La vida de los sacerdotes casados proclama la injusticia eclesial (III) -- Rufo González

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Cura casado2En la Iglesia católica, la Ley está por encima del Evangelio
La Iglesia católica vive un excesivo celo por sus leyes. Me atrevería a decir que incluso mayor que por el Evangelio. Un ejemplo claro está en la ley del celibato. Es voluntad clara de Jesús que las comunidades celebren la eucaristía. Muchas no pueden hacerlo por carecer de sacerdote célibe, aunque haya uno casado. Lo tienen prohibido por ley eclesiástica. El ?haced esto en memoria mía?? (Mt 26, 26ss; Mc 14, 22ss; Lc 22, 17ss; 1Cor 11, 24ss) ha sido condicionado por ?si hay un sacerdote célibe?? que presida. Y esto, en una parte de la Iglesia: en la Occidental, no en la Oriental. Y, más absurdo, esta ley la quieren hacer pasar por voluntad de Dios. Lo que implica que Dios quiere una cosa en Occidente y lo contrario en Oriente. Aunque, en la actualidad, el Oriente viva en Alicante o Badajoz, y el Occidente en la India o el Líbano. ¿Cuándo se darán cuenta del sinsentido cultural, evangélico, existencial, incluso personal -la conciencia del presbítero y obispo casado-?

Cada vez creo más acertado el diagnóstico de J. Mª Díez-Alegría: cabezonería humana
El sabio jesuita, profesor de la Gregoriana (Roma), en un libro de gran repercusión por los años ochenta, escribió en el capítulo XIII, titulado ?Los arzobispos no se quieren desarzobispar??: ?Quiero terminar este capítulo con una referencia a la candente cuestión del celibato eclesiástico obligatorio de la Iglesia Católica Latina, que, por anómala y extravagante extensión, es también anglo-sajona, germana y tercer-mundista??. Su diagnóstico queda sintetizado en este párrafo:
?Las erróneas ideas de que el sexo es malo y de que los ?sacerdotes?? son ?extraterrestres?? están, sin duda, a la base de la descabellada institución del celibato obligatorio de los obispos y presbíteros. La llamo descabellada, porque la experiencia histórica demuestra que es una cabezonería humana en que el Espíritu Santo no ha entrado, y que, por eso, siempre funcionó a trompicones.
Pero hay otra razón profunda para la intransigencia en mantener, contra viento y marea, la obligación del celibato. La estructura totalitario-autoritaria de la Iglesia exige un clero separado de los fieles, dominante respecto a éstos, y mantenido él mismo en un puño por la jerarquía. Un poco como los jenízaros del antiguo sultán de Turquía. Para conseguir esto, es conveniente que sean célibes (psicológicamente el celibato impuesto se compensa con un afán de dominio), y que no puedan ganarse la vida mediante un trabajo civil. En ambas cosas se muestra interesada la autoridad eclesiástica, considerada globalmente. Pero, evidentemente, lo del trabajo no han podido imponerlo a raja tabla. En cambio, en lo del celibato son irreductibles. Durante el concilio Vaticano II, el papa Pablo VI ni siquiera permitió que pudiera discutirse el asunto??(?Rebajas teológicas de otoño??. Edit. Desclee de Brouwer, S.A. Bilbao 1980. Páginas 144-147).

El silencio sobre los obispos y presbíteros casados
Es otra demostración de la falta de sentido evangélico. Por ello no celebra la vida de los sacerdotes casados, aunque hayan sido unos testigos espléndidos del Evangelio. ¿Recuerdan alguna llamativa celebración de la vida, por ejemplo, de Vicente Ferrer? ¿O del obispo argentino Jerónimo Podestá? Sin embargo estas vidas han iluminado y sus obras siguen siendo ?sal y luz del mundo??. Pero como fueron ?reducidos al estado laical??, no tienen cabida en el corsé clerical de la Iglesia.

Vicente Ferrer, fallecido el 18 de junio de 2009 en la India.
?Eras la humildad del santo, el canto de la esperanza… Se desprendía de ti el grave acento de la verdad. Eras la imagen más positiva de la Iglesia de Roma, aunque un día colgaste los hábitos, te casaste y tuviste hijos. Fuiste la abnegación sin fisuras, como Teresa de Calcuta, como tantas y tantas misioneras, tantos y tantos misioneros, que en Iberoamérica, en África, en Asia, están siempre al lado de los desfavorecidos, trabajando en los asilos, los centros infecciosos, las leproserías, los guetos del sida, los enfermos terminales, los niños desvalidos…?? (Luis María Ansón, de la Real Academia Española. EL MUNDO, 21 junio 2009, p. 23).

