El atrio de Nuestra Señora de París reúne a todos los que han venido a protestar contra el asesinato de Anna Polikovskaia en Moscú. También es una ocasión para rendir homenaje al valor extraordinario de esta periodista obsesionada por la verdad, que no tenía miedo a nada y avanzaba sin defensa.
Se negaba a esconderse e iba sobre el terreno. Se atrevió a romper un tabú cuando fue a investigar sobre la guerra sucia a Chechenia. Unos amigos de la periodista rusa reclamaban la verdad sobre su muerte.
«Ana murió por nosotros, para que conozcamos la verdad»
«¡Cada vez que Putin sea recibido en una capital europea, estaremos allí y le preguntaremos qué pasa con la creación de una comisión de investigación internacional sobre el asesinato de Anna Polikovskaia!»
Esta periodista de alma rusa era una mujer libre en un país donde hay que plegarse a la conformidad de lo que piensa el poder. Allí la prensa está amordazada, y Anna se atrevió a hablar. Pagó el precio de sus declaraciones.
Han acallado la voz de Anna. Pero esta voz nunca ha tenido tanto eco desde su desaparición.