Enviado a la página web de Redes Cristianas
NO sabemos aún el número real de víctimas, pero podemos hablar con seguridad de 15 personas tras los hechos ocurridos el jueves 6 de febrero en el paso del Tarajal, cuando un grupo de 400 inmigrantes trató de entrar en Ceuta desde Marruecos. Huían del hambre, de la miseria, del abandono y de la desesperación. Trabajo y pan, un sitio donde soñar, para enviar a sus familias un mínimo sustento. Llegaron a los aledaños de Ceuta driblando la vigilancia de la Policía marroquí y del implacable desierto, donde muchos de sus compañeros perecieron. Buscaban zafarse de cuchillas y miserias, saltar la valla metálica y alcanzar una tierra que para ellos es de prosperidad. Pero todo quedó en un sueño roto. En la muerte y en el anonimato de un simple número en la morgue de Ceuta.
Como ciudadanos y ciudadanas no podemos sino manifestar nuestro respeto a estas personas que sacrificaron su vida por dignificar y encontrar una salida más esperanzadora a su existencia. A la vez queremos manifestar nuestra indignación y denuncia de estas muertes a las puertas de la frontera española y europea.
En primer lugar, pedimos que se investiguen los hechos. Cada vez son mayores las contradicciones entre la versión oficial de los hechos, aportada por el delegado del Gobierno en Ceuta, y los testimonios de los supervivientes recogidos por diversas asociaciones de defensa de los derechos humanos, que consideran lo ocurrido como «uno de los peores desastres» causados por la represión de la inmigración. Esto exige una investigación exhaustiva y, lógicamente, ante las versiones tan contradictorias, la dimisión del ministro del Interior.
Sorprende en gran manera que la Guardia Civil presente en la playa no acudiera en socorro de las personas que se estaban ahogando. Dadas las circunstancias, ¿nadie se preocupó de alertar a la Cruz Roja, a la Guardia Civil del Mar o a Salvamento Marítimo para que auxiliase a dichos nadadores, o bastaba simplemente con evitar que entrasen y echarles, nunca mejor dicho, los muertos a Marruecos?
Y se trata de una devolución ilegal, en el vídeo ofrecido por La Sexta noticias se observa claramente cómo los agentes llevan a los inmigrantes directamente de vuelta a Marruecos desde la playa española, a esta forma de actuar se le llama «devolución en caliente», y si nos atenemos a la Ley de extranjería es una práctica ilegal, la ley dice: «Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado encargadas de la custodia de costas y fronteras que hayan interceptado a los extranjeros que pretenden entrar irregularmente en España los conducirán con la mayor brevedad posible a la correspondiente comisaría del Cuerpo Nacional de Policía, para que pueda procederse a su identificación
Basta ya de criminalizar a los inmigrantes. Búsquense soluciones, por favor, pero sin una muerte más. Cuando un africano muere intentando cruzar la frontera europea, algo nuestro muere también. Muere nuestra dignidad, nuestra capacidad de mirar de frente, limpiamente a los ojos a quienes, solo por razones geográficas, porque no tuvieron la «fortuna» de nacer donde nosotros, la vida les trata mucho peor todavía.
La muerte de las 15 personas que soñaban con vivir mejor a este lado de la frontera ceutí de El Tarajal es un crimen de lesa humanidad. Esto no puede continuar así. No podemos construir nuestro porvenir sobre los esqueletos de tanto desesperado a los que no solo les negamos una oportunidad sino que, en casos como el de El Tarajal, contemplamos impasibles cómo pierden trágicamente la vida.
Las soluciones exclusivamente policiales no son solo injustificables, sino que no sirven. En España no estamos dando la respuesta debida al drama que en ocasiones acompaña a los procesos migratorios. Ni la instalación de cuchillas o concertinas, ni la prolongación de un espigón, nada evita que una persona huya de las violaciones de los derechos humanos y de la guerra. La protección de una frontera no puede estar en ningún caso por encima del respeto a los Derechos Humanos y a la protección de la vida
¿Y sus familias? En algún lugar, más al sur de Bárcenas y de la Infanta Cristina, al otro lado de la prima de riesgo y de los brotes verdes, alguien creerá que siguen vivos, que lograron llegar al paraíso del norte y que, más temprano que tarde, volverán victoriosos a rescatarles del infierno. En los tiempos que corren, hasta los muertos son sin papeles.