo comencé en Rumania y termine en el sur de España, junto al Mediterráneo. Por eso os cuento mi historia, por si sirve a otras jóvenes o por si os hace cambiar de opinión cuando veáis a mujeres inmigrantes en las carreteras o en los clubes, o que simplemente se cruzan en vuestro camino y percibís angustia en su mirada.

Mi vida y la de mi hermana menor transcurrían tranquilas sin otra preocupación que estudiar y poder viajar, algunas veces nos íbamos de vacaciones al extranjero para conocer otras culturas y lugares europeos.

Nuestros padres apoyaban estos proyectos, desde sus trabajos como médico y secretaria sabían lo importante que es salir a la Unión Europea. Un mal día nos propusieron un viaje turístico para conocer Barcelona por un precio muy asequible a nuestro presupuesto y aceptamos. El viaje seria en un autocar rumano, los días concertados serían quince, incluidos los del viaje.

La ilusión y el entusiasmo acompañaron los preparativos y despedidas antes de iniciar el viaje que duraría dos días con sus noches hasta llegar a nuestro destino: Barcelona. Ya en el viaje percibimos que la agencia no era lo que pensábamos y que la mayoría de pasajeros venían en busca de trabajo u otros cometidos muy distintos a los nuestros, pero Barcelona era la primera parada, allí aclararíamos nuestras dudas.

Grande fue la sorpresa al ver que el autocar no entraba en Barcelona y continuaba hacia el sur de España. En este momento empezamos a sospechar que algo raro estaba sucediendo con nosotras, todos los pasajeros seguían tranquilos sin protestar ante nuestras preguntas y temores.

Sumidas en un total desconcierto, sin saber que hacer ni a quien acudir en busca de ayuda, llegamos a Vera, un pueblo de Almería, donde nos dicen que el viaje había finalizado. Allí nos esperaba un joven rumano que dijo ser el encargado de llevarnos al hotel.

Así comenzó nuestro secuestro y posterior esclavitud; el hotel era un piso donde había otras jóvenes rumanas que la mafia repartía cada atardecer por los distintos clubes de la zona para ejercer la prostitución más denigrante y sin posibilidades de comunicación con otras personas que no pertenecieran a la mafia.

Intenté con todas mis fuerzas que no se llevaran a mi hermana de 17 años pues no podría soportar ese trabajo tan humillante a su edad; pero fue inútil?? no tenían corazón ni sentimientos. Desde ese momento comencé a buscar estrategias que nos permitieran escapar de aquel infierno con el menor riesgo posible.

Mi primera tarea fue memorizar el nombre del club donde dejábamos a mi hermana y otras jóvenes y los letreros de los pueblos por donde pasábamos. La segunda fue buscar y aprender las pocas palabras en español que me permitieran pedir ayuda a algún cliente que viese con buen corazón y capacidad de secreto.

Con estos dos empeños conseguidos y segura de que Dios pondría de su parte pues se lo pedíamos a diario, me decidí a solicitar la ayuda que necesitábamos para ser nuevamente libres. Con pocas palabras y muchos gestos un buen ser humano comprendió mi angustia y me dijo: No te preocupes, diré que vamos a fumar un cigarro fuera y cuando yo te indique sales corriendo diciendo a quien te encuentres ¡policía, policía! Así lo hice.

No sé como pasó, en una hora la policía me había acompañado al club donde trabajaba mi hermana. Ya éramos libres pero ese episodio quedará en mi memoria para siempre.

El trato de la policía española fue inmejorable en respeto y atención. La acogida en un piso de religiosas donde nos llevaron y nos sentimos seguras y como en casa. La comunicación fue inmediata con nuestros padres quienes se encontraban desesperados ante nuestro silencio y dispuestos a enviarnos el dinero suficiente para regresar en avión vía Madrid lo antes posible.

A mi llegada a Rumania, con diccionario en mano, pude escribir a la hermanas que nos acogieron en su casa lo siguiente: ?No olvidaremos lo vivido con vosotras, seguid ayudando a más jóvenes… sois muy queridas por nosotras y nuestros padres. Que Dios os bendiga siempre».