LA ?LTIMA FÁBULA SOBRE LA TUMBA DE JES?S

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El correo

«Si buscan lo del documental, buena suerte. No sabemos dónde está ni hemos tenido la menor curiosidad». Sola y a pleno sol, como la mayoría de los 30.000 yacimientos mortuorios documentados en Israel, ignorada en la trasera de un edificio de viviendas del barrio de Talpiot Este, la presunta puerta de entrada de la que ha sido bautizada por el cineasta James Cámeron como «la historia arqueológica más importante del siglo», permanece sellada bajo una ramplona capa de cemento de un palmo de grosor, sin vigilancia alguna.

A los habitantes del lugar -distante cinco kilómetros de la Ciudad Vieja de Jerusalén-, la posibilidad remota de haber tenido enterrados delante de sus narices los restos de Jesucristo y su familia, como sostiene el realizador en el documental ‘La cueva de la tumba de Jesús’, les sugiere también la posibilidad de hacer negocio. Saben que el nombre del barrio dará hoy mismo la vuelta al mundo por obra y gracia de la cadena norteamericana Discovery Channel; podría convertirse en destino para los cristianos.

Los más reputados expertos sospechan que se trata de «una fábula inventada», una «manufactura» diseñada para mayor gloria de la cuenta corriente del co-director del filme, Simcha Jacobovici, y del Cámeron autor de ‘Titanic’ y de su industria de hacer cine.

El arqueólogo Amos Kloner, uno de los primeros que estudio la cueva descubierta en 1980, se ha referido al tema de la película como «una hermosa historia, pero sin sentido». Para el padre Artemio Vítores, Vicario de la Custodia Franciscana de los Santos Lugares, «todo esto se resume en una sola palabra: bussines». O sea, negocios.

Cada uno desde su cátedra, insiste en tres elementos que dejarían la trama convertida en una burda amalgama de datos; por otro lado, conocidos hace décadas. Sólo con grandes dosis de drama y aparente erudición se puede tejer, aseguran, la ficción de que los osarios señalados como los de ‘Yeshua bar Yosef’ (Jesús, hijo de José), ‘María, Matia’ (Mateo), Yose (José, un hermano de Jesús), Yehuda bar Yeshua (Judas, hijo de Jesús) y Mariamene e Mara (María la del maestro, o María Magdalena, según François Boyon, profesor de Harvard), reposaron en Talpiot.

Primero, la evidencia de que los nombres supuestamente identificados en las urnas, sostiene Kloner, eran muy corrientes en la época. El arqueólogo tiene documentados hasta cuatro osarios con la inscripción «Jesús, hijo de José».

También, la «imposibilidad» de que una familia de Galilea, como la de Jesucristo, fuera enterrada en un lugar como Jerusalén, donde no tenían lazos, resta consistencia al relato, por no hablar de la «falta de evidencias científicas».

ºEl hallazgo explicado el lunes en la rueda de prensa ofrecida por Cameron y Jacobovici en Nueva York, al presentar su filme, remitía a la ausencia de vínculos de sangre entre Jesús y Magdalena; de ello han deducido que eran pareja.

La impresión del montaje se completa con el «préstamo rutinario» por la Autoridad de Antigüedades de Israel de las urnas que Cameron exhibió en la presentación, y la inclusión de un décimo osario -el supuesto de Juan el Bautista, catalogado como una «falsificación» hace años- en los estudios que los cineastas airean y que aseguran que hay 599 probabilidades sobre 600 de que allí fue enterrada la Sagrada Familia.

«A ver a qué precio salen ahora las reliquias -ironiza el padre franciscano-; todo esto es un insulto a la inteligencia, antes que a la fe…»