Enviado a la página web de Redes Cristianas
La vida juega con nosotros como el gato con el ovillo. Ella, la muy ladina, juega con nosotros de forma antojadiza y malévola haciéndonos creer que la podemos controlar y que le podemos ganar la partida. Y nosotros, pobres incautos, tardamos muchos años en comprender que si alguna vez ganamos algún tanto no es por nuestra fortaleza e inteligencia, sino porque ella nos ha dejado ganar para que no perdamos el interés y dejemos de jugar.
Pero en ese juego entretenido e ilusorio, poco a poco, y en el mejor de los casos, vamos haciendo la transición de fieros leones a mansos corderos desvalidos. De manera que, la derrota final podrá tardar más o menos tiempo en producirse, podrá ser más o menos digna o dolorosa, pero la vida siempre termina ganándonos la partida. La vida camina pegada a su sombra, que es la muerte, y cuando esta caprichosamente lo decide, sombra y vida se desvanecen.
Valladolid