La verdadera liturgia del amor -- José Luís Servera

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La liturgia que etimológicamente significa ?obras públicas??no debe ser para un cristiano, como ha sido, un ?rito religioso??, sino la proclamación, el reconocimiento, la acogida, la adoración de lo sagrado en, con y debajo de lo común. El pan y el vino que están en el corazón de la acción litúrgica cristiana y forman su base, no son sino muestra de todas las cosas comunes y el punto de convergencia de todas las otras relaciones comunes. La comunión está unida a una correcta aceptación de lo común y a unas buenas relaciones con el prójimo.

No nos retiramos del mundo y entramos en el templo, en lo sagrado, para volver al mundo para espiritualizarlo??Si hacemos esto, retrocedemos a la concepción sacerdotal judía acerca de la relación que existe entre lo sagrado y lo secular. Concepción que fue destruida por la encarnación, cuando Dios declaró sagradas todas las cosas y el velo del templo se rasgó de arriba abajo.

Como hemos afirmado, para el cristiano lo sagrado es la ?profundidad??de lo común, igual que lo secular no es una sección sin Dios de la vida, sino el mundo de Dios, el mundo por el que Cristo murió, escindido y alienado de su verdadera profundidad.

La finalidad del culto no consiste en retirarse de lo secular a la zona de lo religioso, y menos aún en huir de este mundo para refugiarse en el mundo de la religión, sino en abrirse al encuentro de Cristo en lo común, abrirse a aquello que tiene el poder de atravesar su superficialidad y redimirlo de su alienación.

La celebración eucarística, que como ya hemos dicho constituye el corazón del culto cristiano, es la afirmación del ?más allá?? en el centro de nuestra vida, de lo sagrado en lo común. La sagrada comunión es el punto donde lo común, lo comunal, se convierte en vehículo de lo incondicional, a semejanza de Cristo que se hizo reconocer cuando partió y distribuyó el pan. La sagrada comunión es comunión, vida de comunidad, en profundidad, al nivel ?en que no nos hallamos?? en la mera vinculación de la fraternidad humana sino ?en Cristo??, en que no estamos simplemente con el amor sino en el AMOR: Unidos a Aquél que es el fondo y renovador de todo nuestro ser. Por lo menos, esto es lo que debiera ser la comunión. La comunión dejó de ser la comida sagrada, para convertirse en un servicio religioso en el que nos volvemos de espaldas a lo común y a la comunidad y, en devoción individualista, vamos a comulgar con ?el Dios de fuera??.

?? La importancia de la comunidad

Sobre la importancia de la comunidad como mediación nos dice John Weren-Lewis: ?Había comenzado a darse cuenta que lo que había encontrado en aquel grupo era en realidad un estilo de vida en relación, completamente distinto de todo cuanto se conocía en el mundo, un estilo redimido de las relaciones humanas personales, en las que aquella energía especial que Blake llamaba ?el perdón mutuo?? (comprensión-aceptación), actuaba de un modo tan liberador que, en comparación, trocaba en pálida sombra la ?tolerancia profesional?? que hallamos en los consultorios de los psicoterapeutas. Aquel grupo era naturalmente, una comunidad específicamente cristiana que ponía de manifiesto, lo que Tillich describe como, ?el poder del nuevo ser.??

Se abría camino hacia Dios, en tanto que fondo de toda relación personal y de todo ser, pero insistía en el hecho de que sólo puede conocerse este Amor, fuente y meta de nuestra propia vida, si es vencida en Cristo la alienación con respecto al fondo de su ser en que el hombre se halla??.

En términos de la teología tradicional, aquel grupo declaraba que el camino que conduce al ?Padre?? ? es el reconocimiento de la ?ultimidad?? de la relación puramente personal -, pasa únicamente por el ?Hijo??- a través de el amor de aquel en quien lo humano se abre enteramente a lo divino- y sólo es posible en el ?Espíritu??- en el seno de la fraternidad reconciliadora de la nueva comunidad-.

De todo ello se deduce que la comunidad de base y la comunidad eucarística son el vehículo y un sitio privilegiado de encuentro entre el hombre y el DIOS PERSONAL, siempre abierto y transparente, pero que solamente con una sensibilidad trabajada puede ser encontrado con ?los ojos del corazón?? como diría Pablo.

En ello está el sentido y la misión de toda comunidad cristiana, en ayudar a trabajar dicha sensibilidad para que cada día se renueve y crezca más nuestra APUESTA y nuestra FE en Cristo Jesús.