Vicente Ferrer ?se ha entregado a Dios con corazón indiviso??
Un referente mundial del Amor cristiano. Fue un sacerdote casado que ejerció el ministerio de la caridad brillantemente. Junto con su esposa e hijos -que siguen su obra- crearon fuentes de vida para los más pobres de la tierra. Probablemente si hubiera sido un cristiano normal, ya estarían las altas esferas eclesiales bendiciendo y promocionando su obra y su santidad. Como era un sacerdote casado, ningún obispo quiso ponerse al frente de su reconocimiento, ni organizar de ?motu proprio?? ni siquiera un funeral digno por el hermano sacerdote.

En la vida del Padre Vicente Ferrer no
?descuella el precioso don de la gracia divina, que es dado por el Padre a algunos (cf. Mt 19,11; 1Cor 7,7), para que en virginidad o celibato más fácilmente se entreguen a Dios solo con corazón indiviso (cf. 1Cor 7,32-34). Esta perfecta continencia por el reino de los cielos siempre ha sido tenida por la Iglesia en gran honor, como signo y estímulo de la caridad, y como fuente peculiar de fecundidad espiritual en el mundo?? (LG 42).

En la vida del Padre Vicente Ferrer sí
?descuella el más precioso don??, el amor cristiano (1Cor 13, 1 ss). A pesar de no ser célibe, ha sido agraciado por el Padre, sin pedir permiso a los dirigentes eclesiales, con el Amor, que es lo que realmente capacita para ?entregarse a Dios con corazón indiviso…, y ha sido signo y estímulo de la caridad y fuente peculiar de fecundidad espiritual…??.
Y como Vicente Ferrer muchos sacerdotes casados, obligados a dejar el ministerio, no han dejado de entregarse a Dios con ?corazón indiviso??: ?han amado a Dios con todo su corazón, con toda su alma, con todas sus fuerzas y con toda su mente. Y al prójimo como a ellos mismos??.

¡Más respeto a la voluntad divina!
¿Cuándo la Iglesia dejará libres para ejercer sus ?talentos??, dados por Dios, a los sacerdote casados? ¿No sería un gesto de amor y respeto a la voluntad divina?:
?¿Acaso no tenemos derecho a comer y beber?, ¿acaso no tenemos derecho a llevar con nosotros una mujer cristiana, como los demás apóstoles, incluyendo a los parientes del Señor y a Pedro?…?? (1Cor 9,4-5). ?Si no pueden sostenerse, que se casen; más vale casarse que quemarse?? (1Cor 7,9).

Esto sí es voluntad de Dios, recogida en la Biblia
Y no el destierro, la ?reducción?? laical, la marginación, la exclusión, las mujeres invisibles, los hijos sin padre…. Diversos modos de ?fusilamientos?? sociales, siempre indignos del amor cristiano, contrarios al Evangelio, al Espíritu Santo. ¿Cómo puede la Iglesia anunciar el Evangelio del Amor incondicional con estos condicionamientos tan antievangélicos? La vida de estos enamorados de Jesús y su Evangelio está proclamando constantemente la injusticia de una ley insostenible. Leamos sin prejuicios, por ejemplo, estos dos libros: ?Curas Casados. Historias de fe y ternura??. R. Alario y Tere Cortés, coor. Moceop. Albacete 2010. ?Curas en unas comunidades adultas??, preparado y editado por Federación Europea de Curas Católicos Casados, distribuido en España por Moceop (C/ García Lorca, 47. 28905-Getafe -Madrid-). Estas historias son una voz del Espíritu Santo que está gritando a la institución eclesial, como los profetas y el gran profeta Jesús gritaban a la institución de su pueblo. No quiera Dios que se cumpla la amenaza profética de ?quedarse la casa vacía??:
?¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la clueca a sus pollitos bajo las alas, pero no habéis querido! Pues mirad, `vuestra casa se os quedará vacía´ -Jer 7,14-?? (Mt 23, 37s; Lc 13, 34-35a) .